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Este artículo fue publicado originalmente en !Pacifista!, la plataforma de contenidos para la generación de paz de VICE Colombia.
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Ocho meses han durado las andanzas de varios milicianos disidentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) como banda armada en Tumaco, un municipio localizado al suroccidente del país.
Tras abandonar en septiembre del 2016 la zona, por desencuentros con la guerrilla, unos 70 hombres formaron su propia organización, conocida en la región como ‘Gente del Orden’.
Desde ese momento la cifra ha aumentado a unos 300 hombres, según afirma el jefe de la Policía en Tumaco, el teniente coronel Carlos Castellanos. El grupo cometió hechos violentos contra la población civil, y fueron castigados con muertes por parte de las FARC y capturas de la Policía.
Debilitados por esa presión y ante la amenaza de otras bandas criminales, ahora piden acogerse al Acuerdo de Paz. ¡Pacifista! habló con Robinson Araujo, alias ‘Pollo’, uno de los líderes, y ‘Montoya’, otro de los milicianos que salieron del campamento de las FARC.
Ambos viven escondidos en las veredas del río Mexicano, localizado a unos 60 kilómetros de Tumaco. “Nos vimos obligados a rearmarnos después de dejar las FARC para proteger al pueblo de los grupos paramilitares. Hemos tenido unos cinco combates con los paramilitares, y habremos matado unos 12”, cuenta ‘Pollo’, un hombre que luego de la salida de la guerrilla, se pintó el pelo de un tono amarillo, por lo que se ganó su apodo.
‘No somos delincuentes ni narcotraficantes, como nos señalan’.
‘Pollo’ trata de justificar los ataques por los que se les acusa: como la granada a un taxi en Viento Libre —barrio de Tumaco donde se encuentra su feudo — la bomba en una discoteca en diciembre, o la violación y asesinato de tres menores que encontraron arrojadas en los manglares.
Ésta última agresión, precisamente, hizo actuar a las FARC para eliminar a los disidentes culpables: “esos han sido algunos desadaptados que no escuchan, como en cualquier grupo, pero ahora ya están muertos”, apunta el miliciano.
“No somos delincuentes ni narcotraficantes, como nos señalan, ni siquiera sabemos de dónde viene el nombre de ‘Gente del Orden’. Sólo protegemos a nuestra gente de los paramilitares”.
En mayo del pasado año, unos 73 milicianos de la columna móvil “Daniel Aldana” se trasladaron al campamento de preagrupamiento de la guerrilla para sumarse a la desmovilización.
Dos meses después, abandonaron la zona por sentirse rechazados. “Nos obligaron a trabajar, a construir calles que no eran, nos decían insultos racistas, nos tildaban de bazuqueros y nos tenían separados del resto. Uno se sentía estresado. Prácticamente nos obligaron a salir porque nadie aguantó”, explica ‘Montoya’, de 24 años, uno de los milicianos que abandonó el campamento.
“La mayoría somos analfabetos, nos tenían que haber capacitado, pero en lugar de eso nos discriminaron”, lamenta. Sin embargo, el comandante de las FARC de esa zona, Yesid Guevara, niega esas acusaciones y asegura a ¡Pacifista! que ellos renunciaron porque no creían que el Gobierno iba a cumplir.
El retiro de filas se llevó a cabo con la condición de que “no actuasen en nombre de las FARC y tampoco cometieran delitos contra la población civil”. Para su salida en julio, entregaron sus fusiles a la guerrilla pero al poco tiempo ya se habían rearmado.
Para ese entonces, ‘Pollo’ permanecía preso por narcotráfico y portación ilegal de armas. Tras su liberación, asegura que el comandante Yesid le pidió que volviera al campamento, pero “no se pudo porque tras la problemática ya teníamos temor”.
Ahí comenzaron a comprar las armas en el mercado negro (sin especificar la procedencia), aunque ‘Pollo’ puntualiza que cumplieron el mandato de las FARC y nunca extorsionaron, como les acusa.
Embarazo y guerrilla: así es dar a luz en las FARC tras décadas de prohibición. Leer más aquí.
El grupo tenía cuatro líderes: los hermanos Camacho y Mocho, su primo Hugo, y Junior. Su estructura se amplió hasta los 400 hombres, según ‘Pollo’, en su mayoría exmilicianos y jóvenes dispersos.
A mediados de noviembre, las FARC mataron a ‘Don Y’, un líder miliciano disidente que operaba en la zona baja de la costa de Tumaco. Sus 20 hombres se unieron al resto de disidentes para conformar Gente del Orden. Desde entonces, la banda ha sufrido el asedio tanto de las FARC como de la Policía.
‘Camacho’ y ‘El Mono’ aparecieron muertos, a manos de las FARC, tras el asesinato de las tres niñas, tal y como confiesa Jairo Salcedo, uno de los líderes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.
‘Tienen un interés por el control que tenía las FARC’.
Por su parte el jefe de la Policía en Tumaco, el teniente coronel Carlos Castellanos, afirmó a ¡Pacifista! que en los últimos meses han incautado cerca de 3.000 millones de pesos (un millón de dólares) a los milicianos y han capturado a 13 de ellos, que engrosan la cifra de 120 encarcelados en Tumaco.
Castellanos advierte sobre los vínculos de Gente del Orden con el narcotráfico: “tienen un interés por el control que tenía las FARC. Conformaron su grupo con el objetivo de controlar los diferentes puntos de la cadena”.
Ante ese debilitamiento y la amenaza de decenas de bandas criminales que operan en la región, como Los Rastrojos, Águilas Negras y Gaitanistas, los milicianos enviaron una carta a la alcaldesa, María Emilsen Angulo, solicitando una reunión para explicar su situación y el deseo de acogerse a los Acuerdos de Paz.
“Teníamos dudas, temor, no veíamos garantías de parte del gobierno […] En vista de que no aceptamos, se nos dio vía libre de volver a nuestros lugares con una condición de respetar los derechos de la sociedad civil y no meternos en problemas con la comunidad”, cuentan los milicianos a través de una carta enviada a la alcaldesa de Tumaco, María Emilsen Angulo, el pasado cinco de enero. Solicitaron una reunión con las autoridades locales y departamentales, la Fuerza Pública y Naciones Unidas, con el fin de explicar lo que están pasando.
Y advierte sobre la persecución que sufren: “En estos momentos somos blanco de persecución tanto de las FARC-EP como del gobierno […] No queremos quedar como una rueda suelta, como delincuentes. La mayoría no estamos de acuerdo con que se cometan actos delictivos, no estamos extorsionando, ni robando, ni matando, ni haciendo desorden en la ciudad ni en el casco rural”.
Uno de los cuatro firmantes fue ‘Pollo’, además de ‘El Mocho’, ‘Cardona’ y ‘Junior’. Tras entregar una lista a las FARC con sus nombres, la guerrilla rechazó su reingreso. “Yesid (comandante) me dijo que ya no podía mantener contacto conmigo después de todos los hechos”, cuenta ‘Pollo’, quien reitera que ellos siguen siendo milicianos.
‘Pollo’ se esconde desde hace veinte días por las diferentes veredas del río Mexicano. “Los paramilitares me persiguen. Desde que las FARC se fueron, otras bandas han ocupado esos espacios. Por ejemplo, donde ‘Don Y’ ya han llegado los paramilitares”, explica.
A mediados de febrero, murieron tres de sus compañeros en un combate en Aguas Claras. Si vuelve a Tumaco, lo matan o lo detienen. “Seguramente ya hay boleta para mi captura. Aun así, tengo más temor de los paramilitares que de la Policía. Si tengo que cumplir condena, no importa, sólo pedimos que saquen a los paramilitares de aquí. Ahora mismo hay más hostigamiento policial contra nosotros que contra ellos. Saben dónde están y no los detienen”, lamenta ‘Pollo’.
La decisión de poder acogerse a los Acuerdos de Paz depende ahora del Alto Comisionado por la Paz. Mientras espera la respuesta, sufre por su vida tras el fracasado intento de formar una banda.
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