Este artículo fue publicado originalmente en VICE News, nuestra plataforma de noticias.
Conviene pensarlo dos veces antes de confiar en las bonanzas de los plásticos biodegradables. Lo dice el Programa de Naciones Unidas para el Medioambiente (PNUMA) en un nuevo informe en el que asegura que los plásticos biodegradables no se desintegran como prometen en lugares como el océano.
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“La cuestión es que los plásticos biodegradables no van a reducir el impacto medioambiental de los vertidos marinos de plásticos”. Peter Kershaw, autor del informe, dice que “cuando uno lee lo de ‘biodegradable’ en una bolsa de plástico, por ejemplo, no significa que si lo tiras por la calle vaya a desaparecer. En absoluto”.
El informe, que señala la ubicación de la acumulación de plásticos en los océanos, asegura que para que algunos plásticos logren realmente convertirse en productos biodegradables necesitan ser arrojados a una máquina de reciclaje de residuos orgánicos calentada a 50º durante un largo rato.
“Tales condiciones no se dan nunca en los ecosistemas marinos”, señala el informe. La desintegración tampoco se consumará si el plástico se queda enterrado baja la arena o se hunde en aguas que no alcanzan los 50º.
A Kershaw también le preocupa que el plástico incorpore la denominación de “biodegradable” porque eso es motivo de confusión y provoca que la gente no lo recicle adecuadamente o que lo tire en cualquier sitio.
Y también ha contado que, para colmo, los plásticos biodegradables pueden, en algunos casos, complicar el proceso de reciclado. “Si quieres alentar a la gente a que recicle plásticos, hay que recordarles que los plásticos biodegradables no se reciclan con los plásticos normales. Tal es la pesadilla de cualquier recicladora”, explica Kershaw. Una de las situaciones más conflictivas se produce cuando plásticos como el polietileno incorporan otros componentes, que es algo que solo se puede detectar mediante el uso de luz ultravioleta.
El plástico convencional y no biodegradable, como el de las botellas de refrescos, está elaborado con un material llamado Tereftalato de polietilieno (PET en sus siglas inglesas) que es altamente reciclable, especialmente cuando el plástico no contiene otros productos y tiene un valor monetario, relata Kershaw.
Ramani Narayan, profesor en el departamento de ingeniería química y de materiales científicos en la Universidad de Michigan, afirma que suele coincidir con las tesis de los informes de la PNUMA. Narayan es coautor de un estudio publicado en el número de febrero de la prestigiosa revista Science. Sus investigaciones concluyeron entonces que entre 4.8 y 12.7 millones de toneladas métricas de plástico alcanzaron el océano en 2010 y que lo hicieron desde 190 costas distintas.
El plástico más nocivo para el océano es el que se utiliza en envases de productos como la leche, elaborados con polietileno, o los cubiertos de plástico, hechos con polipropileno. Se trata, en ambos casos, de un plástico ligero que flota, se descompone y atrae a muchos microorganismos; a tantos, de hecho, que a menudo termina entrando en la cadena alimentaria marina.
Los océanos, considera, no son “lugares aptos para los deshechos”. El problema, advierte Narayan, es que aunque los plásticos biodegradables arrojados al océano se desintegrarán a una temperatura inferior a 50º el proceso tardaría mucho tiempo en completarse.
“Por lo tanto, referirse a la condición de biodegradable como a una solución es erróneo”, concluye Narayan.
Sin embargo, considera que esta condición no deja de ser conveniente porque los pedazos de plástico que llegan al océano accidentalmente acabarán por desintegrarse y no estarán “flotando por los mares del mundo eternamente”. “Es un comportamiento valioso, pero no una solución”, sentencia.
Narayan lo ilustra con el ejemplo de una red de un pescador desaparecido en el océano. Productos como esos podrían contener la cantidad adecuada de polímero biodegradable, aún incluso cuando un plástico como ese no es utilizado de manera muy común, advierte.
En última instancia la solución, explica, consiste en gestionar bien los deshechos para evitar que el plástico llegue al océano.
George Leonard, jefe de científicos en el Ocean Conservancy, está de acuerdo. Leonard considera que los plásticos biodegradables podrían llegar a tener algunas “aplicaciones”, especialmente en los equipamientos para la pesca que, cuando se extravían resultan muy nocivos para el océano.
Pero en términos generales, el Ocean Conservancy comparte el informe de la PNUMA.
“Si la gente cree que lo biodegradable es una solución milagrosa al problema del plástico en el océano, se equivoca”, sentencia.
“Estamos convencidos de que la solución al problema de arrojar plásticos al océano no pasa por que sean biodegradables o no”, concluye. “La solución no es otra que no arrojar los plásticos al océano”.
Sigue a Rob Verger en Twitter: @robverger