Desperté y, como cualquier otro día, lo primero que hice fue meterme a Instagram, donde me encontré con que mi prima había subido una foto de mi abuela a sus 30 años con el hashtag #goodbyegrandma. No supe si comentar ‘nos vemos en el funeral’, o simplemente :,(. Algo no estaba bien
Me he enterado de varias muertes por Facebook, como probablemente mucha gente. No estoy segura de qué pensar al respecto, pero el caso de mi abuela me pareció patético y me hizo pensar en dos cosas:
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Primero, que tal vez fue mi culpa por revisar mis redes sociales cada mañana antes de hacer cualquier otra cosa. Lo segundo fue preguntarme sobre la necesidad que tenemos de comunicar en internet cualquier cosa en el segundo que ocurre.
La idea de ser adicto a internet es relativamente nueva por lo que muchos científicos no la aceptan. Pero en China existen al rededor de 300 clínicas para tratar a personas con ese problema. Una de estas es el Centro de Desintoxicación de la Adicción a Internet en Daxing, Pekín. Según un artículo de El País este lugar utiliza terapia sicológica, medicamentos y técnicas militares para tratar a los adictos. Su fundador, Tao Ran, es psiquiatra y al mismo tiempo coronel del Ejército Popular de Liberación Chino. Este hombre asegura que la adicción a internet crea problemas cerebrales que se asemejan a los desarrollados por el consumo de heroína; es por eso que a los juegos en línea les llama ‘heroína electrónica’.
La mayoría de las personas que asisten a esta clínica son jóvenes obligados por sus padres para que lleven una vida alejada de cualquier aparato electrónico por un tiempo: adiós a la pornografía y las fotos de gatitos. Los visten como militares y si llegan a tener algún episodio violento es posible que los médicos usen tranquilizantes e inclusive lleguen a atarlos. Es como una especie de campamento para gordos; pues sí, estar tantas horas en la computadora puede llegar a causar ese tipo de trastornos alimenticios, así como problemas de vista y espalda.
Muchas veces el mundo que tenemos dentro de la red es mejor que el que existe fuera de ésta; los chingos de likes en nuestras selfies, los 2,300 amigos de Facebook y los matches de Tinder nos hacen sentir retechulos. El primer doctor del Reino Unido en tratar a una persona considerada adicta a internet, Richard Graham, asemeja estos estímulos cibernéticos con lo que sucede dentro de la mente de un ludópada cuando gana. También dice que vivimos en un mundo más confuso que antes y que esto causa depresiones o problemas de ánimo que pueden derivar en un excesivo uso de las tecnologías y no en una adicción. El tratamiento que él usa varía en cada persona, a diferencia de la clínica fundada por Tao Ran en la que son sometidos a una rutina casi militar.
Entonces, ¿qué es la adicción a internet? Tanto Tao Ran como Richard Graham hablan de los juegos, aunque yo ni siquiera le entro al Candy Crush. Por eso decidí hablar con algunos psicólogos para intentar entender mejor esta patología:
La adicción a internet implica muchas cosas: existe el que se pasa horas con los dedos llenos de cheetos apostando detrás de cualquier pantalla, pero también está el que se mete a Facebook cuando caga para ver si alguien comentó en el estado que publicó antes de bajarse los pantalones.
El juego y las redes sociales son cosas diferentes, pero hay quienes trabajan de la misma manera las adicciones a ambas. La American Psychological Association dice que el juego crea un trastorno del control de los impulsos, por lo tanto no es una adicción. En cambio, la señorita del Centro Nacional para la Prevención y el Control de la Adicciones sustenta que todo puede ser una adicción. Por lo mismo no hay una única autoridad que determine quién puede diagnosticarse y si realmente se trata de una adicción.
Pero vamos… sea o no una adicción, seamos o no adictos, podría ser que a veces sí abusamos del internet. No es que pasemos 20 horas jugando World of Warcraft como la mayoría de los niños que entran a al Centro de Desintoxicación de la Adicción a Internet. Puede ser que tampoco estemos cinco o seis horas en línea haciendo cosas que no se relacionen con el estudio o el trabajo. Pero… #goodbyegrandma. Hace unos años también me enteré por Facebook que mi media hermana tuvo un hijo; le pregunté a algunas personas si, al igual que yo, se han enterado de eventos personales por internet: algunos dijeron que su mejor amiga de la universidad ya es mamá; otros, que la chica con la que salían ya tenía hijos; qué su prima se había casado; y la clásica de que alguien se comprometió.
Tal vez enterarte de la muerte de un pariente por Instagram será cada vez más normal. Tal vez compartir el desayuno en Facebook nos hace sentir importantes. Lo cierto es que el trato con la gente es más impersonal y nos lleva a sextear, opinar con likes y felicitar a los cumpleañeros en su wall; esto puede ser positivo o no. La publicidad nos dice que las tecnologías nos acercan a nuestros seres queridos, pero más bien han hecho que nuestras relaciones más cercanas sean con un dispositivo electrónico y no con nuestras primas o abuelas.
#goodbyegradma, te extrañaré.