El joven que quiere limpiar el océano

Boyan Slat y un montón de plástico. Foto: Manuel Freudt.

La historia de Boyan Slat no es la de un niño prodigio de 20 años que mágicamente encontró la solución perfecta para un gran problema. Su historia es, más bien, una combinación de dedicación personal y una dosis de ensayo y error. 

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“Pero así es realmente la ciencia”, me dice Slat, “un trabajo constante”.

La campaña de crowdfunding detrás de su proyecto de limpieza del océano (Ocean Cleanup Project) necesitaba aportaciones importantes: “con dos millones de dólares podemos hacer que este concepto se transforme en realidad”. A sólo dos días de que terminara la campaña, Slat logró reunir los fondos para su proyecto, acercándose un paso más al sueño de tener océanos libres de plástico.

El plástico es el residuo más duradero de la sociedad. Una bolsa plástica se descompone en aproximadamente 20 años y una botella en algo así como 450. El plástico es un producto barato y universal. Cada año se producen 225 millones de toneladas de este material hecho de petróleo.

Las partículas flotantes de plástico nublan nuestros océanos, a veces formando islas enteras. Se estima que hay 150 millones de toneladas de plástico en ellos, y 100 mil se encuentran en la mancha de basura del Pacífico norte. Esto significa que el plástico es responsable del 70% de la contaminación marina. Y por si esto fuera poco, existen personas posando en medio de su producción semanal de basura doméstica.


Foto vía

Slat tenía 17 años cuando estaba buceando en Grecia y comprendió la gravedad del problema. Desde entonces, este sueco de 20 años ha puesto su energía en desarrollar una técnica que aprovecha el poder de las corrientes oceánicas para atrapar plástico.

Hoy en día, Slat lidera un grupo de cien científicos, estudiantes y seguidores. Gracias a su éxito en el crowfunding, el trabajo no parece detenerse. El siguiente paso, para los próximos tres y cinco años, es construir a gran escala los prototipos de sus recolectores de 100 kilómetros de largo, antes de instalar el sistema en aguas contaminadas.

“No tenemos días libres, así es la limpieza del océano”, dice Slat, quien entre llamadas por teléfono y correos electrónicos, intenta atendernos en su taller en Delft. Actualmente estudia los datos de una aplicación que monitorea las donaciones a su proyecto. En este momento tiene cerca de dos millones de dólares en crowdfunding.

“Alemania es nuestro segundo mayor donante en estos momentos”, dice de manera relajada. “Sin internet esto no habría sido posible”.

El proyecto para la limpieza del océano no es el primero en conceptualizar la recolección de basura marítima. También está One Earth, One Ocean de Munich, que recolecta los desechos en un barco especial llamado Seekuh. Otros proyectos en internet, como el The Cleans Oceans Project, buscan crear conciencia a nivel global. Y también está el encantador Mr. Trash Wheel, que consiste en una rueda de molino que parece un dibujo animado y recorre el puerto de Baltimore.

Lo que hace único al proyecto de Slat es que en él, los océanos hacen un proceso de autolimpieza, canalizando el plástico hacia la mitad de una estructura con forma de V, donde se recolecta para luego ser enviado a tierra firme en grandes lotes.

El costo será tremendo, pero Slat calcula que su proyecto podría funcionar con un valor 33 veces menor al de los actuales proyectos de recolección.

Imagen computacional. Cortesía del Ocean Cleanup Project.

No todos apoyan la idea. Stiv Wilson del proyecto 5Gyres dijo públicamente que era un fracaso y nada más que una ilusión. En respuesta, Slat publicó un estudio de viabilidad que demuestra —entre otras cosas— que la vida marina no será afectada mientras flota bajo la barrera.

En un artículo del Süddeutsche Zeitung, científicos alemanes advierten que el proyecto podría causar más daños que beneficios. Ellos aseguran que el poder de las corrientes marinas no ha sido estimado correctamente y que el plan de Slat puede ser afectado por el crecimiento microbiológico en la barrera.

Imagen computacional. Cortesía del Ocean Cleanup Project.

Para Slat es muy importante que la comunidad científica critique su idea. Su plan es continuar estudiando la viabilidad de los futuros prototipos. 

“Lo que hacemos nunca se ha hecho”, admite. “Es probable que encontremos mucha incertidumbre”.

Slat prueba un prototipo. Foto cortesía de Ocean Cleanup Project.

Al final, pescar plástico desde alta mar es sólo una parte de la solución. La meta es cortar, de una vez por todas, la corriente que lleva basura desde nuestra sociedad consumista hasta los océanos. Esto sin mencionar la relevancia que tiene reciclar y reutilizar todo el plástico cuando vuelva a tierra firme. 

Si el proyecto de Slat sale a flote o se va al fondo del mar, está por verse. Pero que nadie diga que él no se hundiría con su barco.