Amarna Miller es la primera española que aspira convertirse en “Mejor performer extranjera” según los Oscar del porno, los AVN Awards. La nominación corona un año en el que además ha copado portadas de revista, aparecido en programas generalistas de máxima audiencia y debutado en el ruedo editorial con “Manual de psiconáutica” (Lapsus Calami, 2015). Amarna está de moda, ni ella misma lo niega; pero después de escucharla uno tiene la sensación de que ha llegado exactamente adonde quería llegar, cuando quería llegar. Así de claras tiene las ideas. Casi tanto como su discurso, que propone volar por los aires de una vez por todas los clichés asociados al trabajo sexual y la pornografía.
Habla rápido, muy rápido. Va dos preguntas por delante del entrevistador y machaca los conceptos con las manos hasta hacerlos tan digeribles como una papilla. Habría sido la perfecta alumna de los Bescansa, Errejón y compañía, y es probable que las dos horas de charla se hubieran convertido en cuatro si nos hubiéramos metido en política. Pero no tocaba. Lo que tocaba era hablar del porno que queda por hacer, del que ya se ha hecho, de quitarnos las telarañas de encima, de poliamor, de los límites del cuerpo y de psiconáutica. Tocaba hablar de demasiadas cosas y ella recoge el guante sin que se le muevan un milímetro las gafotas de observadora compulsiva.
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¿Cómo aterriza una en los AVN entre miles de escenas y cientos de performers?
Pues la verdad es que no tengo ni la más mínima idea. No es algo sobre lo que tengas control. Es mi primer año rodando en Estados Unidos y no sé cómo se seleccionan las candidaturas. Supongo que lo más lógico es que revisen tu carrera durante el último año y evalúen si has sido una de las mejores. Para mí es un trampolín impresionante, ten en cuenta que en Europa ya llevo unos cuantos años trabajando pero en USA soy prácticamente una newcomer.
¿Son unos premios por y para la industria del porno?
Si, son por y para la industria. Al margen de lo que significa profesionalmente, no creo que tenga demasiada relevancia más allá de la industria pornográfica. No creo que tenga demasiado peso social.
No saldrá en los telediarios.
No, pero esto es lo que quería; hacerme un hueco en Estados Unidos. Era uno de los motivos principales por los que decidí volver a Los Ángeles hace unos meses. Y una nominación para los AVN estaba en mi hoja de ruta, desde luego.
¿Intimida el exceso de atención?
Lo de la atención y la popularidad es algo que todavía no me acabo de creer. En la fiesta de las nominaciones había fans esperándome a la salida del teatro para que les firmase un autógrafo. No paraba de pensar: “¡Pero si yo no soy nadie!”. No me malinterpretes, es fantástico todo lo que estoy consiguiendo, pero no me parece que merezca una reseña especial aparte de por el esfuerzo y el tiempo que he invertido llegar hasta aquí.
Quisiste iniciarte en el porno porque eras muy aficionada al tema. ¿Recuerdas la primera vez que viste una película pornográfica?
Mi primer acercamiento al mundo del porno fue cuando tenía 12 o 13 años. Mientras buscaba cosas antiguas por mi casa encontré unos números antiguos del Víbora, no sé si te acordarás de esa revista…
Pero aquello no era pornografía.
Era una revista pseudo-erótica. No era porno, pero tenía ilustraciones explícitas, y aquello me puso, aunque todavía no sabía lo que significaba estar cachonda, ni sabía por qué mi cuerpo estaba reaccionando así. No le di mayor importancia. La primera vez que vi hardcore de verdad era un poco más mayor, tendría unos 14 años más o menos. Típica historia con Localia, esos canales de televisión perdidos que emitían porno de madrugada…
Qué tiempo tan feliz…
(Risas) Estaba en mi cuarto haciendo zapping, encontrarme con una película porno, que además era lésbica… O de orgías, no me acuerdo… Creo que era lésbica. Y recuerdo que aquello me gustó mucho. Me entusiasmó. Cuando empecé a desarrollarme sexualmente descubrí que tenía la libido muy alta y que era una persona muy sexual. Desde que tuve mi primer ordenador estuve buscando porno, y me sentía -y me siento- una seguidora de la industria. Hay muchas actrices que no ven porno, yo no soy una de ellas. A mí me gusta la pornografía per se. Pero hasta años más tarde no pensé de ninguna manera en hacer algo relacionado con el porno.
Pasan los años y se te va metiendo más en vena…
De adolescente, dedicarme al porno era una fantasía, algo que pasaba por mi mente pero que tampoco pensaba que se fuera a hacer realidad. Cuando cumplí 18 decidí tantear el terreno. Estaba estudiando Bellas Artes, a lo mejor quería ser fotógrafa, a lo mejor quería estar detrás de las cámaras, o delante. Todavía no tenía nada claro, así que mandé un montón de mensajes a productoras españolas para ver qué era lo que me contestaban y qué era lo que me ofrecían, y no me gustó lo que me ofrecieron. Decidí que el porno no era para mí y lo dejé de lado.
Una de las colaboraciones que Amarna ha hecho este año con Nico Bertrand.
¿Qué pasaba con esas ofertas españolas? ¿Seguimos en pañales respecto al porno?
La industria en España no está en pañales, simplemente se regodea en un producto que funciona económicamente, pero… Cómo decirlo sin que la industria me odie por lo que voy a decir… (Risas). A ver, es una industria desarrollada pero el producto ofrece está caduco.
Así que te lo montas por tu cuenta. En el fondo, parece que hay mucho de ‘do it yourself’ en la carrera de Amarna Miller…
Sí, monté Omnia X, mi productora. Aunque incluso en Omnia tardé en decidirme a rodar escenas. Pero cuando me decidí estuve rodando con Omnia, sólo con Omnia, durante un año más o menos. Entonces me contactaron de una productora australiana, AbbyWinters.com, y me preguntaron si quería rodar para ellos. Al principio dudé. Miré su web, me gustó lo que me ofrecían, me gustaron sus contenidos y al final dije que sí. Me fui a Amsterdam, rodé un par de escenas y me encantó. A partir de ahí la cosa fue creciendo. Al principio era un hobby, no era algo a lo que me quisiese dedicar, por eso durante los primeros años de mi carrera no rodé demasiadas escenas ni hice tantas cosas, porque lo estaba compaginando con mil movidas. Que en realidad es lo que hago ahora. Hago otras cosas, escribo, tengo mi blog, trabajo para algunas revistas, pero realmente lo que me da de comer es el porno. Además, gracias al porno puedo viajar a menudo, que es otra de mis grandes pasiones, así que para mí lo tiene todo. Realizo fantasías que en mi vida real serían complicadas de llevar a cabo, tengo sexo con un montón de personas, viajo por el mundo, me pagan por ello. ¡Es el paraíso! (Se ríe).
En esta industria una entra con 18 y a los veintitantos ya hace de madre de alguien. ¿18 años no es una edad jodida para introducirte en una historia que quizá requeriría más madurez? Ojo, lo mismo, o algo parecido, podríamos preguntarle a Lindsay Lohan o Kate Moss. La diferencia es que la pornografía tiene un cierto estigma y esas escenas van a estar ahí siempre.
Me parece delicioso cómo has planteado esta pregunta, porque haces una comparación que está genial. El porno no es diferente de la industria de la moda o del cine, donde las chicas o los chicos entran jóvenes y no saben lo que les espera, lo que pasa es que el porno tiene ese estigma que dices y que está muy presente en la sociedad. Trabajamos con nuestro cuerpo y trabajamos con nuestro sexo, y eso está todavía considerado un tabú. Tú puedes tener 15 años y estar en una pasarela en Milán, anoréxica y jodiéndote la vida, pero nadie se va a quejar de ello. Ahora bien, si tienes 18 años y decides follar delante de una cámara todo el mundo se te echa encima. Me parece irónico e hipócrita…
Pero es la realidad, así que más vale asumirla mientras no cambie.
Sí, en esta industria cuando entras hay que tener claro que tu carrera como actriz es limitada, tienes una fecha de caducidad, y suele ser cuando aún eres bastante joven. Depende de cómo te conserves o cómo de joven o mayor parezcas vas a durar más o menos dentro del negocio. Yo tengo la suerte de que parezco bastante joven. Esta semana me han echado 20 años, y eso me ha hecho muy feliz.
Claro, porque 25 es decrepitud, obsolescencia, Soylent Green…
(Se ríe) Supongo que podré trabajar unos cuantos años más, porque me gusta mucho, la verdad. Pero tienes razón, a los 25 ya se te empieza a considerar mayor para el porno. Y cuando rozas los 30 eres una MILF, aunque no tengas hijos. Pasas al terreno de “sexo con maduras”.
Eso en cuanto a edad biológica, ¿y la madurez?
Lo de la madurez, depende de la chica. Yo con 18 o 19 era bastante madura, tenía bastante claras las consecuencias de lo que quería hacer y cómo quería conducir mi vida, pero depende de la chica. Hay chicas que somos muy maduras a los 18, hay chicas que no lo son. Lo que yo siempre recomiendo es que antes de meterte en el porno pienses qué es lo que quieres hacer exactamente con tu vida, qué consecuencias va a tener esto en tus decisiones futuras. Por ejemplo, si te quieres dedicar a la docencia o a la política no puedes dedicarte al porno.
¿Y el tema de los hijos? Tú no quieres tener hijos, pero habrá alguna que sí quiera.
Es que tengo las ideas muy claras como para saber qué voy a hacer los próximos cinco años. Y no quiero tener hijos. Porque la vida que llevo y que quiero seguir llevando no es compatible con la crianza de niños. Yo lo que no voy a hacer es tener niños para malcriarlos o para dejárselos a los amigos cuando me vaya de fiesta. Me parece una irresponsabilidad. Si decido tener niños es para poder cuidarlos yo, igual que si decido tener un perro es para poder sacarlo a la calle todos los días.
La cuestión es, ¿tener hijos y haber sido actriz porno supondría algún problema? ¿Qué cuentan tus compañeras que han sido madres?
No, no supone ningún problema. A ver, supone un problema a nivel social.
¡Un problemón!
Sí, ese es el principal lastre, por decirlo de alguna manera. Hace poco salió una carta de de una actriz, creo que era Bree Olson, y lo que dejaba entrever, y es algo con lo que estoy de acuerdo, es que el verdadero problema de la pornografía no es la pornografía, el verdadero problema de la pornografía es la puñetera sociedad. El hecho de que por haber pertenecido a una industria en la cual muestras tu sexo, o por haber tenido sexo por dinero, te conviertes en una misfit, ¿no? ¿Cómo se dice…
Una marginada.
Eso, o una repudiada. Una persona usada con la que nadie quiere tener relación. Y esto afecta a tus hijos y a tu maternidad en el caso de que quieras tener críos. Pero el problema no es del porno, el problema es de cómo la gente se plantea el trabajo sexual. Lo ven como inherentemente negativo, como algo que nos convierte en malas mujeres. Me parece que alguien tiene que empezar a romper estos estereotipos. Espero que las actrices que quieren tener hijos puedan romper esos convencionalismos absurdos.
¿La figura de la muñeca rota ha hecho mucho daño a la pornografía?
Es el estereotipo que pesa sobre todas nosotras, y simplemente no es así. Es un tanto por ciento de los casos, como en todas las industrias. Pero no es así en la mayoría de los casos, ni muchísimo menos. Lo que me molesta es que ese cliché de la muñeca rota es la única imagen que flota en el imaginario colectivo. Es lo único en lo que la gente piensa cuando habla de pornografía, sin darse cuenta de que hay muchísimas chicas que se dedican al porno porque quieren, porque les gusta. Como yo. Yo no me dedico a esto por necesidad, lo hago por gusto, porque realmente es a lo que he decidido dedicarme. Podría haber hecho muchísimas otras cosas cuando acabé la carrera pero decidí meterme en el porno, y hay muchas actrices que hacen lo mismo, pero esto se silencia. Por eso me molesta tanto la visión de los medios y cómo se expone nuestro trabajo en documentales, entrevistas y demás, porque al final lo que parece es que todas éramos chicas de 18 años que no sabíamos qué hacer con nuestra vida y de repente llegó alguien y nos dijo: “¡Oh, mira, aquí puedes ganar mucho dinero sin esfuerzo!”. Y nos metimos ahí y todo fue genial hasta que nos enganchamos a la cocaína y todo se fue a la mierda. Es como esa cita: “no dejes que la verdad estropee una buena historia”.
De primero de Periodismo es eso.
Por eso la buena historia no es la de la chica que se mete en el porno porque quiere y lo disfruta, la buena historia es la de la chica que es engañada, lo que o hace sino perpetuar nuestra opinión negativa sobre la sexualidad y sobre la pornografía. Por ejemplo, hace poco relaté mi peor experiencia en el porno. Una experiencia mala, igual que todos habrán tenido experiencias malas en sus trabajos. Mi intención era, igual que cuento todas las cosas buenas que tiene el porno, pues contar también las malas. La gente se dedicó a coger fragmentos de ese post y a colgarlos en otros sitios con titulares como: “¡Hasta Amarna Miller sufre dentro de la pornografía!”.
Tú formas parte de un grupo de actrices, como Sasha Grey, como Stoya, que de repente salen y dicen: oye, que somos cultas, que tenemos estudios, que hasta pensamos. ¿Choca que una mujer que lee a Sartre se dedique al hardcore?
Hombre, a mí no me choca, pero parece ser que, por algún motivo terrorífico, al público generalista sí que le choca. Si eres guapa, es que no eres inteligente; si te dedicas a algo relacionado con tu cuerpo es porque no tienes cerebro suficiente como para hacer algo que requiera de cierta inteligencia. Ya sabes: tan lista no será esta chica cuando ahí está comiendo pollas en pantalla. Y es absurdo, puedes ser lista y guapa a la vez, o todo lo contrario. Y me parece terrible tener que decir esto a estas alturas.
¿Esto no está generando otro cliché, otra moda? Teníamos a la enfermera sexy, a la madura que a pesar de ser madura, ¡oh sorpresa!, tiene ganas de sexo, y ahora llegan las intelectuales.
No sé si estoy de acuerdo con que exista una moda…
¿Hace diez años te hubieran entrevistado en un programa de Antena 3, en prime time, para hablar de otra cosa que no fuera precisamente la historia de terror, las miserias del porno, etcétera, etcétera?
Vale, existe una moda sobre la actriz porno intelectual. Pero fuera de la industria. Dentro de la industria lo que sigue vendiendo es que te hagas la tonta, se busca que no des demasiado juego a nivel intelectual. Y es un problema. Yo recibo mensajes en plan: “Me gustaban mucho tus películas hasta que te vi en una entrevista o te oí hablar, y ya no me puedo masturbar contigo, ya no me excitas”. El hecho de ser una persona con tres cosas de decir, que tampoco soy una superdotada, les corta el rollo. Y es como… ¡Guau! ¡Es terrible! En el momento en que la chica demuestra que no es tonta ya no nos excita sexualmente.
Dime, ¿qué falta en el porno que no se haya hecho ya?
¿De verdad tengo que contestarte a esto?
(Risas) El pueblo quiere saber. Yo no soy el pueblo.
Pues faltan muchísimas cosas. Cosas como las que hacíamos en Omnia X: fotografías artísticas, fotografías con desenfoques, con planos que se salgan del rollo ginecológico. Yo quiero ver imágenes de placer, detalles de los pezones, de la boca; no quiero ver sólo estos planos generales en los que se muestra todo perfectamente y las posturas son incomodísimas. Quiero ver sexo de verdad, no una representación burda y barata de lo que es follar. Es cansino, es todo lo mismo. La iluminación, los planos. Son los mismos cinco planos, son las mismas treinta actrices, la misma representación de una belleza estándar. Quiero ver sombras, quiero ver planos cinematográficos. ¿Por qué apenas existe?
¿Y me preguntas a mí? Si has escrito mi carta a los Reyes Magos.
(Risas) Todo lo que digo existe en un porcentaje tan mínimo que es prácticamente invisible. Una mezcla entre arte, cinematografía y sexo explícito. Hacen falta más mujeres dirigiendo, más transexuales dirigiendo, más lesbianas dirigiendo. No estoy en contra del porno que hay hoy en día, pero hace falta más variedad. Ahora mismo, gran parte del porno está representando las fantasías del hombre occidental, blanco, heterosexual, que en realidad es un nicho de mercado pequeño. Yo soy bisexual y quiero ver a dos chicos follándose entre ellos mientras se follan a la chica. O escenas lésbicas que realmente estén rodadas para lesbianas, para que una chica las disfrute. Las escenas lésbicas que hay por ahí son la fantasía sexual del hombre, en la que siempre tiene que haber un dildo de por medio, un strap-on…
Un símbolo fálico.
Sí, siempre tiene que haber un deseo oculto por el hombre. Incluso en las lesbianas.
Precisamente leí un mensaje de uno de tus fans que decía que si fueras su pareja “aceptaría que hicieras escenas lésbicas, pero, ¿follar con otros tíos?”. Aquí se mezcla esa idealización de lo lésbico con una noción de la fidelidad cuanto menos curiosa.
Seguimos con los estereotipos y los convencionalismos, claro. Porque, por ejemplo, en el tema de la fidelidad lo que tenemos es que redefinir el significado de ese concepto en la sociedad actual. Desde pequeños nos han enseñado que cuando amamos algo tenemos que quedárnoslo para nosotros solos. Si nos gusta esta caja de lapiceros no la compartamos con nadie. Si queremos mucho a esta persona, es nuestra. Nuestra (lo enfatiza). Está mal que esa persona disfrute con otras personas, está mal que tenga sexo con otros, porque, ¿qué pasa si encuentra a alguien con quien disfruta más que conmigo? En vez de sentirnos felices por la otra persona, lo juzgamos. Y he aquí donde viene el verdadero problema y he ahí el porqué yo tengo una relación poliamorosa. Porque no creo que en eso. Si realmente amo a una persona quiero que esa persona sea feliz incluso aunque no sea conmigo…
“Quiero que seas feliz, aunque no sea conmigo”. Eso es de una copla. Pero era una copla muy triste. Trágica.
Será triste porque a la gente le cuesta trabajo entender lo que te estoy diciendo, que puedes amar a una persona y ser feliz cuando esa persona es feliz con otra gente. Mi novio es feliz si yo tengo sexo con otra persona y me lo paso bien, y yo soy feliz si él tiene sexo con otra persona, o si queda con otra chica hacia la que tiene unos sentimientos absolutamente profundos y maravillosos. Me siento bien, porque él está feliz. Aquí está la podredumbre de las relaciones sentimentales; no nos sentimos felices cuando la otra persona es feliz, nos sentimos inseguros, tenemos miedo al rechazo, al abandono.
Se puede follar con otras personas, amar a otras personas. ¿Qué queda, entonces? ¿Alternarse para sacar al perro? Y tú no tienes perro…
(Risas) En mi caso, insisto, hablo por mí, al tener una relación “poliamorosa”, no concibo la exclusividad sexual ni afectiva. Hay unos acuerdos establecidos, y son otros, diferentes, y los cumplimos. Y en mi pareja la fidelidad se basa en otro tipo de cosas. Por ejemplo, tomar precauciones si tenemos relaciones fuera de la pareja, o la comunicación total, contarnos absolutamente todo lo que hacemos o sentimos por otras personas. Esos son nuestros acuerdos. Cosas que hemos hablado y que hemos decidido que funcionan para nosotros.
Esto nos va a costar más asimilarlo que el porno “como un trabajo cualquiera”.
En el fondo todo forma parte de lo mismo. La sociedad y sus reglas.
¿Hablamos de psiconáutica? De tu “Manual de psiconáutica”.
Yo encantada. (Risas)
Antes de meternos en faena… Sin Amarna Miller, sin la nueva sensación del porno, ¿estaría ese libro en la FNAC?
A lo mejor sí. A lo mejor el libro existiría, pero en otros términos. Desde luego, soy consciente de que mi editor estuvo interesado en mí por la fama de Amarna. También te tengo que decir que antes de la primera reunión se había leído toda mi web, todo mi blog, y venía con una serie de posts imprimidos con los textos que más le habían gustado, así que de alguna manera le interesaba la escritora aparte de la actriz porno.
Pero con quien se reunía el editor era con Amarna Miller, no con una desconocida. Ni siquiera con Marina.
Sí, tengo claro que este boom en los medios se produce porque soy la actriz porno que además tiene un discurso, que además puede escribir. También creo que de alguna manera el hecho de firmar este libro como Amarna y no como Marina es un paso hacia la normalización de la sexualidad y hacia la normalización del trabajo sexual. La gente se empeña en encasillarte, especialmente como actriz porno, en este personaje de mujer insaciable, siempre sexualmente activa, siempre deseante, siempre deseada, cuando en realidad yo no soy así… Que ya me ves, que soy una persona absolutamente normal, y estoy con mi sudadera de colorines y mis gafas.
¿Y te preocupa que en el mundillo literario, donde por cierto se jode mucho más que en el porno, no tomen en serio?
¡Me da exactamente igual! Que me tome en serio quien quiera, no estoy aquí para complacer a nadie. Si en el mundo literario no me toman en serio por ser actriz porno, pues es una pena, pero yo creo que mis escritos hablan por mí, y en general las críticas del libro han sido bastante buenas…
El libro es una recopilación de poemas y polaroids, no es una introducción a la psiconaútica ad hoc. Me interesa la psiconauta Amarna.
Es un tema en el que estoy muy metida desde hace mucho tiempo. Por no tirarnos aquí hasta mañana, lo que la psiconáutica propone es que a través de ciertos estados alterados de consciencia se puede acceder a otros niveles de percepción, y se pueden traspasar. Mi libro comienza con una cita de William Blake, “Si las puertas de la percepción se depurasen, todo aparecería a los hombres como realmente es: infinito. Pues el hombre se ha encerrado en sí mismo hasta ver todas las cosas a través de las estrechas rendijas de su caverna”. Esto define especialmente bien lo que la psiconáutica persigue. Estamos muy limitados por lo que percibimos y por lo que pensamos que es real, cuando hay que expandir nuestras ideas y entender que ahí afuera hay muchas más cosas de las que nosotros estamos viendo. Y no me estoy poniendo mística ni espiritual, soy una persona extremadamente empírica y creo en la ciencia, pero me parece que nos limitamos.
¿Lo que te hace a ti levitar es el sexo extremo?
Hace poco escribí un artículo en el que explicaba cómo llegar al trance a través del dolor. Y levantó bastantes ampollas. A través de prácticas sexuales duras se puede acceder a otros estados de consciencia que no son los que normalmente sentimos. En mi caso personal, a través del masoquismo. Yo me considero masoquista, y gracias al masoquismo puedo llegar a estados de consciencia que me son muy complicados de alcanzar en mi vida cotidiana.
Me acaba de surgir una duda. No sobre psiconáutica sino sobre tus lectores. ¿Es distinto el perfil del fan que va a una firma de libros del que te sigue como símbolo sexual? ¿Más tías que tíos en las librerías?
Bueno, tengo que decir que la mayoría de la gente que viene a las firmas de mis libros o a las presentaciones me sigue por mis escritos, por mi discurso, no por mi carrera como actriz porno. De hecho, cuando la gente que sigue mi carrera de actriz me reconoce por la calle normalmente no me lo dicen, porque les da vergüenza.
Porque básicamente es gente que se masturba con tus películas.
Eso es. Les da vergüenza exactamente eso: admitir que son personas que se masturban con mi cuerpo, con mi cara. Es gente que después me manda mensajes por Twitter, en plan: “¡Hoy estabas en la Puerta del Sol con una camiseta de Pikachu!”. Y sí, ¡esa era yo! (Risas)
Entiendo que esto sucede con ellos. ¿Con ellas es distinto?
Totalmente. Me sorprende tener una base de fans, mujeres, chicas relativamente jóvenes, de entre 16 y 18 años, que me escriben bastante a menudo preguntándome por cuestiones sexuales, o por cómo afronté el salir del armario ante mis padres.
Como un consultorio. Amarna reponde.
Sí, pidiéndome consejos como muy personales. Y me parece fabuloso, porque de alguna manera estoy abriendo un poco las puertas a la idea de que se puede ser mujer, se puede ser sexualmente activa y se puede hacer lo que a una le gusta sin que tenga nada de malo.
Y ahora quieres ganar un concurso para viajar por Sudamérica durante tres meses. Venga, tú debes de tener pasta para eso y para más.
¡Que en el porno no se gana tanto como la gente se piensa! Pero el concurso, ya que lo mencionas…
(Risas).
Hombre, ¿no has dicho antes que el pueblo quiere saber?
(Risas) Así es…
Pues tienen que saber que, además de que no tengo ni de coña tanto dinero como para permitirme algo así, el concurso va sobre gente aventurera que quiera viajar tres meses por Sudamérica. Tienes que demostrar si eres un verdadero aventurero, y si lo eres ganas el concurso. Y yo desde luego me considero una verdadera aventurera, entonces… ¿Por qué no tengo derecho a participar en él?
Todo el derecho. Te votaremos y haremos retweet. Por cierto, dinero no sé si tendrás, pero lo que te sobra es ambición.
Sí, soy extremadamente ambiciosa. Cuando era pequeña mi padre me decía que, menos vencer a la muerte, todo en esta vida se puede conseguir si empleas el esfuerzo y la táctica adecuada. Es una frase que se me ha quedado grabada en la cabeza y que intento poner en práctica durante cada segundo de mi existencia. Doy el 100% de mí en todo lo que hago.
Pero unos ambicionan la fama, otros la pasta, otros eso que llaman felicidad. ¿Qué ambicionas tú?
Lo que busco en este momento es tener el suficiente dinero como para no preocuparme por el dinero. Poder viajar y decidir sobre mi vida con libertad. Quiero hacer lo que me hace feliz, y aunque suene fácil no lo es tanto. ¡En ello estoy!