Música

El maestro de la rima: Una charla con Danger sobre su taller de rap e improvisación

Ayer fue el XXXI aniversario de la silueta de tenis Air Max, de Nike. En esta ocasión, la marca hizo posible una serie de conferencias, talleres, experiencias y uniones artísticas a lo largo de un fin de semana en la Ciudad de México para celebrar la creatividad. Básicamente, un espacio para hacer realidad la imaginación, en donde hubo colaboraciones musicales (Centavrvs + Sotomayor; Little Jesus + Jesse Baez; Niña Dioz + Ghetto Kids), pláticas (entre ellas, una sobre el futuro de la moda por Sanchez Kane y Ready to Die, así como otra con los directores de los festivales Nrmal, Ceremonia y Mutek México sobre cómo crear experiencias), y actividades como screen printing y pintas en vivo.

Dentro de todas esas actividades, uno de nuestros raperos mexicanos favoritos del momento, Danger, dio un taller de rima improvisación. Y aquí recuperamos los elementos clave, para la posteridad.

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El dominio que tiene actualmente el rap en la esfera del pop y del mainstream ha eclipsado la otra importancia verdadera del hip hop: como vehículo de sanación y de movilidad social. Ha hecho que esta facilidad de transformación a largo alcance –la más importante en las artes de las últimas cuatro décadas– quede en un segundo plano. Pero su relevancia en este nivel siempre renace y transmuta. Su capacidad de resistencia es siempre asombrosa. Y por eso el hip hop real es un fenómeno que nace de la comunidad y es para ella.

Una de las personas en México que mejor ha entendido este fenómeno es el MC, activista, poeta y organizador de eventos Danger, quien representa un nuevo tipo de actor en la configuración social mexicana: una respuesta espontánea que ha generado un cambio en su comunidad a través de ser un catalizador de lo que el hip hop le ha enseñado a él. Como él mismo me lo dijo hace un par de años: “Yo trabajo en la calle, en proyectos sociales y activismo y ese tipo de cosas –que no sabía que se llamaban así– por pura inercia. Dije: ‘Si a mí me ayudó el hip hop a salir de donde salí y a cambiar mi mentalidad y a entender otras formas de expresarse, y de entender el mundo, a más morros les puede ayudar’”. Y eso es básicamente lo que está detrás de su vocación como el tallerista de técnicas de rap más importante que ha dado México.

Todas las fotos por Greg Holland

“Enseñar te hace aprender” es una de las máximas alrededor de las cuales este tijuanense ha llevado a cabo una labor que ha dejado una huella indeleble en la escena del hip hop nacional. Y en el marco de la celebración del 31 aniversario de Nike Air Max en Ciudad de México el sábado pasado, conquistó un nuevo tipo de espacio con su evangelio de autodidactismo y conocimiento callejero, dando un taller cuyo título fue “Improvisación y rimas”.

Como puede ser algo que suena denso o poco atractivo, nos acercamos a Danger para que nos desglosara el taller. En realidad, es algo lúdico, sencillo y al alcance de todos. Y ese es el meollo del asunto: un tipo de deporte mental que genera resultados positivos en quien lo practica, en el plazo inmediato. Charlamos sobre cómo comenzó a dar talleres, sobre la relación entre rap y poesía, sobre los puntos específicos que conforman su taller y sobre términos técnicos de la práctica del rap, como wordplay y punchline.

NOISEY: Cuéntame un poco sobre cómo comenzaste a dar talleres.
Danger: En Tijuana hace como ocho años mi crew [Alto Kalibre], siempre era de estar buscando y analizando técnica, porque no existía nada de eso. Todo era muy nuevo para nosotros. Y descubrimos que había varias cosas que ya existían que nosotros hacíamos de forma empírica o que habíamos descubierto de forma empírica –entre ellas estructuras poéticas y recursos literarios, y ciertas técnicas que no sabíamos cómo se llamaban. Pero entendimos que los beats traían unas reglas musicales que tenían lapsos de tiempo; que cada cuatro [tiempos] regresaba el loop. Entendimos que era mejor cerrar las ideas en esos loops y luego entendimos que antes de los coros, la mayoría de las canciones famosas del mainstream tenían cuatro veces el mismo loop, que ahora sabemos que son dieciséis barras. Entonces todo eso que fuimos aprendiendo lo compartimos con la clicka, y a todos a los que les enseñamos mejoraron un chingo.

Descubrimos que era muy importante compartir ese conocimiento. Y empezamos abriendo así de cotorreo un taller: “Eh, qué onda, vamos a hacer un taller entre todos” era la idea –en el parque Morelos, que era un lugar público. E invitamos a todos los rappers y le cayó un bandón. O sea, un bandón para ese tiempo eran cincuenta personas que rapeaban. Y sin querer yo era el que más estaba aportando ideas: “Pues wachen, descubrimos esto y esto”. Al principio sin nada, sólo hablando. “Pongan un beat; pongan esa de Vico C, miren: cada cuatro el we termina una idea y empieza otra cosa”. “Ah simón, sí es cierto, ok”. “No pues hay que hacer esto”, dijeron un chingo. “Hay que ser más humildes para aprender cosas, bla, bla, bla”. Esos tiempos bonitos en los que no había tanto ego ni tanto hate. Y volvimos el siguiente domingo al parque Morelos a hacerlo ya más en forma: llevamos un pizarroncito, plumoncitos y cada quién llevaba sus cuadernos. Y vino menos gente, porque la que le da seguimiento de verdad, la que quiere aprender el oficio, siempre es mucho menos, es un porcentaje muy bajo.
Le cayeron unos quince batos y ahí le empezamos a dar a los talleres. Y poco a poco se me acabó la info, entonces me clavé más. Enseñar te hace aprender. Y me fui clavando más y más. Y vimos que sí había algo como eso antes. Descubrimos un par de talleres más enfocados al conversatorio en Estados Unidos; un par de cosas que hacía KRS-One; un par de cosas que hacían algunos de los pioneros [del hip hop], y así fue evolucionando. Y de repente como evolucionó lo demás, las ganas de hacer cosas, de entender que el hip hop podía rescatar vidas en los barrios, comenzamos a tomar los talleres como una herramienta para entrar a los barrios: casas hogares, cárceles, etc.

En tu desarrollo como maestro, ¿cómo ha sido el conocimiento? La parte técnica. ¿De qué se trata en términos de conocimientos técnicos los talleres?
Depende mucho el público al que va dirigido el taller. El que yo más disfruto es el Taller de rap avanzado; o sea, para gente que ya rapea —es más, que ya se dedica a eso, por lo menos en algún porcentaje, y que quiere aprender más sobre el oficio: saber cómo se llama lo que hace, de dónde viene y quién lo hacía antes, cómo repetirlo, cómo enseñarlo a alguien más. Y ese, pues estamos hablando de estructuras poéticas, que va desde los pareados hasta mostrar cómo se hace un soneto, cuál podría ser la adaptación de un soneto al rap, de la décima al rap, de la sextilla al rap, de los cuartetos, de la octava real, todas las estructuras poéticas. Y luego en los contenidos líricos o en la forma de expresar las ideas: cómo resumir las ideas a su máxima expresión. Y es: cómo se crea una punchline, o cómo podría el pensamiento lateral generar ideas. Cómo puedes ver un foco de luz eléctrica y alguien solo ve un foco, y tú puedes ver que el foco emite watts y que esos watts también tienen una dialogía con una pregunta en inglés que es el “what”; y entonces a lo mejor un foco o una lámpara en un estadio puede dejar a gente con un millón de watts/whats ¿no? Etc. Dialogías, juegos de palabras, pensamiento lateral. Cómo buscar la creatividad y luego bajarla a las letras del rap.

Y luego está la idea de enseñarle a rapear a los niños, que es muy divertido porque los niños son muy creativos. Y el rap es muy hospitalario: tú me das a cualquier grupo de treinta personas y en una hora están rapeando –en el modo básico de rapear. De ahí la complejidad. Podría llevarles años, pero el modo básico de rapear es muy hospitalario. Por eso el rap tuvo tanto éxito en los barrios marginados: no necesitas nada para rapear, más que ganas y un poquito de creatividad. Entonces, en otros talleres que son para gente que no está relacionada, que no se dedican al rap o que nunca han intentado rapear, o que solo hicieron una rima cuando se los pidieron en la escuela para una calaverita o algo así, la técnica es muy diferente. Se trata de entender los patrones musicales para saber cómo debería encajar tu rima, y vamos descubriendo qué es un banco de rimas, y generándolo. Cómo buscarle múltiplos a las palabras y qué quieres decir, cómo rimar lo que quieres decir, y cómo acomodarlo en el beat de forma básica. Un patrón de cuatro tiempos, listo. Eso es lo que vemos en un taller técnico para gente que no está familiarizada con el rap.

¿Cómo aprendiste esos términos? ¿Qué es un soneto? ¿Qué es un pareado? ¿Qué es dialogía? ¿Cómo los conociste y cómo descubriste que esas eran las herramientas materiales del rap o que se podían aplicar al rap? Porque mucha banda que incluso son raperos profesionales, utilizan esas herramientas y no saben cómo se llaman.
Creen que ellos las inventaron, we [Risas de ambos]. Me ha tocado banda que dice: “Wacha, este truco es mío”. “No mames carnal, hace cuatrocientos años había un we…” ¿no? Pues la magia de Google, we. La neta el tío Google lo sabe todo, y el Internet es una herramienta maravillosa que ha sido desperdiciada por mi generación y las nuevas generaciones muy cabrón en cosas más entretenidas que educativas, pero la realidad es que ahí está toda la información.

Yo tuve esa fortuna a lo mejor de haber conocido a Salvador Díaz Mirón cuando tenía diez años, porque mi papá tenía un librito de ese we. Y el bato era ateo; bueno, se hizo en la cárcel. Y había unas décimas espinelas. De hecho se llama “Espinelas” ese poema, donde el bato desafía a Dios. Y para mí era algo súper fuerte. Estaba muy chida la rima, el verso, la estructura. Entonces yo me familiaricé desde ahí con eso. Y luego ya los clásicos. Y luego cuando ya me interesó de manera más seria, descubrí que era lo mismo que yo ya había leído. La décima espinela y las estructuras silábicas. Todo lo que vimos en la escuela y que a lo mejor pasamos con los ojos cerrados o con los oídos cerrados. Todo eso es con lo que yo trabajo. Tuve que volver a meterme a entender qué es eso de la sílabas abiertas y las sílabas cerradas; qué es eso de la sílaba acentuada; qué es eso de que si [la última palabra del verso es] grave sí tiene ocho sílabas pero [si la última palabra del verso es] aguda se le tiene que sumar uno y si es [verso] esdrújulo se le tiene que restar uno. Todas esas cosas que vienen de la naturalidad. O sea, no hubo un académico que dijo: “Así va a ser este pedo”, sino que la raza lo fue haciendo, eso era lo que sonaba más natural, se convirtió en costumbre y la costumbre se convierte en ley. Entonces es natural, pero tiene un nombre y tiene una técnica y tiene una historia: se ha hecho desde muchísimos años antes de que nacieras.

Hay mucha gente que dice que, aunque sí puedas aprender rap en un taller, no tendrías por qué. Que lo tienes que aprender en la calle. ¿Cuál es tu respuesta a eso?
Pues que nos salimos a la calle y les enseño también ahí, no hay ni un pedo we. Yo creo que sería muy tonto pensar que estar dentro de cuatro paredes tiene una limitación cognoscitiva o cerebral o de imaginación o de creatividad o de procesamiento distinta a no tener esas cuatro paredes. Yo entiendo lo que ellos quieren decir. Y lo que ellos quieren decir es que la esencia del hip hop o el amor por el hip hop no se aprende en un taller. Y estoy de acuerdo. Podría ser así. Pero la realidad es que a mí un primo me dijo: “Wacha, escucha estos discos”, “Wacha, escucha este casete”. Y eso me lo pudo haber dicho donde fuera. Y un bato me dijo “Wacha, escucha estas rimas. Encontré que a este we le dicen Vico C y wacha, al final de esta rola se muere su ruca y le está hablando a una muerta”. Y yo: “¡No mames we!”, me voló la cabeza. “¿Cómo puedes hacer esa historia?” Ese storytelling rimado pues, rapeado. Es mucho más atractivo para mí que un cuento que diría lo mismo, porque está rimado, porque está en un ritmo que suena rudo, y a mí me gusta ser rudo. Entonces esa madre es enamorarte del rap. Te pudo haber pasado en la calle, o te puede pasar dentro de cuatro paredes.

Yo puedo enseñar la técnica del rap, [pero] no puedo enseñar la esencia. Y eso le digo a los morros en los talleres, a los participantes. La esencia la buscas y la encuentras, o no la encuentras nunca. Eso todavía sigue siendo un misterio para mí: ¿Dónde está y cómo se consigue la esencia? Porque hay güeyes que pueden ser muy técnicos y sonar a robots. Y a mí no me estás transmitiendo nada con tu rap, aunque no le cambiaría un ápice a tu técnica. Eso existe. Y también hay güeyes que me transmiten un chingo pero digo: “We, la cagaste aquí y esta madre está mal aquí, ¿por qué no hiciste esto?”, ¿sabes? Todo el tiempo. Eso es parte del arte. Lo que yo enseño es una técnica que te va a enseñar a rimar mejor que los artistas que estás escuchando en el mainstream, casi siempre. O por lo menos a enseñarles un par de cosas para que sepan cómo se llama lo que están haciendo. Y lo que tú hagas con eso ya depende de ti. El estilo que le imprimas, tu búsqueda: buscarte dentro del arte. Eso es algo que no se puede enseñar. Yo no puedo enseñarte quién vas a ser en el arte. Solo puedo enseñarte una herramienta que te sirve para comenzar a buscarte.

Háblame un poco en específico del taller que diste el sábado.
El taller que di el sábado está chido porque la gente que se inscribió, al principio no sabía. Nike tiene una dinámica en la que te inscribes a los horarios sin saber qué hay detrás. Y luego te dicen: “Tú te inscribiste a este horario; tienes estas posibilidades: ¿las quieres o no?”. Te dan un pequeño resumen de qué es, tons la banda dice: “Órale, es un taller de rimas donde lo importante es buscar nuestra creatividad, intentar convertir nuestra imaginación en realidad y me animo, yo no sé nada de rap”. La mayoría de la gente que fue a este taller, nunca había hecho nada que tuviera que ver con el rap; a lo mejor lo habían escuchado y tal, pero eso es lo emocionante de un taller como este. Que fue con banda que dijo: “Me voy a animar a entrarle a este rollo, a ver de qué se trata”. Lo que hicimos fue divertirnos creando rimas, y de una forma muy lúdica los participantes salieron de ahí sabiendo qué es un patrón de cuatro [tiempos] por cuatro de rap, sabiendo qué es un verso asonante y un verso consonante, y sabiendo cómo hacer su propio banco de rimas para rimar lo que ellos quieran rimar, si lo quieren hacer para el fin que ellos quieran utilizarlo en el futuro, pero de una forma divertida. La idea del taller fue que la mayoría de los asistentes hicieran sus primeras rimas de rap ahí.

¿Cómo me enseñas a rapear en un taller así? ¿Podrías hacerme el recorrido?
Igual que cuando un cineasta va a ver una película al cine y cuando la está viendo la descompone; así la gente que hacemos música cuando escuchamos una canción vemos sus partes. Entonces en el taller lo que hicimos fue dividir dos partes muy amplias que son la música y la letra. Para comenzar con la música, les dije que el hip hop trabaja en un patrón de cuatro tiempos. Aprendimos con una dinámica interactiva a medir esos cuatro tiempos: con aplausos y movimientos corporales muy simples. Esos cuatro tiempos los hicimos cuatro veces, y eso se convirtió en un “cuatro por cuatro”. Eso es nuestro patrón de rap. Y eso fue con lo único con lo que trabajamos: haciendo cuatro versos que caben en esos cuatro tiempos.

Una vez que entendimos lo que son los cuatro tiempos, pasamos a los versos. A la letra. ¿Qué es la rima? Palabras que se parecen al final. ¿Por qué? Porque comparten unas vocales. Cuando comparten vocales y consonantes se llaman rimas consonantes. Cuando solo comparten vocales se llaman rimas asonantes. Hicimos un banco de rimas: Cada quien dio una palabra. Si tu palabra fue “casa”, la idea era buscar en tu banco de rimas, todo lo que tú entendiste, creíste o se te vino a la mente que rimara con “casa”. De todas las opciones que aparecieron, supongamos que fueron diez, tomaste cuatro y las pusiste al final de cada renglón que te puse en un ejercicio de medición y te diste cuenta que cuatro golpes que contaste una vez, eran el equivalente a un verso. Otros cuatro golpes, otro verso. Otros, otro verso; y otros, otro verso. Nuestro “cuatro por cuatro” ahora se llena con cuatro versos que te diste cuenta que rimaban al final, consonante o asonantemente. Sobre eso trabajamos.

El siguiente paso consistió en hacerlo al revés: yo te di una palabra, y tú me hiciste un banco de rimas, y luego me hiciste cuatro versos. El siguiente paso es soltar un beat y hacer un cypher entre todos [ Nota del Ed: Cypher: círculo generado de manera natural entre raperos, en el que cada uno suelta su rap después del otro], cada quien con sus cuatro versos.

¿Cuáles son las cosas, desde el punto de vista de la herramienta material hecha con palabras que tú enseñas, que hacen que una imagen sea rapera? ¿Qué hace que un buen verso de rap sea un buen verso de rap, a diferencia de, no sé, Díaz Mirón que lo mencionaste hace rato, cuya poesía tiene características que puedes enumerar y que, en el contexto en el que la escribió, hacían que destacara? ¿Qué hace a un verso rapero ser chingón?
Yo creo que ahora estoy cada vez más distante de crear en estos talleres raperos como tal. Esta es más bien una herramienta para desarrollar el tipo de ideas que ellos quieran hacer. Yo creo que podría haber muy buenas punchlines entre los divulgadores científicos, por ejemplo. Hace falta un rapero divulgador científico. Y ahí tienes punchlines que no tienen nada que ver con una imagen rapera ni que la denostan, ni que está de trasfondo ni nada, que a mí me encantaría. Entonces no está enfocado ahí.

Nosotros trabajamos mucho con el autoconocimiento y el conocimiento callejero, y las filosofías que hay o que aprendes en la vida callejera, y yo creo que ahí hay muchas de las imágenes, fotografías, que nos remontan y que conectan muy rápido con la banda. Hay un rapero, C-Kan, que es muy criticado [entre raperos] que de repente dice: “Vamos tres y un morrillo: /Tres pa’ disparar y uno pa’ juntar casquillos”. Y un bato que la ha vivido o que sabe qué pedo en la calle, conecta inmediatamente con el hecho y dice: “O este we se la sabe o alguien se la platicó, pero esa madre es real”. Eso conecta mucho con la banda que escucha rap y esas imágenes raperas que se crean. Tu experiencia de vida en las calles te da herramientas para luego convertirlas en rimas. Pero, en realidad, este taller está enfocado al pensamiento lateral que hace que tú puedas de cualquier cosa crear una punchline divertida y creativa, con una dialogía, con un wordplay. Algo que en el rap llamamos “barras”, por generalizar, pero que en realidad son técnicas que han sido recurrentes en la historia literaria y creativa. Crear la punchline al final. Lo que manejamos nosotros en este taller es, por ejemplo: Haces tus rimas y luego te hago que busques la rima que más te guste de esas cuatro para que la intercambies y la pongas al final.

Dime un poco en tus palabras qué es una punchline y qué es el wordplay.
Wordplay en su traducción al español es “juego de palabras”. Y en ese juego de palabras, una palabra tiene varias acepciones. Por ejemplo, cuando decimos “lente”. Yo puedo decir que “lente” se refiere a los cristales de tus lentes o el lente de una cámara, pero también que es “el ente”, o sea, el fantasma. Y puedo jugar con eso. Entonces puedo decir: “Las chicas siempre me sonríen, estoy detrás del lente” ¿no? Como que siempre le sonríes al camarógrafo. O puedo decir: “Soy el que asusta tus miedos, estoy detrás del ente” ¿no? Intentando jugar con el manejo de esa palabra aunque “el ente” está formado por un calambur [ Nota del ed: según la Wikipedia en español, calambur es un juego de palabras que consiste en modificar el significado de una palabra o frase agrupando de distinta forma sus sílabas. Por ejemplo: “plata no es” y “plátano es”] que es un recurso literario que forma una palabra tomando la sílaba final de una palabra y la primera de la otra, o varias de la siguiente palabra: El ente, tomo la “l” y tomo el “ente” y hago “el ente/lente” ¿no? Todos estos juegos que se hacen cada vez menos en otros ámbitos literarios en el rap tienen muchísima fuerza y hay jóvenes cada vez más jóvenes haciéndolos y es algo que enriquece mucho la lírica del rap. Y parte de eso es lo que usamos para las punchlines. Cosas creativas que cuando lo escuchamos dices: “Ah, este we se rifó”, la gente grita, hacen el “tssss”, aplauden. Esa es la punchline, y viene de la comedia. La punchline era el remate que hacía que el chiste tuviera su cierre final.

Y es lo que hacía que causara gracia el chiste.
Y es lo que hacía que tuviera sentido el monólogo que estaba diciendo. Y nuestras punchlines pueden ser eso o cosas mucho más simples, pero con un contenido fuerte. Como el típico ejemplo: “¿Por qué rapeas? Porque quiero comprarle una casa a mi madre” que es tan recurrente en el rap. Sigue teniendo tanta fuerza porque yo y la mayoría de los que están rapeando se identifican con eso. Todos queremos lo mismo. Pones eso al final de tu patrón de un cuatro por cuatro y es una punchline. Porque estás diciendo algo real, algo honesto, algo sincero, algo desde el sentimiento y eso también crea una punchline. Hay muchas formas de crear punchlines. La idea básica es que cierre el patrón de cuatro tiempos y que diga algo con fuerza.

“El taller desinhibe a los individuos. Te da herramientas de empoderamiento. Vuelve a los tímidos más seguros de sí mismos.”

Por último, si un taller como estos lo das no necesariamente para que los participantes se vuelvan artistas de rap, ¿cuál es la enseñanza o en qué les puede servir?
Primero desinhibe. Desinhibe a los individuos. Te da herramientas de empoderamiento. Vuelve a los tímidos más seguros de sí mismos. Te invita a deshacerte de la vergüenza o del miedo al ridículo, que están tan metidos en el mexicano: nos cuesta mucho deshacernos de eso, y obviamente algo como esto te hace una mejor versión de ti mismo. Lo que tú puedas hacer después con eso, es realmente tener una herramienta para expresarte en cualquier formato, porque este patrón te ayuda a escribir en muchísimos otros géneros musicales. El cuatro por cuatro es uno de los tiempos más recurrentes en la música actual, entonces lo que te puedo enseñar te sirve para hacer poesía escrita, declamada, slam poetry, spoken word, y otros géneros musicales. O puede crearte curiosidad para que te metas más en la música y descubras cuáles son tus verdaderas pasiones y habilidades. Es una invitación muy hospitalaria para entrar a un mundo artístico literario y musical.

¿Hay alguna recomendación si alguien quiere hacerlo de manera autodidacta?
Escuchar la música, no solo oírla, e intentar diseccionarla en casa. O sea, ver cuáles son y cómo son los patrones que se repiten. Cuáles son las fórmulas que se repiten. Intentar descubrir por qué eso suena bien y usar la herramienta de Internet para buscar y corroborar todo lo que encuentres. Hay muchísima información ahí. De verdad, ahora podrías hacerte profesional en cualquier tema si tienes la autodisciplina para investigar, estudiar y trabajar.

Feli Dávalos está en Twitter –@feligres.