Diez preguntas que siempre has querido hacer a un taxista

Uno dice “soy taxista’” y saltan las alarmas. Al contrario de lo que pasa en otros gremios parecidos, como el de los conductores de autobús o el de los chóferes, al taxista se le asocia a esa luz verde que puede salvarnos el camino de vuelta a casa o destrozarnos los ahorros del mes, a tertulias de la Cope, Intereconomía y Radio Olé, a discursos manidos que ponen en vereda a politicastros o a esquivar esa maldita manifestación del centro por cualquier atajo.

Sin embargo, la profesión de taxista es dura. Transitan la ciudad sin apenas protección, siendo víctimas de los excesos nocturnos o de atracos. También se echan horas cosechando un sueldo que da para lo justo. Además, se trata de un colectivo que lucha ahora contra el intrusismo, contra los prejuicios y contra las pegas del día a día en la carretera. En los últimos años, la tecnología ha alterado su mecánica, pero no ha cambiado su esencia: los exámenes para lograr el título aún exigen un conocimiento profundo del callejero y la destreza suficiente para saber elegir en pocos segundos una ruta más propicia o tomar una decisión importante.

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“Esto no es solo saber conducir. Hace falta algo más, como tener paciencia y que te guste el oficio”, resume Marcos Rodríguez Guerrero, taxista de 32 años con una década de experiencia, en la sede de la Federación Profesional del Taxi de Madrid. Este organismo engloba parte de las 15.723 licencias que hay en la capital. En la puerta de sus oficinas, situadas en el barrio de Vallecas, Marcos responde estas preguntas para dar a conocer el mundo del taxi y analizar sus estereotipos.

VICE: Hola, Marcos, ¿por qué te hiciste taxista? ¿Era algo de familia como se suele creer?
Marcos: Pues lo mío no fue familiar. Sí que estaba rodeado por taxistas, como mi suegro, y al final terminé metiéndome. Es normal que se traspase de padre a hijo porque lo estás viviendo a diario y porque, desgraciadamente, la gente en este país acaba los estudios y no tiene nada.

¿Se gana dinero con el taxi? ¿Es rentable?
Las jornadas son muy largas. Salimos de noche y volvemos de noche. Sobre todo en invierno, claro. Son maratonianas. Lo de las ocho horas no va con nosotros. Y en cuanto a lo del dinero, se gana, pero para vivir. No hay taxistas ricos. Si no, no se trabajarían tantas horas. Si yo pudiera vivir con ocho no haría 12. Y no es una cuestión de codicia, de “he hecho cuatro horas, voy a por una más”: si llevas 12 horas, el cansancio puede a la avaricia.

Yo salgo a las cuatro de la mañana, a las ocho y media vengo a la federación (soy delegado), a las tres como y a las cuatro salgo otras dos o tres horas. Cuando no pasaba por la oficina, salía a las cinco de la mañana, paraba a comer un rato y volvía a las siete y media de la tarde. Los taxímetros están regulados a 16 horas. En ese momento, si el taxímetro está ocupado, te deja terminar el servicio; si está libre no te dejará bajar bandera. De ahí que se puedan hacer dos turnos de ocho horas, que es por lo que se estableció este turno. Antes eran 24 horas. Vino la crisis y se intentó hacer rentable.

“Lo que no es normal es que nosotros estemos regulados en todo —desde el modelo de coche hasta el horario— y empresas como Cabify o Uber no tengan ninguna serie de obligaciones de seguros o fiscales”

¿Qué han significado para el gremio las plataformas como Uber o Cabify?
Nuestra postura es muy clara: el problema de estas empresas es que no cumplen la normativa. Aparte, mi opinión personal es que no ha sido tan catastrófico para el taxi. Ya no es como hace 10 años. Ha mejorado el servicio. Pensamos que la competencia es buena, pero si es legal.

Lo que no es normal es que nosotros estemos regulados en todo —desde el modelo de coche hasta el horario— y ellos no tengan ningún tipo de obligaciones, ya sea de seguros o fiscales. A mí también me gustaría tributar en Delaware, como Cabify, pero lo hago como autónomo en Madrid.

También, han aparecido nuevos agentes con los que el taxi debe convivir (no solo esos servicios, sino bicis u otros vehículos de alquiler) y que lo complementan. No hay que verlo como una competencia sino como un complemento. Al final, la dinámica de las ciudades va a ser eso, una intermodalidad. Es a lo que nos tenemos que mover. Uber solo va a destruir al taxi si nadie le pone coto. Pero en una competencia leal, no tiene nada que envidiar al taxi. En muchos casos, lo que ha pasado es que cuando se ha comparado de verdad, aquello de que el taxi parecía algo anticuado o ‘hipermegacaro’ se ha visto que no era tal: un taxi cuesta más o menos lo mismo y puede tener hasta wifi.

¿Cómo era antes la vida del taxista, sin GPS?
El callejero era obligatorio conocerlo y lo pasas mal. El primer día sufres. Pero el público es muy agradecido. Nunca tuve ningún problema diciendo que era nuevo. La gente es muy educada y responde muy bien. La tecnología ahora nos ha hecho cambiar, hasta nos dice dónde hay tráfico. Pero ha facilitado que el taxista no se sepa todo, y eso que el GPS a veces lía.

Es curioso: no se ha perdido la conversación. El cliente sigue desahogándose contigo. Mi mujer es psicóloga y le digo que le hago competencia desleal. De hecho, leí un estudio en que decía que había dos factores que justifican que los taxistas ejerzamos de válvula de escape: que se supone que no nos van a ver más y que no te ven la cara.

¿Qué es lo más raro o malo que te ha pasado? ¿Entra mucha gente que bebe, fuma o tiene sexo en el coche?
Lo peor es un atraco. A mí me ha pasado y es la peor experiencia. Aunque no quiero contarlo. También algún simpa, aunque ahora es más difícil. ¿Gente que bebe y fuma? Pues bueno, muchos lo intentan, aunque está prohibido. Lo mismo con el sexo, algunos lo intentan, pero no puede llegar a llamarse sexo.

¿Y lo mejor en cuestión de propinas?
Yo tengo un cliente de Paquistán que, aunque no me guste hablar de números, me da lo mismo en propinas que por carrera. Vino a una feria de congresos y me quedé con él todo el rato, con el taxímetro en marcha incluso las horas que estaba ocupado. Comía con él, le esperaba… Era como si fuera uno más de ellos.

Eso pasa por tratarles bien, por ayudarles. Cuando atiendes bien a un cliente, se premia. Y más si hablas inglés y te puedes comunicar con ellos. Ahí, en las propinas, se nota mucho los días en que estás regular. No es que seas borde, pero no tienes tanto ánimo y claro, te dan menos. ¡Ojo, esto no quiere decir que solo seamos amables por las propinas!

¿Puedes no coger a alguien?
Hay supuestos en los que puedes no coger a los clientes: porque superan el número de plazas, por su estado de embriaguez o intoxicación, por llevar objetos que pueden ser lesivos para el coche o que superan el tamaño de normativa, porque te pidan ir a vías intransitables o peligrosas, porque estén siendo perseguidos por las fuerzas de seguridad o por la distancia — puedo negarme a hacer algo fuera de nuestra zona—. Pero una cosa es lo que dice la ordenanza y otra cosa es lo que le hace. Se puede ver a alguien y girar la cabeza, como si no lo hubieras visto.

Pero decir, por poner ejemplo chorra, que no llevas a alguien al Wanda porque eres del Real Madrid, imposible.

¿Qué es lo que se suelen olvidar en el taxi y qué es lo más caro que te has encontrado?Los teléfonos móviles son la estrella. Prendas de ropa, alguna maleta… Lo normal. Lo bueno es que con cualquier compañía de reserva por teléfono es fácil de devolver, porque llaman y nos localizan. Si no, tengo 48 horas para llevarlo a objetos perdidos. Pero vamos, lo normal es que llamen y se lo lleven.

Y lo más caro que me he encontrado fue un Mac, un ordenador. Íbamos al aeropuerto y cuando lo vi se lo devolví. Tengo un compañero que se encontró mucho dinero, como en el famoso caso del maletín de Zaragoza con 100.000 euros. Es habitual dejarse dinero.

Una anécdota mía es que una señora se dejó un jersey y sus hijos me llamaron insistentes. Me pidieron que por favor se lo llevara, estuviera donde estuviera. Costó la carrera más que la prenda, pero supongo le tenían cariño o era muy importante para esa familia. Y es que muchas veces pensamos en el dinero, en ese maletín lleno, y no en el valor de objetos personales. Cámaras de foto, álbumes… Una vez, unos padres se dejaron la cámara y tenían las últimas fotos de su hija, que había fallecido poco antes. Ahí da igual lo que cueste. No son las monedas, es el recuerdo.

“El taxi es tu vida, te retiran el carnet y estás muerto”

Se tiene la idea de que un taxista va escuchando las emisoras de radio más conservadoras y habla de política con los clientes, despotricando. ¿Es así?
Te lo enseño fácil: en mi taxi llevo Onda Cero o la SER. Pero obviamente tiene que haber quien escuche la Cope o Radio María. Y en cuanto a ser de derechas, igual: hay de todo. Hasta Podemos ha tenido un juicio por defender el taxi. Si fuésemos todos de derechas, no lo habrían hecho. Hemos tenido campañas suyas (y del PP, no lo escondo) en nuestras puertas. Al final, todo es un estereotipo. Y ojalá pudiéramos resetear la marca taxi y volver a empezar. Cambiaría absolutamente la percepción del ciudadano hacia nosotros.

Por último, ¿se arriesga un taxista a conducir bebido o habiendo probado alguna sustancia?
Un taxista no puede dar positivo. Su tasa permitida al soplar es la mitad que la de un conductor cualquiera, pero en un accidente tiene que ser cero total. Se ha dado algún caso, pero puntual. La explicación es lógica: el taxi es tu vida, te retiran el carnet y estás muerto. No puedes volver a hacer nada. Por eso no tiene mucho sentido beber o tomar nada en horas de trabajo.

Muchas gracias por la atención, Marcos.

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