Ilustración @cucharitadepalo
La canción, ese bendito asunto presente en la vida de todos los que no se conciben sin la música; que invade los rincones de cada corazón para bien y para mal; esa compañía eterna que nunca abandona. Es en esencia un formato. Uno que se ha desarrollado por miles de años. Es un arte compuesto de muchos artes: escribir, componer, interpretar, versionar. No es lo mismo oír “Live and let die” en la voz de Paul McCartney que en la de Axl Rose. Es un trabajo de orfebrería con ambiciones gigantescas, que incluso llevó a que alguien como Bob Dylan fuera reconocido con el Premio Nobel de Literatura.
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En Latinoamérica hay una tradición de cantautores muy fuerte. Histórica. Desde Cuba, desde Argentina, desde Brasil, y desde casi todos los países de nuestro continente, se ha generado un culto alrededor de esta. Por eso es tan importante preguntarnos sobre su papel, sobre su carpintería, sobre su espíritu. Porque más allá del formato, vale indagar, ¿qué carajos es la canción? Al parecer, todos, en especial los que se dedican a crearlas, tienen su propia opinión sobre ello. Recurrimos a algunos orfebres de este arte, todos de distinta raigambre, para que respondieran un único cuestionario sobre el oficio de hacer canciones. Algunas respuestas son tan disímiles como tan cercanas son otras. Juzguen ustedes.
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Aterciopelados
Una banda que no necesita una introducción. Héctor y Andrea, con su música, lograron dibujar un país: sus anhelos, sus fracasos, sus miedos y esperanzas.
Foto vía.
¿Para ustedes qué es una canción?
Héctor: Creo que la canción ha ido evolucionando porque ahora puede ser un corito que se repite y tiene mucho feeling, un efecto, unas voces sampleadas y ahí está la canción. Antes podía ser una historia completa con desarrollo.
Andrea: Yo creo que esas canciones de los morenos por allá cantando mientras trabajaban quejándose de lo que fuera podían ser un corito, esa es una canción. Yo creo que es algo que comunica.
¿Qué los motivó a escribir la primera canción?
Héctor: Pues que tenía un bajo en la casa y no sabía qué hacer con él. Yo ponía discos de punk y veía que se podía, que era fácil, y me atreví. La primera canción creo que pudo haber sido una de Pestilencia que se llama “No”.
Andrea: Yo tengo un recuerdo de niña, tomando clases de guitarra y componiendo algo como “te amo”, y qué sé yo; pero luego, cuando conocí a Héctor, yo estaba estudiando arte y hacía cerámica entonces escribí una que se llamaba “El ángel tras-boca”. Me gustaba el art nouveau, era una niña del pop y los colores, pero cuando llegó él, un punk así con chuzos y todo, yo quedé matadísima y esa canción fue una manera de juntar esos dos mundos.
¿Por qué escribir canciones?
Héctor: A mí me gusta decir y sacar cosas que tengo guardadas, entonces escarbo y saco. Cada uno encuentra la manera de expresar las cosas que no puede expresar de otra forma. Hay personas que no pueden decir con palabras algo que está moviéndose adentro, entonces encuentran su manera de decirlo. A mí me tocó a través de la música.
Andrea: En mi caso es un poco aleatorio, la vida me llevó ahí. Yo soy creativa entonces donde me pongan me paro. Yo me hubiera quedado cómoda sólo con la cerámica, o lo que hubiera llegado, diseñadora de modas, cualquier cosa. Me enfoco y empiezan a ocurrírseme cosas de todo tipo. Después la vida le va mostrando a sumercé por qué lado fluye más. Fue medio circunstancial la vaina.
¿Y qué los motiva ahora?
Héctor: Lo mismo que le acabo de decir
Andrea: Yo creo que a usted lo motiva la vaina ecológica y también le he oído canciones en contra de la violencia intrafamiliar. En mi caso hay una cosa con el cuerpo, de esa me pegué cuando escribí “El estuche”. Pero desde antes, desde siempre; uno empieza a ser adolescente y a sentir esa presión, ha sido un tema recurrente. Últimamente también tengo ganas de escribir cosas que no estén comprometidas con nada, que sean bailables. Hay unas cosas que a usted le fluyen y no puede apagarlas, pero chévere buscar también algo que no esté inscrito en eso.
¿Qué prefieren o disfrutan más, la epifanía o la urgencia?
Andrea: A veces hay epifanía, a veces hay urgencia y a veces hay disciplina. Usted se sienta y dice: “mierda, qué digo, de qué puedo escribir “. Es como todo, para hacer algo usted tiene que hacer y hacer y hacer. A veces epifanías ni miércoles, urgencias ni miércoles, pero hay que sentarse y escribir algo.
Héctor: Los encargos también son chéveres porque lo ponen a uno en otra modalidad. De todo un poco es bueno: las epifanías, las urgencias, la disciplina y los encargos.
¿Cuál es el compromiso del autor con su creación?
Andrea: Que salgan chéveres, que es algo muy verraco. Entre más años y más canciones que usted ha escrito es más verraco, o puede ser más fácil porque al final uno también se da cuenta de que las canciones buenas son una combinación de palabras, una cosa súper sencilla. Al final, uno también está defendiendo una cosa individual, peleando un poco contra la excelencia que otros le imponen; le dicen “tiene que componer un hit” y uno se resiste a eso. Usted está defendiendo algo diferente, hay canciones bonitas que no son la mejor canción o la que va a pegar en radio, pero valen. Y si esas son las que fluyen uno defiende eso, ese es el compromiso.
¿Debe existir un compromiso del autor con su realidad? ¿Cuál es?
Andrea: Yo pienso que no, que cada uno encuentra. A veces es rico descansar de hablar todo el tiempo de la realidad. Creo que eso es cíclico porque tampoco puede ser todo el tiempo la cosa onírica.
Héctor: Creo que desde que se haga de una manera honesta uno está conectado con la realidad, con lo que está sucediendo. Si está buscando otras cosas es un negocio y está desconectado.
¿Cómo es el proceso de escribir una canción?
Héctor: Yo voy anotando ideas y también voy haciendo pistas, ese es el método como que casi siempre he usado. Después escucho las pistas y veo cuál de las ideas que anoté se puede desarrollar en una pista, y ahí empiezo. Es un método intuitivo.
Andrea: Yo escribo palabras, siempre. Primero tengo que tener unas palabras que me convenzan a mí y después empiezo a meterle guitarrita.
¿Qué canción les ha costado terminar?
Héctor: Cuando he tenido algunas que no termino las terminamos los dos. Antes, cuando teníamos menos recursos académicos, era más difícil terminar una canción.
Andrea: A mí me parece que como uno no es músico músicos, entonces las posibilidades no son tantas. Porque entre mejores músicos son, es terrible, la cambian cada cinco minutos y vuelven y cambian. En cambio como uno no tiene tantas opciones, listo, ya, se fue.
¿Cuál es su canción favorita?
Héctor: Ahora me gusta mucho “La pipa de la paz”.
Andrea: “Amo mis piernas”, me gusta.
¿Qué canción hubieran querido escribir? ¿Qué canción quisieran interpretar?
Andrea: Escribir, cualquiera de Juan Gabriel, y me gusta cantar “Pedro navaja” y una que he grabado que se llama de “Carne y hueso” de Graciela Arango de Tobón.
Héctor: Me habría gustado escribir “Ojos indios” de Alfredo Gutiérrez. Hace un tiempo cantaba con gusto “Love is like oxygene”.
¿Cuál es su opinión sobre la figura del intérprete?
Héctor: Todo depende mucho del intérprete, si tiene una voz tremenda transmite mucho. Uno se conecta con una voz dulce que transmite tanto.
Andrés Correa
Músico dedicado a la escritura de canciones. No solo lleva más de 12 años metido en este arte sino que ha grabado seis discos. Además hace parte de la Fundación Barrio Colombia, desde donde organizaba el Festival de la Canción Itinerante que permitió juntar músicos latinoamericanos que venían trabajando y explorando este formato.
¿Para usted qué es una canción?
Una canción es una idea. La letra, melodía, armonía, arreglo son solo el vestido.
¿Qué lo motivó a escribir la primera canción?
Supongo que fue jugar a ser Fito Páez.
¿Por qué escribir canciones?
Es una pulsión, muchas veces pienso que no volveré a hacerlo pero siguen llegando. No hay forma de negarse al impulso.
¿Y qué lo motiva ahora?
El amor por el oficio, la orfebrería.
¿Qué prefiere o disfruta más, la epifanía o la urgencia?
La urgencia que exige pausa, calma, contemplación y determinación. Con la epifanía no se puede contar.
¿Cuál es el compromiso del autor con su creación?
Llevarla al punto más alto posible y a la vez ser capaz de soltarla. Ya luego la difusión es otra cosa. Yo me hago responsable de lo que escribo, pero que eso logre alguna repercusión es otro tema. Con eso ya perdí la esperanza.
¿Debe existir un compromiso del autor con su realidad? ¿Cuál es?
Creo que sí, pero hay muchas realidades, es un compromiso personal. Yo no puedo decirle a nadie “esta es tu realidad o la realidad del mundo en que vivimos” pero, en mi caso, quiero retratar el mundo como lo percibo y siento que en la medida en que soy efectivo en eso la gente puede identificarse.
¿Cómo es el proceso de escribir una canción?
Muy resumido sería algo como melodía sugiere palabra, palabra sugiere idea, idea sugiere historia, personajes, tiempo… Y luego viene el trabajo de artesanía.
¿Qué canción le ha costado terminar?
Hay una décima, bastante chueca por cierto, que voy a grabar para el nuevo disco. Hice muchas versiones desde la letra y lo musical durante casi dos años. La canción existía en cuanto idea, la cosa fue poder materializarla.
¿Cuál es su canción favorita?
“Ámbar violeta”, de Fito Páez.
¿Qué canción hubiera querido escribir? ¿Qué canción quisiera interpretar?
Escribir “A rota do individuo” de Djavan. Quisiera interpretar “El mochuelo”, pero creo que nunca lo voy a lograr, tendría que volver a nacer.
¿Cuál es su opinión sobre la figura del intérprete?
Me parece vital. Las grandes canciones son lo que son gracias a los intérpretes. Es una lástima que ahora los interpretes sientan que lo que hacen es algo menor y estén empeñados en componer a toda costa. También es una lástima que se haya roto esa relación entre compositor e intérprete. Es una tragedia ver grandes cantantes haciendo repertorio viejísimo y trillado alternado con canciones propias espantosas.
Vandera
Vandera, de Rosario, Argentina, ha hecho música para cine y desde hace mucho es uno de los músicos de Fito Páez. Tiene una discografía importante, seis discos, y un par inéditos. Además es productor.
¿Para usted qué es una canción?
Es una cápsula de tiempo y espacio donde se puede capturar lo real, lo irreal, el deseo, la frustración y la variedad de sentimientos y obsesiones más absurdas y obvias que los humanos podemos experimentar. Es una tienda de disfraces de tres minutos, un anzuelo, un desesperado llamado de atención, una excusa y, a veces, un cuchillo que parece una flor.
¿Qué lo motivó a escribir la primera canción?
La atmósfera musical que se vivía en mi infancia estaba dominada por cantantes compositores. La música la hacían artistas que hablaban en primera persona de lo que les pasaba, de cómo veían el mundo que los rodeaba y de lo que soñaban. Cuando empecé a acercarme a la música mi única obsesión era poder hacerme de esa herramienta, usar ese envase dorado para contar algo, redimir o exorcizar alguna cuestión. Desde que tuve por primera vez una guitarra en mis manos, mi intento fue tocar un acorde y vestirlo con una melodía. Creo que esa pulsión de drenar el efecto del mundo sobre uno, fue lo que me motivo sin duda a la primera y a todas las que siguieron.
¿Por qué escribir canciones?
Un cuadro, un poema, una película, una foto, una canción ¿Por qué hacer eso? Te diría que se hace porque no puede dejar de hacerse, y también porque no hay una razón. Es algo ancestral de la expresión. Al menos en su esencia más íntima, después el mundo te revuelca en su lodo, el piano se transforma en un escritorio y la razón empieza a ganar su batalla. De todos modos las canciones dicen tanto por lo que expresan como por lo que omiten.
¿Y qué lo motiva ahora?
Hacerlo cada vez mejor, subir la vara, superarse, descubrir y descubrirse, salir de la trampa de lo conocido y animarse a lo distinto .Todo eso motiva y empuja hacia adelante. Cerrar una canción es una sensación muy hermosa y personal. Uno es amo y esclavo de eso.
¿Qué prefiere o disfruta, más la epifanía o la urgencia?
La epifanía está reservada para grandes artistas, gente antena que es distinta a las demás. Los obreros que trabajamos sobre las emociones o conflictos o la personal visión de las cosas, tenemos que insistir y resistir. Se trata de armar un relato o viaje donde uno pueda verse y le resulte natural. Pero para contestar tu pregunta le abriría la puerta a la epifanía, sin duda.
¿Cuál es el compromiso del autor con su creación?
El compromiso es el objetivo personal, después de todo puede ser una farsa o un ejercicio del ego o una revelación, o una forma de llevar algo a tu plato. Ese deseo íntimo personal y voraz es el que hay que satisfacer, no importa cuál se será presentado al mundo como algo noble.
¿Debe existir un compromiso del autor con su realidad? ¿Cuál es?
La realidad de uno puede ser bastante distante de la realidad del otro, es sólo una percepción, todos podemos elegir a qué darle el crédito de verdadero o no, todo puede ser tan liviano como profundo según el receptor, y a la vez tiene las más múltiples lecturas. Entonces el autor puede hacer desde su delirio y representarle al otro su realidad más cruda, no hay reglas, eso es lo más interesante. La escena de Mozart y Salieri en “Amadeus” de Milos Forman tira por tierra todo concepto y forma de compromiso con la realidad. Quizás esa sea la función de las canciones, transformar nuestra realidad
¿Cómo es el proceso de escribir una canción?
Cada persona que se anima a esto de hacer canciones te podría contar una versión diferente. Es encontrar la punta del ovillo y empezar a tirar, a veces es un acorde, una palabra, una foto, un ritmo, todo lo que gira alrededor contiene el primer paso de una canción. Cinco minutos a cinco años, nunca se sabe lo que lleva.
¿Qué canción le ha costado terminar?
Aquella que me ha resultado incómoda por lo que trataba de expresar o por no encontrarle la salida a lo armónico. Las canciones se van abriendo camino solas, en general; a veces hay que destrabar puertas y a veces se van de la ruta y quedan inconclusas.
¿Cuál es su canción favorita?
Todas las canciones que me dan ganas de cantar, hay tantas, tan variadas, y para cada momento. Mi canción favorita va variando todas las semanas, con cada edición de disco que escucho o canción que me acompaña recorriendo la ciudad. Me gusta escuchar música nueva así que es un ranking que va cambiando semanalmente.
¿Qué canción hubiera querido escribir? ¿Qué canción quisiera interpretar?
Cada vez que me encuentro con una canción que me emociona y transporta hay un secreto deseo de haberla hecho, pasa todo el tiempo, uno escucha que alguien tomo las decisiones correctas en la letra, la armonía y los arreglos, y lo celebra esperando que le ocurra a uno con la próxima.
¿Cuál es su opinión sobre la figura del intérprete?
Los intérpretes que más captan mi atención son aquellos que presentan una relectura de la canción cargando las palabras de una manera personal, no me gustan las interpretaciones que se asemejan a la versión original, me gusta la ruptura y lo incorrecto en el intérprete, que se apropie, no que imite.
Franny Glass
Franny Glass es el proyecto solista de Gonzalo Deniz (Montevideo, Uruguay, 1986). Obtuvo tres Premios Graffiti a la Música Uruguaya, y fue distinguido como Mejor Solista en los Premios Iris 2012. Además de su discografía en solitario, es vocalista de la banda Mersey, participó en el disco “Reverie” de Luciano Supervielle, y colaboró en vivo con Fernando Cabrera y Jorge Drexler, entre otros.
¿Para usted qué es una canción?
Una canción es como un pequeño universo que tiene ciertas reglas sobre las cuales uno se puede bajar para expresar algún tipo de emoción, o contar una historia, o transmitirle algo a otras personas. Es una manera de comunicar.
¿Qué lo motivó a escribir la primera canción?
Yo creo que mi primera canción la hice como a los 12 años para probar que yo podía hacer eso que escuchaba y que tanto disfrutaba. Estaba aprendiendo a tocar y quería ver si yo podía hacer algo propio.
¿Por qué escribir canciones?
Para mí es una necesidad vital. Siempre estuve relacionado con la música y estuve admirando personas que hacían canciones, entonces fue algo que yo pensé que siempre iba hacer. Desde que empecé hacerlo y comprobé que lo podía hacer, encontré mi camino en la vida, entonces me resulta difícil alejarme de esa manera de vivir en la relación con las canciones y tratar de verlo de manera objetiva.
¿Y ahora qué lo motiva ahora?
Ahora generalmente es lo que pasa a mi alrededor, lo que veo en otras personas, o muchas veces el alejamiento entre la manera de actuar que tenemos las personas y los objetivos ideales. Tengo una canción que se llama “Aquellas metas” y creo que habla de eso. Las canciones que hago últimamente hablan de eso… no quiero que suene a un lugar común pero a veces estamos ocupados en un montón de cosas que no tienen ningún sentido y nos olvidamos de las cosas que realmente son esenciales. Las canciones que hago hablan un poco de eso, de prestarle atención a las grandes cosas por las que estamos acá.
¿Qué prefiere o disfruta más la epifanía o urgencia?
Por suerte, hasta el día de hoy, tengo canciones que hice en 10 minutos y canciones que me llevaron un año y medio. Creo que todo está siempre al servicio de la canción, o sea, no tengo preferencia por las canciones que me tomaron más o menos tiempo; algunas fueron hechas como en un impulso inmediato y urgente y otras fueron producto de mucho tiempo, de visitarlas de pensarlas, de abandonarlas y volverlas a buscar. No tengo una preferencia en cuanto a eso, ojalá todas salieran en, 10 minutos pero la verdad es que, por dedicarles más tiempo a algunas, he llegado a lugares a los que no habría llegado de otra manera. Lo importante es la canción y no importa cómo uno llegue a ella.
¿Cuál es el compromiso del autor con su creación?
Es absoluto.
¿Debe existir un compromiso del autor con su realidad? ¿Cuál es?
Yo creo que no es necesario. A ver, siempre el origen es algo personal, después está en cómo uno quiere mostrarlo. Muchas veces, cuando yo parto de una anécdota real trato de disfrazarla para que no esté hablando abiertamente de mi vida, pero al fin y al cabo siempre parten de la manera que uno tiene de ver el mundo. Por más que uno esté inventando una historia siempre está hablando de uno mismo, la diferencia está en cuánto quiero que se parezca a estarle contando una infidencia a un amigo o estar generando algo superior a partir de una cosa real.
¿Cómo es el proceso de escribir una canción?
Generalmente parto de una melodía o una idea musical y luego le empiezo a poner el contenido. Si pienso en las últimas canciones que hice son impulsos sobre algo puntual, algo que veo en los demás o algo que veo en mí mismo. Trato más que sean ideas porque antes mis canciones eran más narrativas. Hoy trato de basarme más en ideas puntuales, en imágenes, y darle vueltas a eso en lugar de desarrollar una historia.
¿Qué canción le ha costado terminar?
“El amor anda suelto” es una canción muy simple pero que me costó mucho terminar. Yo quería que la letra tuviera un tono o un color determinado y me costó mucho encontrar las palabras adecuadas. Por otro lado, tenía un problema con que se llamará así: “El amor anda suelto”, quería buscarle otro título y que dijera otra cosa, pero después, hablando con gente querida, me di cuenta que la canción hablaba de eso y que yo tenía que hacerle caso a ella y no satisfacer un capricho personal.
¿Cuál es su canción favorita?
¿Mía? “El amor anda suelto”.
¿Qué canción hubiera querido escribir? ¿Qué canción quisiera interpretar?
“Penny Lane”. Y me gustaría cantar “Canción en llamas” de Señor Faraón, que es un proyecto uruguayo de un compositor que se llama Ismael Varela, es una de las canciones uruguayas que últimamente más me ha movido.
¿Cuál es su opinión sobre la figura del intérprete?
Es un oficio que está subvalorado últimamente, pero es sumamente importante. A lo largo de la historia de la música ha habido grandes intérpretes sin embargo hoy en día, al menos desde el punto de vista de los músicos compositores, como que no está muy bien visto el rol de intérprete aunque muchas veces pueda resignificar una canción. Es fundamental para la música. Me da la sensación que el intérprete hoy está asociado a las bandas tributo o bandas de homenaje, pero sería bueno que vuelva a tener la importancia que ha tenido en la historia la música.
Andrés Gualdrón
Compositor, baterista, cantante e investigador musical. Integrante del grupo los Animales Blancos. Lanzó este años además un trabajo como solista, Magallanes.
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¿Para usted qué es una canción?
Una canción es cualquier composición musical que se canta, dure lo que dure y tenga la estructura que tenga.
¿Qué lo motivó a escribir la primera canción?
La primera canción que hice fue absolutamente inconsciente, a los 13 años. Básicamente no había escuchado otros tipos de composición musical distintos a la canción, porque crecí escuchando música en la radio y en los discos que me regalaban. Crecí escuchando canciones como la gran mayoría de la gente y eso me llamó a escribirlas, a repetir lo que ya conocía. Era un blues en inglés, lo escribí justo cuando empecé a aprender a tocar guitarra y acompañarme a mí mismo. Me gustaban el jazz y el blues y era sobre una mujer que iba al mar, una mierda toda romántica.
¿Por qué escribir canciones?
Por la misma razón por la que se escribe música instrumental, se hace un cuadro o se hace una instalación; simplemente por tratar de entrar en un flow, en una comunión con el mundo, con algo que lo hace sentir a bien a uno y que, quizás, pueda decirle algo más a alguien dentro de un momento de felicidad creativa. De eso se trata todo. O sea, bien se trate de hacer una olla de arroz o escribir una canción, crear cosas es lindo.
¿Y qué lo motiva ahora?
Mira que no escribo canciones hace mucho. La última canción que escribí fue hace casi un año. Duré muchos años, por lo menos 12 o 13, escribiendo canciones y tratando de ordeñar, ordeñar y ordeñar ese formato, pero hace poco más de un año decidí parar con eso y empezar a escribir música instrumental. Estoy muy contento.
¿Qué prefiere o disfruta más la epifanía o urgencia?
Esa es una muy buena pregunta. La música que tiene que ver con la urgencia tiene que ver con las vísceras, el deseo y la violencia, tiene que ver con tomar en cuenta asuntos de la vida inmediata y eso es maravilloso. Pero hay momentos en los que uno deja ir eso y lanza preguntas hacia lugares muy profundos, muy viejos y muy pesados, y también ahí llega uno a escribir canciones y se da cuenta que también son urgentes, que fueron urgencias que uno dejó pasar. No hay diferencia entre ambas, la epifanía es sólo una urgencia un poco más decantada.
¿Cuál es el compromiso del autor con su creación?
Mi único compromiso es grabar música. En eso creo, en la música que permanece. Siempre pensamos en la música como un acto efímero, siempre se pensó en el sonido como una mierda imposible de retener, pero ese siglo hermoso anterior, en el que nacimos, tan lleno de guerras pero también lleno de innovaciones, nos enseñó que podíamos asir la música, que podíamos grabarla, recopilarla y abrazarla. Soy un fanático de eso, de grabar la música, de los discos, las grabaciones y los estudios, mucho más que de la música en vivo. Mi compromiso con la canción es grabarla y dejarla que viva, que lleve una vida independiente de mi vida.
¿Debe existir un compromiso del autor con su realidad? ¿Cuál es?
Pienso que el autor no puede escapar de su realidad por más metafórico, abstracto, conceptual o hermético que se ponga. Siempre está expresando lo que hizo en la mañana cuando fue a comprar el pan y los huevos, lo que hizo por la mañana cuando se despidió de su mamá o de su novia para ir a trabajar; pienso que absolutamente todo, por expresión o por omisión, es un reflejo de la realidad más básica y más terrenal, y eso es una chimba. El compromiso es ese, confrontar la realidad con esos impulsos innombrables. No hay música que nazca desnuda, la música es hija de su tiempo, ninguna es atemporal, ninguna.
¿Cómo es el proceso de escribir una canción?
El método que yo elegí fue tratar de llevar a cabo, lo más profundo que pudiera, la canción en la misma sesión de composición que inicié. Es decir, no trabajar en la canción mucho más allá de lo que sucedió en ese momento en que la descubrí, tratar de llevarla a sus últimos términos en ese momento en que la encontré y me puse a componer. Sé que la disciplina del compositor es la disciplina del que puede descomponer y mirar más fríamente aquello que hace, y darle tiempo y retrabajarlo. Entiendo eso muy bien, pero para mí la canción es un género distinto, es el género de la urgencia y del momento, y mi manera de componer siempre fue muy inmediatista. Hay canciones que ya están grabadas y, hoy en día, siento que quizás necesitaban un par de meses más, hay otras que, gracias a Dios, siento que pude capturar en ese instante en el que sucedieron.
¿Qué canción le ha costado terminar?
Una que no he publicado, una balada de amor. Hay varias, tengo un disco ahí en ciernes que no me he atrevido a grabar desde hace ya varios años. Tiene una en particularidad que siento se merece un final más glorioso del que le he sabido dar hasta el momento. Por eso nunca la he grabado.
¿Cuál es su canción favorita?
Difícil. En este momento diría que es “El aguijón” porque es una canción que une de forma orgánica mis influencias de adolescencia, de más grande como la música tropical y la música experimental, y a la vez es una canción que escribí para que los niños bailaran y se pusieran contentos. Es puro amor.
¿Qué canción hubiera querido escribir? ¿Qué canción quisiera interpretar?
“La incondicional”, no sé quién escribió pero la canta Luis Miguel (la escribió Juan Carlos Calderón), es una gran balada. También “Luchador” de Silvio Brito, un vallenato maravilloso, quisiera poder escribir una canción así algún día. Hay un tema que he tratado de interpretar, le he gastado tiempo en sacarla, es difícil de cantar y la canta un gran virtuoso que es Luis Alberto Spinetta, se llama “La orilla infinita”. Me la sé pero llega un momento en que la voz básicamente me queda corta porque hay que subir mucho, quisiera poder cantarla como él, pero me di cuenta que no tiene caso.
¿Cuál es su opinión sobre la figura del intérprete?
Esa es una pregunta muy cerda. Pienso que hasta antes de que existiera la grabación el intérprete era un personaje central entre el universo del compositor y el universo de la música interpretada en público. Cuando aparecieron las grabaciones se acortó un poco esa y el compositor pudo fijar sus ideas en la grabación directamente. Pienso que, quizás, por puro romanticismo, deberíamos volver a la figurar intérprete, de la persona que sabe qué hacer con la música que uno hace. Hay grandes intérpretes de canciones que las hacen pertenecer a ellos mismos, uno muy especial del cual renegué y hoy en día merece todo mi amor es Pedro Aznar, un intérprete espectacular.