Artículo publicado por VICE México.
Desde que decidió buscar una candidatura independiente al Congreso de la Unión, la diputada Lucía Riojas Martínez comenzó a recibir comentarios ofensivos y agresiones de todo tipo a través de Facebook y Twitter: ¿Tú quién eres? ¿De dónde saliste? ¿Pinche niña, no sabes nada? ¿Con quién te acostaste para estar ahí?, fueron algunos de los mensajes que recibió de parte de bots y cuentas reales.
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Luego de no reunir las firmas para contender sin partido, la iniciativa Ahora, de la cual es integrante, y la coalición Por México al Frente, integrada por PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, formaron un acuerdo que le permitió obtener una diputación federal. A partir de ese anuncio todo empeoró. Se desataron más amenazas, hostigamiento y difamación en su contra. Incluso hubo quienes intentaron allanar la casa de sus padres.
Debido a la magnitud de las agresiones, Lucía comenzó a documentarlas y detectó que había una especie de campaña orquestada con bots en su contra, pero también había cuentas de usuarios comunes que le hacían marca personal para insultarla y demeritarla. Riojas denunció que en el programa La Tanqueta, transmitido por Facebook y conducido por Antonio Atollini, se registraron varias agresiones en su contra, al punto de dedicar un programa completo para hablar mal de ella y sus compañeros de fórmula electoral.
Agresiones en plataformas digitales como las que padeció la legisladora independiente fueron el común denominador de las campañas electorales y prácticamente todas las candidatas del país estuvieron expuestas a este tipo de violencia. De acuerdo con el informe Violencia política a través de las tecnologías contras las mujeres en México, realizado por el colectivo feminista Luchadoras, en el pasado proceso electoral se identificaron 84 ataques contra 62 candidatas distintas en 24 estados del país.
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Aproximadamente 60 por ciento de las agresiones tenían un juicio de género o un componente sexual, como chismes o calificativos sobre la vida íntima de las candidatas. También destacan expresiones discriminatorias, amenazas y comentarios para desprestigiar.
“La gran conclusión del informe es que las candidatas son agredidas porque son mujeres y porque son mujeres incursionando en la política. Eso definitivamente las coloca en un lugar de desventaja respecto a la contienda electoral, no tuvieron las mismas condiciones para contender y ejercer sus derechos políticos”, explica la antropóloga Lulú V. Barrera, coautora del estudio.
Buscan desprestigiar
Las agresiones digitales que sufrieron las candidatas durante las campañas son para Barrera, la materialización de la violencia histórica que ha existido contra las mujeres, pero ahora en un nuevo medio como el internet.
Estos ataques pueden ser cualquier amenaza que se comente a través de un dispositivo electrónico como el celular o computadora, y se realizan con un mensaje de texto, un mensaje de Whatsapp, un tuit o un posteo en Facebook.
Vistos en perspectiva, los ataques a las candidatas tienen un curso y pasos específicos que las autoras llaman cadena de agresión. El primer paso es el conocido como doxeo, que consiste en buscar datos en las redes sociales de las candidatas para extraer información o material privado, como fotos de las candidatas de vacaciones o en familia, para después exhibirlo.
Basura electoral. Los candidatos derrocharon millones en propaganda que contamina.
El siguiente paso consiste en alterar las imágenes, por medio de un collage o un montaje, con información que normalmente es falsa para desprestigiar a la candidata. El tercer paso es cuando la información falsa se pone en circulación para activar una campaña de desprestigio con el único propósito de afectar la trayectoria política de la candidata a fin de inhibir el voto por ellas. En muchas ocasiones estos fotomontajes van acompañados de un hashtag ofensivo para ayudar a viralizar el ataque.
De acuerdo con el informe de Luchadoras, mismo que partió de una tipología con 13 formas de agresiones distintas en plataformas digitales, la cadena de agresión culmina cuando los usuarios de redes sociales e internet comparten, comentan o reaccionan a las agresiones con más expresiones discriminatorias, insultos y ataques.
Actualmente la violencia política no está tipificada legalmente como un delito. Pero en el caso del Instituto Nacional Electoral (INE) y los institutos electorales estatales, pueden recibir denuncias y emitir sanciones, o en su defecto solicitar acciones como que se baje un spot, ya que consideran la violencia digital y de la prensa como una manifestación de violencia política.
Doxeo y otros males
Lucía Riojas supo del doxeo en cuando unos agresores dieron con el auto de su novia y su dirección. Una mañana al salir de casa, encontraron la ventana trasera del vehículo destrozada. Los responsables no se llevaron nada, por el contrario, dejaron un mensaje en la guantera: una hoja con la leyenda “Calendario de meditaciones diarias”. Una publicación cristiana, en un claro mensaje homofóbico.
Este tipo de agresiones son apenas una muestra del fenómeno de violencia política que viven las mujeres y que atenta contra la consolidación de la democracia mexicana. Pero en este entramado digital, los medios de comunicación y los usuarios de redes tienen su cuota de responsabilidad en la viralización de las calumnias.
Así quedó demostrado con el caso de Ana Sofía Orellana, excandidata poblana a diputada local por Nueva Alianza, quien extendió su campaña política en la red social Tinder y fue estigmatizada por los medios de comunicación. A partir de que la prensa diera a conocer su historia, se convirtió en figura de escarnio público en un caso grave de doxeo, pues muchas fotografías fueron sustraídas de sus redes sociales privadas y hoy pululan en el ciberespacio.
La sonorense Patricia Azcargorta fue otra a quien violentaron en redes. Cuando aspiraba a convertirse en candidata a la alcaldía de Caborca, por el partido Movimiento Ciudadano, en redes sociales comenzó a difundirse el video de una chica en lencería bailando la canción emblemática del partido, “Movimiento naranja”. Aunque se trataba de una difamación, muchos medios dieron la información por buena y la apodaron irresponsablemente. El sobrenombre rápidamente fue reproducido por miles de usuarios y le llovieron comentarios lascivos de tono sexual.
Ataques invisibles
Si bien la violencia digital que padecieron las mujeres en más de tres de meses de campañas se vivió en las 32 entidades del país, y estuvo presente en los tres niveles de gobierno, el análisis del colectivo feminista detectó que la mayor proporción de candidatas agredidas competían por puesto locales.
En Yucatán, la historia de Leydi Castro Gamboa fue una de las que perdieron entre los festejos presidenciales. Contendiente por segunda vez para la alcaldía de Xocchel, la joven política acepta que debió librar una guerra digital durante las campañas donde se metían con su vida privada, misma que se tradujo en una batalla sin cuartel el día de las elecciones, con carreteras en llamas y urnas destruidas.
Los ataques sufridos por Castro coinciden con lo que señala el informe. Posteaban fotografías suyas alteradas para difamarla y recibía amenazas de cuentas que al parecer solo se dedicaban a atacarla. Junto con su equipo acudió con la Policía Cibernética para denunciar las agresiones digitales, pero afirma que le dieron largas para que no pudiera demandar.
“Imágenes, insultos, groserías… medio mundo lo compartía y trataban de intimidarme, de hacerme sentir mal, pero le dije a mi gente que no hicieran caso”, cuenta la funcionaria yucateca a VICE, y acepta que, si bien las agresiones han disminuido, se mantienen y salen a relucir cada que comunican una acción del gobierno municipal.
Agreden por convivir
Para Danya Centeno, de la Red en Defensa de los Derechos Digitales (R3D), uno de los grandes obstáculos que enfrentan para poner solución a la violencia en línea contra las mujeres, es que el fenómeno se encuentra invisibilizado y a pesar de que los casos han aumentado, ni las plataformas digitales ni las autoridades han reconocido la magnitud ni la gravedad de los ataques.
“Así como afecta en el entorno físico lo mismo trasciende en el entorno digital (…) lo que buscan es que dejen de tener cargos públicos y eso afecta a una sociedad democrática porque no todo mundo se siente con la libertad de poder aspirar a ella”, menciona la defensora de los derechos humanos, quien participó en el estudio La Violencia en Línea Contra las Mujeres en México.
La especialista comenta que en muchas ocasiones por miedo a ser agredidas, amenazadas, acosadas o sufrir violencia de género, las mujeres ven obstaculizado su libre ejercicio de derechos político-electorales.
“Vemos la violencia como una forma de aceptación social, de convivencia y diversión, cuando en realidad deberíamos estar poniendo un alto desde nosotros, no consumiéndola”, sentencia Lulú V. Barrera, coautora del estudio sobre violencia política contra las mujeres candidatas.
Enrique Alvarado en Twitter: @kikin_agz
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