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Me gusta hablar de la vieja y original escuela del Bronx en los años setenta porque el hip hop como lo conocemos no tiene mucho que ver con la subcultura adolescente de la que surgió. En muchos sentidos es más parecido Pablito Mix a la vieja escuela, por ejemplo, y lo que representa, que los raperos actuales. El hip hop de hoy es un señor neurótico y medio prepotente, pero en esas épocas era un morrito bien trucha y sin miedo a ser él mismo. Y con ello quiero decir que en el Bronx de los setenta surgió algo nuevo del lugar menos pensado y fue algo que, no sólo prendió mecha incontrolablemente, sino que resultaba lo más odioso del mundo para prácticamente cualquier persona que no estuviera involucrada. Como con Pablito. Y si alguien argumenta que Pablito Mix es sólo una moda pasajera y el hip hop no lo fue, no hay que olvidar que el hip hop durante muchos y largos años, fue tratado exclusivamente como eso. Aquí más bien es una cuestión de bueno y mal gusto y de la degradación que ha sufrido la pulpa del pop desde esas épocas hasta ahora: sí, había mejor gusto en general en los setenta; en gran medida, porque era mucho más pedo hacer cosas. Pero bueno, esa como sea, es otra discusión.
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La ciudad de Nueva York en esa década ha echado raíces en el subconsciente colectivo del pop como un arquetipo de abandono y devastación: el viejo oeste en la costa este. Lo más cercano que estuvo Nueva York al hippismo fue The Velvet Underground cantando sobre heroína; lo que es bastante alejado. En los setenta Nueva York vio nacer y crecer escenas como el punk en CBGB, el disco en Studio 54, el hip hop en el Bronx, la salsa de Fania en Manhattan: pura fiesta dura. Era un lugar extravagante, sin dinero, sin infraestructura, sin programas sociales, con los niveles de criminalidad más altos en Estados Unidos y el Ingreso Per Cápita más bajo.
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La mitología en este caso es lo más romántica: con el más adverso escenario de fondo, unos morros hicieron su propio circuito de fiestas clandestinas y al hacerlo, como eran invisibles, pudieron desarrollar rápidamente códigos de música, baile, vestimenta, actitud y referentes, que terminaron por germinar en disciplinas artísticas definidas y, posteriormente, por convertirse una estética dominante de la cultura global. Pero lo único que tenían a la mano esos morros eran tornamesas. La mayoría prestadas. Ni siquiera tenían programas de educación musical o bandas de escuela y, por supuesto, comprar instrumentos era muy caro. Las circunstancias los obligaron redefinir su entorno a partir de los elementos más inmediatos. Lo que sucedió fue posteriormente conceptualizado como colonialismo a la inversa: una reivindicación social y, a la larga, histórica, surgida de la carencia; sin duda uno de los más importantes atributos del hip hop como fenómeno cultural.
Y todo comenzó en las tornas porque lo único que se podía hacer en Nueva York en los años setenta era echar desmadre. Para lo cual, la música es el único elemento necesario. La razón principal detrás de querer hacer fiestas era que la oferta de vida nocturna era muy cara para los bolsillos de esta juventud oculta ante su sociedad; no sólo las discos eran caras, sino que tenían códigos de etiqueta para entrar, tenías que ser mayor de edad y la música era predominantemente disco. Pues también recordemos que otra de las grandes aportaciones de los dj’s del Bronx en los setenta a la música popular fue la revaloración del funk y el soul como piedra angular de un sonido que terminaría por ser el del hip hop; postura que surgió en contraposición a la música disco de la época.
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Pero aun así, si una trompeta era impensable, muy pocos tenían acceso a comprar un equipo de sonido. Podría incluso argumentarse que el hip hop nació porque a un adolescente que sí tenía un equipo de sonido en su casa, el de su papá, se le ocurrió comenzar a hacer fiestas en la calle una vez que vio que funcionaban las que había hecho en su departamento. Ese adolescente era Kool Dj Herc, quien había pasado su infancia en Trenchtown, Jamaica, en el mismo vecindario donde grabaron Los Wailers algunos de sus éxitos imperecederos. Este hecho es crucial porque el padre arquitecto fundador del hip hop conoció de niño la cultura de los sonideros jamaiquinos y cuando comenzó a organizar sus propias fiestas unos años después, este fue el modelo que siguió: bocinas intervenidas para lograr máxima potencia y alguien en el micrófono animando la fiesta.
Del 74 al 77, el hip hop vivió sus años de gestación. Los dj’s son la figura central del hip hop en su primera faceta, porque la música a todo volumen en la calle era el principal motor de la flamante subcultura. Estos primeros cuatro años son una especie de big bang en donde los cuatro elementos fundacionales de la cultura eran un todo, un sólo punto de densidad absoluta bulliendo en las calles en conjunto y que incluía: el baile, b-boying; la pintura, graffiti; la música, djing; y la palabra, mcing. Si todo en esta época giraba alrededor de las fiestas, estas dependían directamente del Dj. Y ser Dj era el único elemento de los cuatro que costaba dinero (no hay que olvidar que toda la pintura utilizada en el graffiti de esta época era robada). Por ello, durante estos primeros cuatro años hubo en realidad pocos crews de hip hop. Y el hip hop surgió gracias a que eran pocos y, por ende, no eran tantas las fiestas que se organizaban. Era, digamos, un ambiente relativamente controlado. Un laboratorio.
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Los crews de hip hop hasta antes del 77 eran: Kool Dj Herc & The Herculoids, Afrika Bambaataa & The SoulSonic Force (después Zulu Nation), Grandmaster Flash & The Furious Five, Disco Wiz y Grandmaster Caz (el primer dúo de dj’s en la historia del hip hop), y los Funky Four Plus One, que se formaron a fines de 1976. Existían otros dj’s en Nueva York en esas épocas que fueron de gran relevancia para la gestación del hip hop: Dj Hollywood, Pete Dj Jones o Grandmaster Flowers, pero eran de Manhattan o Brooklyn y tocaban en las discotecas, es decir, tenían otro circuito, y ninguno de ellos creó las técnicas del dj de hip hop.
Todo esto ha sido bastante documentado, en realidad, pero no se suele recalcar el hecho de que fueron ellos y no otros por cuestiones externas, como la posibilidad de acceder a una tornamesa. O la posibilidad de comprar vinilos para rayarlos y que nadie se inmutara. Son circunstancias accidentales que en esa época y lugar eran en realidad difíciles de crear. Por ello esa primera época es tan especial: requirió de una serie de condiciones específicas que después no fue posible volver a replicar.
Y en gran medida, no fue posible volver a replicarlas por un evento que no tiene nada que ver con la música.
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En el anochecer del 13 de julio de 1977 hubo un apagón que dejó a toda la ciudad de Nueva York sin electricidad durante 24 horas. Este suceso que tiene que ver con el azar y el dinero, debe ser comprendido en la historia de la música popular como uno de sus grandes hitos (como cuando los Beatles fueron al show de Ed Sullivan o Woodstock). Exactamente a las 8:37 de la noche del día 13 de julio de 1977 cayó un rayo en una sub-estación de electricidad en el río Hudson. A los pocos minutos cayó otro rayo en unas líneas de transmisión. Y después cayó un tercero en otra estación. Exactamente una hora después, la luz se había ido en todo Nueva York. La luz regresó a la noche siguiente. En la memoria, el apagón del 77 se convirtió en el símbolo más elocuente de una ciudad ruidosamente en quiebra. Y fue un momento que se vivió de diferentes modos a lo largo de la ciudad. En Manhatan el ambiente fue festivo al principio, con gente bebiendo en las calles y compartiendo comida y bebida refrigerada para no desperdiciarla, los taxis iluminando los dinners y en general, como “un mardi grass para ciegos”, según un testimonio; pero al otro día el ambiente de fiesta se convirtió en angustia y desesperación.
Sin embargo, en otros lugares como el Bronx, las cosas fueron sumamente distintas desde el inicio. El apagón fue la Navidad. La banda hizo un festín en las tiendas como nunca se había visto. A tal grado fue el robo y el saqueo, que provocó el arresto masivo más grande en la historia de Nueva York: 3700 arrestos. 1616 tiendas fueron saqueadas, 550 policías fueron heridos, se provocaron 1037 incendios y en una agencia de Buicks del Bronx, se robaron 50 coches. Los costos a la ciudad al otro día ascendieron a 300 millones de dólares. Todo en una noche.
La gran relevancia del apagón de 1977 en la hsitoria del hip hop es que lo que más se robó la banda fueron tornamesas y equipos de sonido: el giro de tiendas más afectado fue el de aparatos electrónicos. En palabras de Disco Wiz: “antes del apagón, había tres o cuatro crews de hip hop en la ciudad. Después del apagón, había uno en cada cuadra”. Y básicamente. Nada más que agregar. Es realmente prodigioso pensar que el desarrollo de los estilos que comenzó a surgir a partir de este año, se debió a un apagón, y no tanto por el apagón como tal, sino a la rapiña que provocó. Un saqueo masivo permitió el nacimiento de la revolución del hip hop. Es interesante reflexionar en lo azaroso del hecho: si el apagón hubiera comenzado en la mañana y no al anochecer, probablemente la rapiña hubiera sido evitada por completo y entonces el hip hop hubiera tenido un desarrollo necesariamente muy diferente.
Traecherous Three, Crash Crew, Fearles Four, Spoonie Gee, Busy Bee, Kool Moe Dee, Double Trouble, Whodini, The Fantastic Five… todos estos nombres surgieron después del apagón. Del apagón a que el hip hop saliera del Bronx y llegara a los oídos de Sylvia Robinson, la productora de “Rapper´s Delight”, pasaron menos de dos años. Y ya hablé de “Rapper’s Delight” en otro post y de lo que significa en la historia del hip hop. También, gracias al apagón, el enfoque cambió de estar en el dj a poder estar en los MC’s, justo porque ahora había más crews de hip hop: la competencia permitió desarrollar nuevos estilos, pues al haber aumentado considerablemente la oferta, los crews tuvieron que elevar su chi. Lo que realmente prendió la mecha.
Fue una reacción en cadena clarísima y que no ha terminado. Es decir, Jay-Z le debe parte de su fortuna a un fortuito hecho debido a la bancarrota de la ciudad que tanto ama. De algún modo. O en otra dimensión. En todo caso, una vez más el “mantenlo real” que tanto mamamos puede ser visto en una dimensión de menos un poquito más exacta.
Puedes ver abajo un increíble documental sobre Nueva York en ese año llamado NY 77 Coolest Year In Hell, aunque no tiene subtítulos en español.