Dormir cagando

Mujeres bajando orgullosos del avión, ajenos a la tragedia.

Todo el mundo tiene alguna historia jodida que contar pero de entre todas las personas los grupos de música y los promotores son los que tienen las historias más extrañas. Es por eso que le pedí a Víctor, capo del sello Sones y promotor de conciertos, que me contara una de las mejores anécdotas de su carrera. El tipo no dudó ni un segundo en hacerme referencia al día que fuimos a tocar Mujeres (la banda donde toco el bajo) a Cádiz. El muy cabrón me la metió doblada, se hizo un “regador regado” como Dios manda, pero qué le vamos a hacer. Esta es la historia según me la relató él mismo, la verdad es que yo no recuerdo demasiado de todo aquello.

Videos by VICE

Era el 17 de abril del año 2010 y ese día tocábamos en un festival llamado Mirador Pop en Cádiz. Nuestra idea era comportarnos con bastante tranquilidad ya que al día siguiente teníamos que coger un vuelo a las 8 de la mañana. No recuerdo si los promotores optaron por comprar esos vuelos mañaneros para ahorrarse unas pesetas o porque alguno de nosotros tenía que hacer algo muy importante en Barcelona a las 9 de la mañana, cosa que, sinceramente, dudo. Hicimos las pruebas de sonido y, al terminar, los organizadores del evento nos llevaron a comer unos salmonetes de pelotas. Ahí ya se atisbó un poco el asunto, pues el vino empezó a fluir gentilmente como el torso de un simpático dragón chino. Después de comer nos animamos un poco y nos quedamos por el festival pululando y tomando cubatas. Fue entonces cuando llegó el click. El click es ese punto de inflexión, la gota de alcohol que colma el vaso de la sobriedad y provoca una caída en picado hacia el abismal vacío de la borrachera sin límites. Ahí es donde nos encontrábamos en ese momento y es por eso que decidimos aguantar despiertos toda la noche, hasta la hora de coger el avión, aprovechando cada segunda de esta vida que nos había tocado vivir.

Pasaron las horas y vimos a los Nueva Vulcano, a Maga y a los jodidos Australian Blonde tocar, sin duda una mezcla con pelotas. Se acercaba nuestro momento de salir al escenario cuando un tipo de la organización se acercó a Víctor y le preguntó si los Mujeres éramos maricones. Víctor no supo muy bien qué contestar y se limitó a decir “¿Por qué lo dices?”. Entonces el tipo le comentó que nos había encontrado a los cuatro de pie en medio del camerino con los pantalones bajados y sujetando nuestras pollas mientras nos observábamos los unos a los otros a través del reflejo de un enorme espejo. Desconozco el motivo de tal acción pero es cierto que un hombre borracho a punto de rockear es capaz de esto y de mucho más. Por lo que parece el concierto salió bien, así que hicimos nuestro trabajo como jodidos profesionales.

Ciñéndonos a lo que Víctor recuerda de esa noche, después del concierto decidimos hacer la clásica pintada de pared de camerino con el nombre del grupo pero con la diferencia de que el sitio donde tocamos no se trataba de una sala de conciertos al uso ni el camerino era el típico agujero lleno de pintadas, meados y con el suelo pegajoso sino una impoluta sala blanca que irradiaba una confortable sensación de limpieza (no sé, creo que era como un pabellón o algo, algo de cierto nivel, algo institucional). Según Víctor “a falta de rotulador, hicisteis uso de un bote entero de Betadine para llevar a cabo la pintada. Al final quedó una especie de cagarruta mareante que resbalaba baldosas abajo y emitía un fuerte olor a enfermería, con el consecuente enfado de la persona responsable, que entró en la habitación justo cuando estabais posando orgullosos ante vuestra obra para que yo os retratara junto a ella”. Después de esto el camerino fue clausurado.

Bebimos como convictos recién fugados y en un momento de la noche nos acusaron de robarle un pedal de guitarra a Paco Loco pero todo terminó a las 6 de la madrugada, que fue cuando nos invitaron a abandonar el lugar y nos quedamos con una larga y complicada hora muerta en el hotel. Decidimos encerrarnos en la habitación del hotel con el propósito de no dormirnos pasara lo que pasara, era como estar en Vietnam en el turno nocturno de vigilancia, caerse dormido podría suponer la muerte total y absoluta del comando. Pese a nuestras intenciones, la cosa terminó así:

Se podría escribir mucho sobre este vídeo y los elementos que componen la escena. De hecho Víctor es como el pequeño Scorsese de Terrassa, es un maestro a la hora de rodar planos secuencia. De algún modo en este vídeo todo está en su justa medida y cada elemento que aparece tiene su función. Yago durmiendo con sus elegantes gafas de sol mientras la televisión nos brinda la frase de “La mayoría de mujeres queremos vestirnos a la moda, lamentablemente la moda muchas veces no nos favorece”. Martín tumbado con la mochila puesta, como si fuera un tipo responsable pese a estar absolutamente lleno de alcohol. Y luego estoy yo, que bueno, básicamente me quedé dormido mientras intentaba cagar. El instinto cinematográfico de Víctor le hizo cerrar la secuencia con un plano detalle de un cuadro con un atardecer, el ocaso final de un puñado de borrachos. Después de grabar el vídeo Víctor nos despertó y nos llevó hacia el aeropuerto. Todos pensábamos que en un par de horas estaríamos en casa pero entonces apareció Eyjafjallajökull.

El Eyjafjallajökull es ese volcán islandés que esa mañana del 18 de abril decidió resucitar y esparcir sus cenizas por todo el espacio aéreo de media Europa, provocando el cierre de varios aeropuertos, entre ellos el nuestro, el de El Prat. Esa mañana tuvimos que recorrer los entrañables lomos de España a base de autobuses, coches alquilados y con nuestras débiles piernas de borrachos. Llegamos a casa 12 horas más tarde de lo que habíamos calculado, fue un viaje infernal, con una buena resaca –bueno, aún ebrios- y sin haber dormido. Sin duda podemos sacar una buena moraleja de todo esto y es que tomar decisiones incorrectas en momentos concretos puede tener consecuencias desastrosas. No nos teníamos que haber dejado llevar por el impulso de LA FIESTA. Estoy seguro de que ese volcán lo activamos nosotros con nuestra irresponsabilidad, ya sabéis, todo eso de la mariposa y el tsunami.