Drogas

El primer club cannábico en España que salta a la gran pantalla

Solo el año pasado, en una ciudad como Barcelona se registraban más de 150 clubes y asociaciones cannábicas, donde sus socios podían acceder con plena libertad a disfrutar, solos o en compañía, del momento de armonía cósmica que solo proporciona un buen canuto. Este tipo de clubes, cada vez más numerosos, han sido enormemente criticados en los últimos años, no solo por el hecho de que en su interior los socios y socias tengan la posibilidad de fumar marihuana de forma totalmente legal, sino porque, al mismo tiempo, se han visto relacionados con un nuevo modelo de turismo que, hasta ahora, solo tenían cabida ciudades como Ámsterdam. 

En relación al auge de los clubes cannábicos en España, hemos hablado con Alberto Utrera, director de cine, y Carlos Soria, productor y co-guionista, sobre su último trabajo, Smoking Club (129 normas), un film ambientado en su totalidad en un club cannábico de Madrid a través del cual, siempre en clave de comedia, se quiere hacer llegar al espectador una interesantísima reflexión alrededor de la libertad del ser humano y, por supuesto, la legalidad de la hierba. 

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La película, actualmente distribuida por diferentes festivales de cine como el de Málaga, se estrenará el próximo mes de abril en cines de Barcelona y Madrid. De momento, puedes disfrutar del tráiler que encontrarás al final de la entrevista: 

VICE:  ¿Cómo empezó todo esto de Smoking Club?

Alberto Utrera: ¿Cómo empezó esto? Pues mira, tío, esto empezó en un curso. Es un curso que se llama Tres Disciplinas, un curso donde nos juntábamos directores, guionistas y actores, y allí nos conocimos algunos de los actores de la peli. Al finalizar el curso surgió la oportunidad de escribir una historia que se pudiese rodar en unos nueve días, aunque al principio tampoco teníamos muy claro cuál llegaría a ser esta duración; cuando nos metimos en el ajo y vimos que en nueve días podríamos tenerlo, nos propusimos el reto de hacerlo: hacer lo mismo que haríamos para hacer un corto, pero haciendo un largo.

Carlos Soria: El inicio, desde luego, esta allí, en ese curso, luego se juntaron Rodrigo Poisón, Jimmy Castro, el equipo técnico… Pero el germen de todo esta allí.

Hemos leído que los actores estuvieron varios meses improvisando y desarrollando sus personajes antes del rodaje ¿No había un guión previo?

Alberto Utrera: Nosotros lo que teníamos era una estructura. Establecimos una estructura alrededor de un personaje principal, que sería un poco la columna vertebral de la película; establecimos una local principal, su mundo, y dentro de ese local pusimos cuatro situaciones diferentes que son las que surgieron de este trabajo con los actores. Cuando nosotros hablamos con los actores les dijimos: mira, vamos a hacer una película ambientada en un club de cannabis, traednos un personaje que pudiese ser socio de este club. De esos personajes que nos trajeron, la verdad es que se ha quedado mucho.

Carlos Soria: Claro, desde el punto de vista de guión, esta película sigue un proceso completamente diferente. Normalmente tu tienes un guión, buscas financiación para crearlo y una vez tienes la pasta buscas gente, actores etc. Aquí fue completamente al revés. Teníamos el equipo y sobre ese equipo escribimos los personajes, directamente para ellos, sabiendo muy bien quién iba a decir las líneas que escribíamos y cómo las iba a decir. Al final, un personaje hecho a medida por y para ellos creo que se nota mucho en el resultado final.

Y por fin llegó el día de empezar a rodar. Un rodaje que solo duraría 10 días. ¿Cómo es rodar a contrarreloj?

Alberto Utrera: Mira, acabamos de grabar y le dije al ayudante de dirección “todavía no entiendo cómo hemos conseguido grabarlo”. Cada día de rodaje esperaba que faltara algo, que algo fallara, fue acojonante. En este punto tengo que decir que la labor que hizo Pablo (ayudante de dirección) fue increíble, porque no se cómo cojones logró cuadrar todo eso. Él es el máximo responsable de todo. El resto nos adaptamos al plan, nos agarramos los machos y lo hacemos. Eso sí, estuvimos currando a tope.

En la película, Óscar (Rodrigo Poisón) se ve obligado a poner 129 normas en un club al que, en teoría, solo se debía ir a disfrutar de la libertad… ¿Por qué 129? ¿Qué hay detrás de ese número? ¿Algún fetiche?

Alberto Utrera: Son los años que yo quiero vivir.

Carlos Soria: No, simplemente empezamos a hacer un poco de  brainstorming alrededor de las normas. Los clubes de fumadores están empezando a tener una regulación muy, muy fuerte, para intentar ajustarse el máximo posible a algo parecido a la legalidad. Entonces, partiendo un poco de este concepto, y de que el club solo tenía la norma de “El club es un espacio de libertad” pues al final acaba teniendo 129 normas, ¿no? Seguramente porque a Óscar le gusta la libertad, pero le gusta la libertad a su manera, como a todos.

Alberto Utrera: Algunas de estas normas son normas que están en activo, en clubs de fumadores de Madrid, y otras ya nacen a partir de la actitud de los personajes. Las primeras normas son más generales y las siguientes ya son cosas súper restrictivas, rollo “no mees fuera de la taza del váter”, para tener una absoluta contradicción con lo que el tío quería que fuese todo y lo que finalmente es.

Entendemos, pues, que detrás de la peli ha habido una búsqueda más o menos exhaustiva sobre la legalidad y las leyes alrededor de los clubes de fumadores de cannabis…

Carlos Soria: Evidentemente leímos bastante acerca del tema. Es un tema que nos interesa, un tema de regulación, leímos sentencias del Supremo, un montón de cosas. Por otro lado, bueno, también es cierto que el mundo de los clubes cannábicos no es un mundo que nos sea del todo ajeno. Quiero decir, nuestro entorno, incluso gente de dentro de la película que… Bueno, lo que te digo, no es algo que nos sea del todo ajeno.

 ¿Se consumió mucha marihuana durante el rodaje?

Alberto Utrera: La verdad es que durante el rodaje es complicado. El nivel de concentración de esta gente durante el rodaje es impresionante. Luego ya una vez acaba el rodaje pues cada uno hacer lo que quiere y se enchufa sus petillas, sí. Lo que si fue divertido para el rodaje fue que, claro, algunos de los actores no sabían liar y hubo que enseñarles a liar petas. Y aprendieron. De hecho, no te voy a decir nombres pero uno de los actores se acabó pasando todo el verano fumando hierba en su casa. Y era un tío que no fumaba. Pensé “joder, hemos hecho un monstruo”.

Precisamente de monstruos va la cosa. La película reflexiona también un poco sobre si el hombre es un lobo para el hombre, como decía Hobbes, o si realmente es bueno por naturaleza. ¿Vosotros qué pensáis?

Carlos Soria: El Óscar de la película es un buen tipo. Es un buen tipo que, como casi todos, llega a un punto en el que se ve sobrepasado por los acontecimientos. Él pensaba que su vida iba a ser de una manera, y al final las cosas nunca salen como uno planea. Eso es así. Él probablemente es el hombre y está rodeado de lobos. Pero bueno, unos nacen lobos, otros nacen buenos y, pese a todo, al final, es muy difícil saber quién es quién.

Alberto Utrera: Hay un momento en la peli en el que los dos socios del local tienen esta conversación. La premisa principal de Óscar al abrir el local es: si yo genero un espacio donde la gente pueda ser libre y ser ella misma, no tiene que aparentar, no tiene que obedecer, en teoría, esto tendría que funcionar, ¿no? Pues no. Para nada.

Y también es una reflexión en clave de comedia sobre algo tan serio como la libertad. ¿Creéis que en las sociedades contemporáneas no sabemos gestionarla o que todavía nos queda mucho por avanzar en este terreno? ¿O ambas cosas? También hemos visto que, de algún modo, afirmáis que en España son “necesarias” algunas normas a diferencia de otros sitios, como Ámsterdam…

Carlos Soria: Yo creo que la libertad se define también por sus límites. Aquí, en España y en todas partes. No vivimos en un mundo ideal. Vivimos en un mundo en el que, al final, la sociedad se autorregula, ya sea cada uno particularmente o a través del Código Penal, el Civil…Puede parecer que en Holanda, Bélgica, Suecia, parezca que, joder, que civilizados son todos, aquí todos nacen ya sabiendo que el bien común es lo primero y tal. Yo no creo que sea así del todo, igual que tampoco creo que aquí seamos unos locos que a la mínima vayamos a quemar el país. Básicamente hay diferencias culturales en la forma en la que hacemos las cosas y poco más.

Alberto Utrera: El problema que hay con la libertad es que va ligada directamente al respeto. Aquí tenemos un problema de respeto. Tiene que existir un respeto de todas partes hacia los demás, y aquí viene el mayor problema. Aquí legalizas mañana la marihuana y la consecuencia no será ‘ahora los que quieran que fumen y los que no, no’. Lo que pasará es que saldrá mogollón de peña en contra, y así con todo. No es un problema de libertad, es un problema de respeto por esa libertad.

Entonces, ¿vosotros qué posición creéis que deberían tener las autoridades con respecto al consumo de cannabis?

Alberto Utrera: Hay una cosa que yo no comprendo, tío ¿Por que está permitido el alcohol y no está permitida la marihuana? Esta peli, por ejemplo, nos la han calificado como para mayores de 18 años, cuando luego tienes pelis para chavales de 12 o 16 donde se parten la cara, el alcohol está completamente normalizado, e incluso es divertido y gracioso, y eso no lo entiendo. Yo creo que esto es algo que con el tiempo irá cambiando. Tengo entendido que, científicamente hablando, la marihuana tampoco es algo que científicamente más nocivo que el alcohol para el cuerpo humano.

Carlos Soria: Al final, no se por qué motivo, en España hay unas drogas aceptadas socialmente y otras que no. Hay series que se emiten en prime time donde tu puedes introducir a un personaje que se mete 50 cervezas y se queda dormido en mitad de la calle, no llega ni a su casa, y está totalmente permitido y tolerado. En cambio un personaje que se hace un porro tranquilamente, sin ver dragones rosas ni nada por el estilo, simplemente se fuma un porro y tiene una conversación y eso parece que es peligroso. Creo que la sociedad muchas veces entra en contradicciones. Pero al final, la realidad de las cosas siempre va por delante de la regulación. 

(Imágenes via Facebook Smoking Club