Ludopatía, homenajes a Marc Anthony y reggaetón: Los Grammys Latinos de El Guincho

Todas las fotos cedidas por Borja Rosal.

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Hace un par de meses que se anunciaron las nominaciones a los Grammys latinos. Entre todos los habituales y categorías algo chaladas -¿mejor álbum cristiano?- nos sorprendía la aparición de uno de nuestros artistas favoritos: El Guincho estaba nominado al mejor videoclip por “Comix”, probablemente la canción que más haya sonado en nuestra cabeza este 2016 (“Aunque sea sin pastillas yo quiero ir a bailar” ha sido nuestro mantra cada semana desde que la escuchamos el pasado enero). Desde enero apretando ahí arriba para que se lleve el Grammy Latino.

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No os vamos a contar el final de la historia, aunque es probable que ya la sepáis, pero tanto si El Guincho ganaba como si no, queríamos saberlo todo sobre los días que pasarían en Las Vegas rodeados de la crema de la industria musical latina, así que le pedimos a Borja Rosal -guitarra de El Guincho, miembro de Extraperlo, Elsa De Alfonso y Los Prestigio, y también parte de Canadá Editorial- que nos hiciese una crónica. Hoteles monstruosos, homenajes a Marc Anthony y alguna pista sobre futuras canciones de El Guincho. Ahí va:

Día 1

Imaginaba lo que nos encontraríamos pero no su efecto, nuestras expectativas reparaban en lo estético y en lo extremo pero no en lo que podría significar en lo psíquico. Pablo me dice que es el sitio más extremo en el que ha estado. El New York, New York Hotel y el Casino son una misma cosa 24/7, el humo y la luz tenue son una constante, el alcohol es gratis para los jugadores y todos somos jugadores. Las cosas no suceden al ritmo al que estamos acostumbrados, en diez minutos me han ofrecido droga y ha intentado seducirme una “Ginger”, no era pelirroja, de manual. En los ascensores que llevan a las habitaciones suben auténticos freaks envalentonados por la victoria de Donald Trump, que ha significado un “Here we go” para un perfil de norteamericano tan concreto como extendido, que me incomoda mucho. A nuestra derecha, un señor mayor muy parecido a Hyman Roth se sostiene en pie llevando una silla de ruedas vacía a modo de andador, también es asistido por una sonda que le ayuda a respirar aportándole un tono más tétrico y penoso. A nuestra izquierda, un tipo gigantesco le dice al viejo “Did you forgot somebody” cayendo a posteriori en una jodida carcajada: “Curb Your Enthusiasm”. No encontramos nuestra habitación -hay 150 por planta- pero por suerte una mujer madura con brandy y pitis en mano nos ayuda con un “follow me”. Existe una especie de sentimiento de comunidad en Las Vegas, un “estamos aquí todos por lo mismo y no nos vamos a juzgar”. Los pasillos huelen a dinero y solo cuando entras en la habitación esa sensación se desvanece. Ya no estás al filo de la locura, ya no dejarías toda tu vida atrás por una prostituta y parece más débil la idea de ganar un millón de dólares y pedir el champaigne más caro. Ahora bien, la habitación también resulta un espejismo. Lo bonito y lo jodido de Las Vegas es precisamente eso, que todo parece una mentira pero nadie nunca esperó que fuera diferente.

Día 2

Nos despertamos a las 4:00, no podemos dormir más, en Barcelona son las 13:00h y eso tiene mucho que ver. Intentamos desayunar a las 5 de la mañana y sé que lo conseguiremos, “we are in Vegas”. Hoy es el día en que se rinde homenaje a Marc Anthony como “Person of the Year” y recibimos nuestra medalla de nominados. Tras una intensa jornada de entrevistas, nos metemos a comer en un Vietnamita. Un consejo muy útil, cuando en la costa Oeste os pregunten por el grado de picante entre 1 y 10, entended que no estáis preparados para el 7. Que la gente que tomó en su día el 10 eran norteamericanos estúpidos que acabaron en un cuadro dentro del restaurante, probablemente minutos antes de ser trasladados al hospital a la espera de certificar la hora de su defunción. No sé si es por el exceso de picante, -creo que no porque esto es algo que constatamos varias veces durante el viaje- pero en Las Vegas el tiempo pasa muy lento así que unas cien horas más tarde nos dirigimos al MGM hotel para recibir nuestras medallas y homenajear a Marc Anthony. Vamos a cruzar la alfombra roja por primera vez. Hemos llegado a la conclusión de que no sabemos sonreír en frío como hace el resto de asistentes. Estamos a punto de enfrentarnos por primera vez a los fotógrafos, diversos titanes del mundo del espectáculo y del entretenimiento posan con una sonrisa de boca a oreja, con dientes muy blancos, con pómulos perfectos, con una felicidad que asusta. Nunca había experimentado tantos flashes en mi cara. Soy incapaz de replicar una sonrisa tan perfecta y no me gusta hacer las cosas mal así que creo que salgo serio en cada una de las fotos que nos hicieron. “¡Guincho!, aquí por favor”, “¡sonrían!”, “¡a su derecha”, ¡”a su izquierda!”. Pasamos a una cena para 1400 personas con actuaciones de estrellas que le cantan a Marc, solo puedo decir tres cosas al respecto: Laura Pausini impresiona mucho por histriónica que pueda parecerme, Carlos Vives es una presencia onírica y muy potente encima de un escenario y Marc Anthony supo surfear como una estrella la ola que sus colegas le habían preparado.

Día 3

Llega el día de la fuckin´verdad, el día de la gala, el día en el que sabemos si El Guincho y CANADA ganan su primer Latin Grammy. Cada hora que pasa estamos más nerviosos. Tardamos mucho en vestirnos y ponemos el último disco de J. Balvin muy fuerte para motivarnos. Ambos llevamos nuestras mejores prendas, gracias a la ayuda inestimable de nuestra amiga Carolina Galiana. Empieza la gala y nuestra categoría es la primera. No nos lo dieron, no pasa nada, volveremos pronto y quién sabe. Toca pasar de nuevo por la alfombra roja; entrevistas, más flashes, “sonrían” etc. Vamos al Shake Shak, vestidos con nuestros estupendos trajes, parece una puta peli. Desentonaríamos en cualquier hamburguesería del mundo pero no en Las Vegas. Volvemos para asistir a la mega gala televisada con actuaciones de J. Balvin y Pharrell Williams, Jennifer López y Marc Anthony o Farruko entre muchos otros. Una puta pasada, un espectáculo extremo con fuego, bailarinas, bailarines, muy buen sonido y gente cayendo del techo al más puro estilo Cirque du Soleil. La fiesta termina con Gente de Zona interpretando La Gozadera, llenando de confeti el T- Mobile Arena y sumergiéndome en la ilusión de sentirme latino. Debo admitir que en este viaje descubrí con sorprendente ingenuidad parte del mainstream latinoamericano como si me enfrentara a una escena embrionaria. Del after party, destacaría que cuando las copas son gratis tienes que vigilar para no tomarte nueve aunque sean pequeñas y que Enrique Iglesias resulta extremadamente atractivo en persona. Compartimos la noche con grandes estrellas pero nos fuimos antes de que esta terminara, al día siguiente teníamos una cita con De La Ghetto, Dillon Francis y Toy Selectah en un estudio, dentro de un Casino, y queríamos estar presentables.