El jersey más vendido de los Steelers, producto de un error y Donald Trump

Alejandro Villanueva, tackle ofensivo de los Steelers de Pittsburgh, atrajo los reflectores de la NFL y provocó el aplauso de millones de seguidores conservadores de la liga —sobre todo aquellos que simpatizan con Donald Trump— por saludar durante la entonación del himno estadounidense previo al encuentro ante los Bears de Chicago del domingo pasado. Minutos antes el entrenador de Pittsburgh, Mike Tomlin, había indicado que su equipo se quedaría en los vestidores como señal de protesta. Villanueva saldría del estadio como héroe para muchos y villano para otros.

Horas después de su “valiente” gesto, los medios informaron que Villanueva había roto el récord de más playeras vendidas en un solo día para el equipo de los Steelers. Propios y extraños a la franquicia de Pittsburgh se volcaron a la NFLShop, tienda oficial en línea de la liga, y Fanatics.com para comprar el jersey #78. Para aquellos no muy familiarizados con el futbol americano, la posición de tackle se encuentra entre las menos populares y mediáticas de este deporte, ya que mariscales de campo, receptores, corredores, esquineros, y linebackers suelen llevarse los reflectores, lo cual se traduce en ganancias de parafernalia.

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Villanueva, de ascendencia española, logró desbancar a ídolos como el receptor abierto Antonio Brown y el mariscal de campo Ben Roethlisberger. Sin embargo, el día de ayer, el polémico jugador confesó ante los medios que nunca tuvo la intención de rebelarse ante las órdenes de su entrenador y el consenso de su equipo.

“Fue un error creer que mi equipo no me había respaldado en mi actuar”, confesó Villanueva, quien en un pasado no muy lejano participó como miembro del ejército estadounidense en la guerra de Afganistán y fue condecorado con la Estrella de Bronce. Villanueva explica que la postal donde se le ve saludando en solitario se debió a un error de timing, ya que su equipo se vio obstruido por los oficiales y demás personas que tomaron lugar en la ceremonia del himno y él se quedó solo para salir primero. “Estoy seguro que habrían salido conmigo, todos, incluso aquellos que tenían pensado arrodillarse, si se hubieran enterado”.

Además del gesto involuntario de Villanueva, el factor Trump había dividido, días antes, a los fanáticos de la NFL y los predispuso a boicotear la liga si las protestas continuaban. “¿No les encantaría ver a uno de los dueños de la NFL decir, cuando alguien le falte el respeto a nuestra bandera, ‘Saquen a ese hijo de puta del campo, ahora, está despedido, despedido’?”, preguntó Trump el viernes pasado a los presentes en un mitín en Alabama.

El domingo llegó y, con ello, la respuesta de los jugadores, entrenadores, y dueños de la NFL. Los Jaguars y Ravens inauguraron la cadena de protestas en Londres, sobre el sagrado campo del Wembley Stadium, agarrados de los brazos y arrodillados. Los Broncos, Steelers, Patriots, Seahawks, y Raiders, entre otros, predicaron con el ejemplo. Trump había provocado la chispa de fraternidad en el futbol americano profesional (y más allá) con un discurso provocador, divisorio, y vergonzoso para un mandatario de su calibre.

La fiebre patriota inducida por Trump se tradujo en la inusual alza en las ventas del jersey #78 de los Steelers. Villanueva se erigió —sin querer y por poco menos de 48 horas— como la voz que el sector más conservador de la NFL quería ver en televisión nacional desde hace rato.