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El ‘espectáculo del exceso’: la lucha libre profesional

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“Cuando las personas dejan a un lado sus creencias y ponen su atención en la lucha libre, permiten que los luchadores se conviertan en dioses”. Este comentario no es la muestra del ego supremo de Chris Renfrew, uno de los luchadores indie más exitosos de Escocia. Más bien se trata de una honesta respuesta al ensayo El mundo del catch, escrito por Roland Barthes en 1972. Barthes fue uno de los teóricos más influyentes del Siglo XX. Su obra tuvo un impacto enorme en un gran número de ámbitos, incluyendo la crítica literaria, los estudios de teatro y la lingüística. También era un gran fan de la lucha libre.

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Barthes afirma que, encima del ring, los luchadores son “la llave que penetra en la naturaleza, el gesto puro que divide al Bien del Mal”. El comentario de Renfrew destaca dos puntos: uno, la pasión que el excampeón de peso pesado de Insane Championship Wrestling tiene por su trabajo; y dos, el carácter progresista de las ideas de Barthes sobre la lucha libre.

Chris Renfrew // Imagen cortesía de ICW

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En 1972, la primera edición de Wrestlemania estaba aún a 13 años de distancia, y la noción de organizar un show en un recinto del tamaño del Citrus Bowl de Florida —lugar donde se ha llevado a cabo Wrestlemania este año— era considerada una locura para todos los involucrados en la industria.

Aunque sin duda Barthes estaría sorprendido por el estado de la lucha libre en el 2017, ¿podría decirse que sus observaciones de hace años son irrelevantes ahora? Probablemente no. El ensayo empieza de la siguiente manera: “La virtud de toda lucha libre en general es que se trata de un espectáculo del exceso” ¿Qué opina Renshaw? “Definitivamente”, responde. “Todo es y seguirá siendo un exceso en el mundo de la lucha libre”.

Es difícil discutir con una conclusión así. Ya sea que estés presenciando un espectáculo en el Electric Ballroom de Camden o en el AT&T Stadium de Texas, es imposible no sentir que eres testigo de algo construido con palabras y acciones exageradas.Pocos luchadores encarnan esta idea como Triple H. Sus caminatas hacia el ring en Wrestlemania suelen ser grandilocuentes y exageradas de una forma que Barthes jamás podría imaginar pero, en esencia, es el “espectáculo del exceso” que conoció. De hecho, Triple H es un luchador que Barthes consideraría peculiarmente reconocible. El teórico argumentaba que para que las historias en la lucha libre fuesen todo un éxito, el villano o “rudo”, en la jerga de este deporte, debe ser la imagen de un “bastardo perfecto”. Triple H es todo esto y más.

Triple H, luchador cuyo carácter sería claramente reconocible para Barthes // PA Images

Hace unos meses, Triple H fue responsable, indirectamente, de lesionar a Seth Rollins hasta el punto de ausentarle de Wrestlemania. Rollins ya estaba lesionado, pero cuando todo el mundo creía que se recuperaría, Triple H agravó la lesión su lesión deliberada y metódicamente. Este lunes, Triple H incitó a Rollins a dejar de lado sus derechos como empleado, a pesar de no haber sido dado de alta por el médico, y buscar su revancha este domingo. Rollins mordió el anzuelo pero, antes de firmar el acuerdo, Triple H lo atacó con la intención de lesionarlo de nuevo.

Me he dedicado a contar lo que pasó de forma subjetiva porque estoy del lado de Rollins. Triple H es el villano, el “bastardo perfecto”. Aunque, obviamente, Triple H (cuyo nombre verdadero es Paul Levesque) en realidad no es así, es sólo parte del personaje que interpreta. Barthes entendió esto y escribió: “La función del luchador no es ganar; es experimentar las emociones que se esperan de él”. Las expectativas que depositamos sobre Triple H es verlo actuar como un gañán y nos gusta porque reivindica nuestro deseo de ver a sus víctimas vengarse.

Está claro que Renfrew piensa, instintivamente, de esa manera también. Cuando le pregunto cómo sabe que ha hecho un buen trabajo después de una función, me contesta: “Si el público reacciona de la forma que quiero. La clave está en la audiencia y sus reacciones, si me abuchean por algo que hago en el ring, entonces sé que lo he hecho bien”.

Es fácil imaginarse a Barthes disfrutando el exceso en Wrestlemania // PA Image

Sería imposible para los luchadores producir dicha reacción si no se ajustaran al sentir del público de la manera que Renshaw lo hace. Pero en esto quizá es donde existe la divergencia más grande entre nuestra época y la de Barthes. Renfrew opina al respecto: “El ascenso del antihéroe ha cambiado el código moral del villano. Pero, en su mayoría, la gente quiere seguir viendo al bien prevalecer”. “En su mayoría” es un punto importante en todo esto. La diferencia entre los buenos y los malos ya no es tan obvia como antes. En la actualidad un buen ejemplo podría ser Roman Reigns de la WWE, quien es presentado como héroe pero generalmente recibe abucheos en todas partes.

Por otro lado, existen luchadores como AJ Styles. Styles es moralmente más ambiguo que el luchador promedio, y es visto por muchos como un personaje arrogante. Sin embargo, ya que pertenece al bando de los técnicos, los fans lo elogian a pesar de las cosas que dice. Es fácil imaginarse a Barthes este domingo disfrutando del exceso entre las masas. Seguramente se sorprendería al ver que el supuesto héroe es recibido con abucheos e insultos, y tendría problemas para escoger a su favorito entre Bray Wyatt y Randy Orton. Sin embargo, Barthes reconocería y disfrutaría el espectáculo de exceso que se mostraría ante sus ojos.

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