Música

El arte de alistar los instrumentos: Una charla con Erick “Dragón”

Erick Dragón Staff

Si hace 30 años alguien le hubiera dicho a Erick que su futuro le deparaba estar sobre los escenarios musicales más importantes del país, lo hubiera creído. En ese entonces, a sus 13 años y con los covers de Nirvana, Soda Stereo y Black Sabbath que tocaba con sus amigos de la secundaria, ya se imaginaba exponiendo sus propias canciones frente a miles de personas.

Al final su imaginación no resultó tan disparatada: actualmente, con casi 44 años, anda sobre escenarios reconocidos pero no como músico; su caminó lo llevó a estar a cargo del equipo e instrumentos: es un staff, uno de los pilares en los cuales se sostiene la producción de música en vivo, y una figura que no recibe reconocimiento en la industria musical.

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Riesgo de Contagio, La Castañeda, Resorte, Víctimas del Doctor Cerebro, Las Ultrasónicas, Veo Muertos, Lost Acapulco, Agrupación Cariño y Little Jesús, son algunas de las bandas con las que Erick ha trabajado o trabaja. Además, durante 9 años fue encargado de escenario en el desaparecido Imperial y desde hace 3 realiza la misma labor en el Foro Bizarro.

A su modo logró su sueño y de paso se ganó un mote con el que ahora todos los conocen: Dragón, un artista en alistar los instrumentos.

Salió de Neza y se contagió

Un concierto del Tri fue el parteagüas en la vida de Dragón. Tenía 13 años cuando se escapó de Nezahualcóyotl, su barrio, junto con sus amigos de la escuela para ir al Teatro Blanquita a ver al inquebrantable Alex Lora. “Como Bart Simpson, cuando salí dije: ‘Yo quiero ser roquero, esto es lo mío’”.

Entonces ya no lo sacaron de los conciertos: “Juntaba mi lana y procuraba ir a los que me alcanzara”. Aunque era bueno en la escuela, no continuó sus estudios más allá de la secundaria. Su mamá entendió su deserción escolar pues intuía que el camino de su hijo estaría vinculado a los sonidos: “Mi mamá cuenta que cuando no sabía ni hablar y estaba durmiendo, sonaba en la radio una canción de los Rolling Stones, me paraba, la cantaba y me volvía a dormir. Ya lo traía, era mi destino”.

En los años noventa Ricardo Bravo, en ese entonces director de la revista Nuestro Rock, realizó un festival llamado Toca Pa’ Lola que tuvo su primera edición en un lugar frente al Cine Opera. “Yo quería ver a Riesgo de Contagio. Los conocí porque salían en un programa en Rock 101 que se llamaba Radio Bestias, con Uili Damage y Nacho Desorden. Programaban una rola de Riesgo que me gustaba y decía: ‘Esos güeyes están chidos, los quiero ver’. Entonces me enteré que iban a tocar en ese festival y fui”.

“Llegué y vi que andaban bien atareados en el cambio, entonces les dije: ‘¿Qué pedo, les ayudo?’. ‘Sí güey, ¿si le sabes? Ayúdale al baterista’. Les ayudé y me dice el baterista: ‘¡Ay güey, conoces todo!’. ‘Pues yo soy baterista’. Tocaron, acabó el show, ayudé a guardar sus cosas y me dicen: ‘¿Quieres trabajar con nosotros?’. Dije: ‘Sí güey, no mames, ya chingué. Ahora me van a pagar por venir a conciertos’”.

A los 18 años Erick se convirtió en staff de una de sus bandas favoritas.

Dragón

Desde que entró con Riesgo Erick ya se manejaba con disciplina, por eso pronto recibió la invitación de La Castañeda para trabajar con ellos. “Luego anduve en las Ultras, las Victimas… De repente las bandas me iban viendo u otro staff me pedía ayuda con tal banda”, recuerda.

Actualmente contabiliza una trayectoria como staff ‘de fijo’ en casi 30 bandas y ha estado con varias centenas de forma pasajera por su labor en foros o festivales.

El apodo le cayó en su etapa con las Victimas del Doctor Cerebro: “Decían: ‘¿Cómo le hace para coger este güey? Pues como el dragón de cómodo: muerde a la vieja, la sigue por días y ya que muere se la coge’. Y se quedó Dragón”.

Resorte, Agrupación Cariño, Los Acapulco y Little Jesus son algunos de los proyectos actuales del también fanático de Led Zepellin. Recuerda cómo llego a los dos últimos: “Estaba con Los Infierno e iban a tocar en un Vive onda 6 de la tarde, pero me fui temprano a ver bandas. Entonces me habla Crunchy: ‘Hazme un paro, no llega mi técnico de Lost Acapulco, ¿me echas la mano?’. Y sí: entro, hago Lost, acaba el show y me dice el manager: ‘¿Te quedas?’. De eso hace unos 6 años.

Con Little Jesus me llamó un amigo que se llama Lucio. Cagadamente mi primer show con Little Jesus fue con los Rolling Stones. Me dijo (Lucio): ‘Voy a necesitar un güey que me ayude para los Rolling’. Con los Little nos conocíamos del Imperial pero no éramos amigos, era de hola y adiós. Pero hice las dos fechas (con los Rolling) y de ahí me dijeron ‘¿Te quieres quedar con nosotros?’”.

Respecto a si le gustaría trabajar con esa primera banda que lo motivó a clavarse en la música, el Tri, Dragón dice que no porque “las bandas viejas ya están muy mañadas (sic), ya no hay forma de cambiar su forma de trabajar. No se acostumbran a cosas que tienen que fluir, no entienden ese pedo. Se vuelven mañosas de ‘Así lo he usado siempre, por qué voy a cambiar’. Por eso yo prefiero trabajar con staffs que con músicos, hablamos el mismo idioma”.

El arte de alistar los instrumentos

Dragón recuerda cómo fue diversificando su trabajo en el escenario: “Cuando empecé hacía baterías porque soy baterista, pero la primera vez que me tocó hacer a un guitarrista fue porque un técnico no fue, entonces me dijeron: ‘¿Te la rifas?’. Y dije: ‘Pues va, si ese güey puede yo también’. Conecté, sonó y a la hora de la afinada le hablé a un cuate, me dijo cómo se afinaba y chingón, salió bien”. Y es que afirma que un staff en México debe hacer de todo “pa´ comer”.

También dice que en esta chamba se debe cultivar la disciplina: “Cuando me dicen: ‘Tienes 10 minutos para conectar una banda’, no le contesto ni a mi madre. Soy muy estricto en el escenario y algunos lo toman muy personal, pero es su pedo. Nomás es trabajo. Me pasó hace poco que un güey se emputó porque quité los micros en chinga. Estaba de ‘No te puedes esperar, bla, bla’, y a la tercera le dije: ‘Bájale de huevos o va a valer verga’. Ya como que lo pensó y se hizo pendejo. Yo dejo que ladren, no hay pedo, pero no soy pendejo. A veces creen que por ellos estás aquí pero no, estás aquí porque chambeas. Hay güeyes que tocan en una banda que ni su madre vino a ver y sienten que cagan muy ancho, y son los pendejos que nunca va a pasar nada con ellos”.

Además, hay que tener aguante: “Recuerdo un Vive Latino que hice 5 bandas en un día. Llegué y hasta que acabé, pregunté: ‘¿Qué comimos?’. Y otro güey me respondió: ‘Pues ni desayunamos’. Eran como las doce de la noche, todo el día anduve en putiza”.

Aunque en esta labor no se está exento de errores: “Estaba en un espacio muy chico y sin querer le pegué al bajo; entonces, cuando se lo pasé al bajista, sonó desafinado. Aquí hay que aceptar los regaños. Tengo muchos amigos en el medio que, cuando están de jefes de escenario, me chingan como cuándo yo estoy de jefe de escenario. No es personal, nos bajamos y nos seguimos queriendo, pero arriba es en corto”.

Pero la responsabilidad de que el sonido resulte óptimo también es de las bandas. Dragón ha sido testigo de situaciones que ponen en evidencia la ignorancia de algunos pseudo-músicos: “Un güey se conecta y me dice: ‘No sueno’. Y le digo: ‘Si prendes el ampli a lo mejor suenas. A lo mejor’. O los que conectan a la inversa su pedalera y dicen ‘No sirve el ampli’. Es lo primero que hacen, culpar a los demás”.

Para ser un staff profesional, el mejor consejo-principio de Dragón es no ver el dinero como prioridad: “Lo último que me importa es el dinero. Que sí, se va dando, pero es el resultado de. Me interesa más que la banda esté chingón, que estén felices tocando. Si la banda está feliz lo transmite a la gente. Cuando una banda suena bien, regresa el público y beneficia a todos”.

De la salsa a lo bizarro

La trayectoria de Dragón en los foros comenzó acomodando orquestas y sorteando parejas bailarinas: “Trabajé hace unos 13 años en el que ahora es el Sala porque antes era un antro salsero”.

Luego pasó a El Imperial. “El dueño, Atto, tenía una banda que se llamaba Atto and The Majestics. Yo trabajaba con una banda que se llamaba Veo Muertos y Jorge González era su manager. Luego él (Jorge) me dijo: ‘Ando moviendo a un güey que se llama Atto, ¿te jalas?’. Y sí, trabajé con Atto unos 3 años en sus shows. Un día (Atto) me dijo: ‘¿Si te doy chamba le entras? Ahí tengo un plan’. Pasó un año y fue de ‘Ya se hizo, jálate’. Se hizo El Imperial”.

En El Imperial Dragón trabajaba de martes a sábado en un horario que iba de las 5, 6 de la tarde hasta las 2, 3 de la mañana. Así estuvo 9 años.

“Salí en un recorte de personal año y medio antes de que cerrara. El rock no deja dinero y pues manejar un antro como El Imperial generaba muchos gastos. Lo mantuvieron hasta donde pudieron. Entre personal de día, de noche y la seguridad, trabajábamos casi 50 personas. Salí sin broncas. El día que me dijeron: ‘Te vas por la puerta grande’, pues como los grandes. El Imperial vive en mi corazón”.

Tras el cierre del Imperial, Gustavo, dueño del Foro Bizarro, se acercó a Dragón para invitarlo a encargarse de su escenario: “Ya llevó ahí tres años”.

Perspectivas

Las casi 3 décadas que lleva Dragón inmerso en las entrañas de los escenarios-bandas le han permitido formarse opiniones puntuales respecto a varios temas.

Sobre la situación actual de la música en la Ciudad de México: “Siento que estamos un poco en crisis pero nos la hemos buscado. Ahora cualquier güey en su casa graba un disco y eso ha hecho que se pierda calidad. Creo que hace falta un filtro para eso, que no todo pase. Tengo un dicho: ‘Nunca digas que eres fan de una banda hasta que no los veas en vivo’. Me he llevado cada decepción”.

Sobre los medios musicales: “Son de alabar. No digo que sean de criticar pero hay que ser justos con lo que está bien hecho o mal hecho. También muchas bandas se lo toman todo muy personal y no es que le tengan que gustar a todos”.

Sobre la posibilidad de que se encumbren nuevas bandas: “Ya no hay bandas llena-estadio porque ya no hay gente compra-discos. A mí me tocó la etapa donde los discos no llegaban a México; de que un amigo de un vecino fue al gabacho, compró el disco, nos lo grabó en casete y a oírlo. Esa generación que llenaba estadios era porque consumía discos”.

Sobre el reggaetón: “Si vives del momento, te vas en el momento. Las modas pasan. Entonces nunca te subas a la moda si no quieres pasar. Los clásicos son eternos. Pero está bien si les gusta, está chido”.

Y sobre por qué seguir siendo un artista de alistar los instrumentos: “No importa lo cansado que esté o los días que lleve sin dormir: cuando llegó a un escenario vuelvo a revivir, la energía de la gente me vuelve a dar. Una anécdota: una vez venía con un músico en la camioneta, creo de Durango, y veníamos todos crudotes. Me dice: ‘No mames, hubiera sido doctor’. Y le digo: ‘Yo también’. Pasó el tiempo e iban a tocar en el Vive Latino. Entonces, cuando estaba por salir al escenario con miles de personas, le colgué la guitarra y le dije: ‘El doctor no tendría esto’”.

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