Artículo publicado por VICE Argentina
Marta nunca hizo paro porque nunca tuvo un trabajo formal, ahora que está jubilada cuando le hablan de paro no entiende de qué le hablan. Vive en el límite de la ciudad de Buenos Aires con la provincia del mismo nombre. Ya está grande, dice, para salir a trabajar, es que para ella el trabajo siempre fue un esfuerzo en los brazos, estar parada, limpiarle la casa a los demás. “Grande” es de 62 años. La sobrina de Marta se llama Pepa y milita en una organización de mujeres dentro de un partido político. Pepa tiene rapado el pelo justo arriba de las orejas. Cuando la tía Marta la vio entrar así a su casa charlaron esto:
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-¿Qué te hiciste, nena? Parecés un lampazo.
-Ay tía, me saqué el pelo “para oírte mejor”.
-Como en el cuento del lobo.
-Ja, sí, como en el cuento de Caperucita.
Hoy Marta hace paro por primera vez. Pepa le pegó un flyer en el muro de Facebook. El viajero tiene una señora con un brazalete que dice “aunque lo hagas con amor, el trabajo doméstico es trabajo”. Y en el comentario puso: “¿Tía, vas a parar?”. La única forma de parar que tiene Martita es yéndose de su casa.
En la Argentina, la gran mayoría de las jubiladas son mujeres, el 62 por ciento. ¿Por qué las mujeres están jubiladas? ¿Por qué las mujeres dedican el doble de tiempo que los varones?, dice la Encuesta del Uso del Tiempo para 2016 de la Ciudad de Buenos Aires.
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A la mañana Susana cayó a la casa de Marta. En la radio hablaban del “paro de mujeres, paro de lesbianas, trans y travestis”. Qué posiblemente que ver, preguntó Susana. A eso de las 11 am sintieron algunos bocinazos y en la radio decían que era la hora del rudozo. A dos cuadras de ahí, en la plaza del barrio, unas 15 mujeres, todas vestidas de violeta cantaban “¡Ni una menos, vivas nos queremos; Ni una menos, vivas nos queremos! “, Pero Marta y Susy no sabían, prendieron la tele, y estaban hablando,” Macri es la feminista less pensado “. Las chicas ya habían creído a Macri, lo habían votado porque les parecía que “no iba a robar”, así nomás. ¿Pero “feminista” como la Pepa? Eso sí que es una cosa muy moderna.
La señora que habla es Fabiana Túñez, la directora del Instituto Nacional de la Mujer (INAM). Fabiana es activista feminista hace muchísimos años y aun así es funcionaria macrista. El presupuesto asignado al INAM para el año 2018 representa tan solo el 0.007 por ciento del presupuesto total, lo que equivale a 5 pesos por mujer para erradicar la violencia machista. ¿Macri es feminista? Entre enero y febrero, se registró 47 femicidios y 3 travesticidios en todo el territorio nacional, según el Observatorio coordinado por Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMaLá).
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En diciembre hubo manifestaciones para frenar la reforma previsional. Marta y Susana saben que esa es la razón por la cual ellos tienen una parte de los 3,1 millones de jubilados que se incorporaron al sistema porque acogieron la moratoria. El 86 por ciento de esxs nuevxs jubiladxs son mujeres. En las asambleas de armado del Paro del #8M a la que Marta y Susana no fueron —pero sí fue Pepa— se repitió incansables veces que este paro contra el paquete de reformas que plantea el gobierno de Cambiemos. ¿Qué tiene que ver ?, pensó Susana y no lo dijo porque ya había prometido una Marta que esta vez iban a ver en vivo y en directo lo que siempre miraban por la tele. Lo único que no quiere es violencia. En diciembre las movilizaciones contra las reformas dejaron un tendal de heridos y heridas. “Fue la policía que maneja Bullrich”, les dijo Pepa, no les manifestantes. “¿Les manifestants?”, Repitió Marta, “¿ahora sos francesa?”. Todas rieron. “Hay un plan de ajuste en marcha y que son las mujeres las más perjudicadas, la llama feminización de la pobreza, y las chicas tenemos que feminizar las resistencias”, dijo ahora la Pepa.
Así que Martita y Susy se pusieron las cámaras violetas, no de las mejores porque ¿quién tiene una violeta? y se fueron a tomar el tren. En la estación, se veía que se podía abrir el armario y se desplegaba una bandera alargada que decía: “Ni una trabajadora menos”. Estaban enviando a la sombra cuando se acercó una chica vestida con uniforme de ferroviaria y les dio un papel que decía: “Reincorporación de Gisela Herrera, 8 meses vamos al paro”. “A Gisela la echaron por faltar al trabajo en Trenes Argentinos, sin considerar que era la era porque estaba sometida a la violencia machista de su ex pareja”, les contó la trabajadora. Gisela estuvo presente en la segunda asamblea del 8M, el viernes 9 de febrero, para contar su situación en primera persona. “Me siento sola”, había dicho Gisela.
Se bajaron del tren y combinaron con el subte. Bajaron en “Piedras” de la Línea A. Susana nunca había ido a una marcha, solo pusieron un pie en la escalera mecánica de inicio de sesión en escuchar estruendos y golpes de bombo, se le heló la sangre y se acordó de que trajeron agua mineral y caramelos . A medida que subía, peldaño y peldaño eléctrico se iba despejando la visión: banderas, chicas parecidas a Pepa, mujeres con cámaras todas iguales, señoras que se parecían a ellas.
¿Y ahora?
Llamala a Pepa
“Mueva, mueva, mueva”, cantaba un grupito al lado de ellas. “Todas somos trabajadoras”, decía la bandera desplegada. Las cámaras: CGT, CTA, CCC, CTEP, CNCT. Podrían ser marcas de ropa, la remera de Susy tenía dados GUCCI con diamantes de fantasía, que se distrajo con un ratito pensando todo esto y la perdió en Martita. Desesperación, “sola”, pensó, como la chica del tren. Pero enseguida la descubrió: estaba formando una ronda alrededor de 2 parejas de mujeres que bailaban una cumbia. “¡Es la música del orangután y la orangután!”, Le gritó Martita. Las chicas bailaban una canción que decía “la cumbia de la unidad, la bailan las trabajadoras”. La derecha no la baila porque es una explotadora “, una y otra vez la ronda cantaba la consigna. “Mueva, mueva, mueva”, Susy se acordó de la navidad. “Es por la unidad de las mujeres”, reflexionó Marta. Dos días atrás, en la mañana, un grupo de mujeres sindicalistas había dado una conferencia de prensa para comunicar que iban a marchar juntas todas las centrales obreras y movimientos sociales. “Unidad en la acción”, como se dice ahora. Entonces, la alegría era inmensa, “somos parte de la resistencia popular al ajuste, movilizamos todas en bloque y en unidad”, dijo entonces Estela Díaz (Secretaria de Género de la CTA de los trabajadores y trabajadoras), “somos sujetas políticas de transformación social”. Aplausos. “Somos las mujeres del subsuelo de esta patria, en nuestra unidad está la fuerza”, dijo luego Jackie Flores, de la CTEP. “Nuestra juventud con rostro femenino es la más abandonada”, luego Claudia Baigorria de la CTA autónoma. “El movimiento feminista llegó para”, dijo Vanesa Siley, Diputada nacional y referente de Mujeres sindicalistas, “el movimiento feminista llegó para quedarse, preguntando por la sociedad que queremos menos violencia y más igualdad “, agregó Siley, la principal promotora de la unidad.
Este año más que nunca, les contó Pepa, el movimiento feminista se planta contra el modelo neoliberal. La bandera principal, que el año pasado decía “Paro internacional de mujeres. Ni Una Menos. Vivas Nos Queremos”, este año lo dice bien claro: “Paro internacional de mujeres, lesbianas, travas y trans. Basta de Despidos y Ajuste. Aborto Legal Ya”.
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Susy y Marta la vieron, la bandera estaba sostenida por mujeres de todo tipo. Por las asambleas de construcción del 8M pasaron mujeres, trans, travestis y lesbianas que contaron al resto los conflictos que las atraviesan. Mujeres despedidas del Hospital Posadas, del Inti, de la Casa de la Moneda, de Río Turbio, PepsiCo, mujeres mapuche acusadas de terroristas, mujeres afro, mujeres migrantes, ferroviarias, campesinas, villeras, docentes. Ellas encabezan la marcha, porque los feminismos en Argentina se constituyeron como un actor político opositor al neoliberalismo, el “ceomachismo”, como dicen algunas. ¿Qué tiene que ver? La vulnerabilidad de las mujeres crece con la dependencia económica. Una mujer con autonomía económica es una mujer que puede decidir qué hacer con su vida, o al menos tiene más oportunidades de hacerlo. Un poco en esto piensa Marta, que siempre trabajó afuera y adentro de su casa pero que nunca pudo hacer lo que quiso.
“Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”, dice la bandera que sigue.
-Para qué vinimos de violeta, Susy, están todas de verde.
-No sé, Marta, vos caminá.
Esta semana se presentó por séptima vez el proyecto de Interrupción voluntaria del embarazo. “Hay olor a que este año sale”, había dicho Victoria Donda, diputada nacional y una de las principales impulsoras y firmas del proyecto elaborado junto a la Campaña nacional por el derecho al aborto, que cumple 12 años.
Hay chicas con la cara pintada, con la panza pintada, con los labios violetas. Chicas que usan un pañuelo verde como arriba, sin corpiño, con panzas grandes y sin vergüenza. Señoras con rodete, lesbianas aborteras y viejas combatientes. Lo que sacó ahora a Marta y Susana es una mezcla de envidia y risa: la imagen que se vuelve a la cabeza es la de una alusión de fieras. ¿Qué tiene que ver el aborto?
-Tendría que ser más fácil, a mí me pasó.
-¿Qué? Nunca me contaste
-Mi mamá me llevó a una señora, yo tenía 17 años, Marta, ¿qué querías?
-Pero, Susana, vos no tenés hijos, ¿cómo vas a abortar?
-Bueno, nena, dejame de joder.
En la Argentina se hacen 500 mil abortos al año. Las mujeres de clase alta, en un 83 por ciento abortan con asesoramiento o intervención médica/profesional. En la clase media, el 60 por ciento. Las mujeres de menor poder adquisitivo solo en un 20 por ciento pueden tener un aborto seguro.
Una estampida de mujeres con peluca rosa chicle las pasó por arriba. “Eran las socorristas”, les dijo mucho más tarde Pepa, “personas que acompañan abortos, los facilitan y los vuelven seguros aunque sean clandestinos”.
-Ay, nena, si hubiera habido en mi época.
Llegaron al Congreso, “este año, en primera persona y colectivamente, desnaturalizamos las violencias sexuales. Ya no nos callamos más “, grita Liliana Daunes, única oradora. De pronto, todo alrededor es llanto y abrazos, no hay nadie dado cuenta Susana y Marta de que entraron a la columna de estudiantes secundarios, chicas del futuro, que lloran y gritan “No Nos Callamos Más”.
“Estamos acá porque nos precedieron las luchas protagonizadas por las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y por las mujeres piqueteras”. Las amigas están en silencio. “En particular de las mujeres mapuches que enfrentan la ofensiva empresarial y represiva del estado argentino”, continúa el discurso, aplauden, no saben bien por qué pero el fervor tenso les transformó la cara y están vibrando al unísono.
“Exigimos que el trabajo doméstico y reproductivo que realizamos las mujeres de forma gratuita sea reconocido en su aporte como valor económico”, habla de ellas.
“La hetero-cis-sexualidad obligatoria es violencia”, más tarde Pepa les va a explicar esto. A Susana le va a interesar especialmente.
“Por un movimiento internacional feminista que está revolucionando el mundo”, son más de 50 paises los que hacen paro hoy. “¡NiUnaMenos, VivasNosQueremos!”, termina el acto. Todo es aún cantos y risas.
“Ojo cuando termina, agarran sus cosas y se vuelven derecho a la casa”, les había advertido la Pepa. El 8M del 2017 fue un laboratorio represivo: las policías de la Ciudad y la Federal levantaron en razzia a 20 personas, sin motivo.
De vuelta al barrio, Susy y Marta se sienten feministas. En la tele los canales de noticias buscan rastros de algún fueguito, caras encapuchadas, pintadas vandálicas y los conductores, todos los varones, se preocupa por la política de la marcha y pasan a otro tema.
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