Miyoshi Takei perdió su vida en una estación de tren de Tokyo el 16 de enero del 2011. Su muerte fue un trágico accidente: Takei, de 42 años, había sido ciego desde su infancia y cayó justo delante de un tren en marcha. Ello impulsó la instalación de barreras de seguridad y mejoró las indicaciones en Braille en los andenes japoneses con el objetivo de prevenir más muertes accidentales.
Cualquier mejora de este tipo habría significado de por sí un legado positivo para un acontecimiento por lo demás terrible. Pero, como inventor y figura más significativa del tenis para ciegos, Takei ya había dejado una marca indeleble en el mundo. Cuatro años después de su fallecimiento, su creación va viento en popa.
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Cuando era un adolescente, Miyoshi practicaba deporte con sus tres hermanos y albergaba sueños de dedicarse al tenis. Pero, a diferencia de otros deportes (fútbol y atletismo, especialmente), no había ninguna variante para ciegos.
De algún modo, esto no sorprende. Tal vez más que cualquier otro deporte, el tenis requiere una visión, una anticipación y un cálculo de distancias prácticamente perfecto. Si no tocas la pelota, el juego se detiene inmediatamente; si esto ocurre regularmente, los partidos se pueden volver muy frustrantes.
Pero Takei estaba decidido a jugar al tenis, así que desarrolló un nuevo deporte él mismo. Después de años de ensayo y error, el nipón finalmente diseñó una bola adaptada a las personas con discapacidad visual. Esponjosa y ligera, el esférico contiene una pilota de ping-pong que produce un ruido claro y permite así a los jugadores seguirla mediante el oído por toda la pista. Dependiendo del nivel de discapacidad, las normas permiten hasta tres botes de la pelota, a diferencia del tenis estándar; las voleas están prohibidas y la red está un poco más baja. Por lo demás, las reglas son las mismas.
Takei consideraba que la similitud del tenis para ciegos con el tenis estándar era una de las claves del éxito del nuevo deporte, así que insistió en limitar al máximo la asistencia a los jugadores: “Debemos asumir la responsabilidad tanto por el acierto como por el fracaso”, declaró en una conferencia sobre la disciplina en 2007. Ese día, Takei también remarcó la importancia de que las personas con discapacidad visual pudieran ser independientes tanto en el deporte como en la vida del día a día.
Usando un prototipo de pelota, Takei jugó su primer partido contra un profesor de Educación Física en la escuela para ciegos a la que asistía. En 1990, el primer campeonato de tenis para personas con discapacidad visual tuvo lugar en Japón. Como creador del deporte, Miyoshi dominó la pista y ganó hasta 16 campeonatos nacionales. Hoy, su creación se ha expandido por todo el mundo, y se disputan torneos oficiales de tenis para ciegos (también conocido como ‘sound tennis‘ o ‘soundball‘) en el Reino Unido, en los Estados Unidos y en varios países del Asia.
Takei aspiraba a que el tenis para ciegos se incluyera algún día en los Paralímpicos. A pesar de su muerte, esta opción para cada vez más probable. La Asociación de Tenis para Ciegos, de fundación reciente, pretende que la disciplina sea invitada a los Juegos de Tokyo 2020, una localización especialmente adecuada dada la relación del deporte con el Japón. Después de ello, podría convertirse en un deporte de exhibición cuatro años más tarde y posteriormente ganar estatus Paralímpico hacia el 2032. Desde el primer partido entre Takei y su maestro, esto representaría un viaje increíble.
“Estoy orgulloso de no haber dejado de lado mi sueño de jugar a tenis”, dijo el inventor en 2007. “Si realmente te esfuerzas, puede que logres que lo imposible se haga realidad”.
Cuatro años después de su muerte, el juego que Takei desarrolló continúa creciendo. Esta es la mejor herencia posible de un hombre que no permitió que nada se interpusiera en el camino de sus sueños.