Comida

Entregar comida rápida: swingers, drogas y poca ropa

Este artículo fue originalmente publicado en MUNCHIES Dinamarca.


La gente que se gana la vida entregando comida a los demás seres crudos y flojos son verdaderos héroes de la vida diaria.

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Solo en Copenhague, entre 150 y 200 conductores entregan comida para los usuarios hambrientos de Just Eat, básicamente el equivalente Europeo de Rappi o SinDelantal. Ofrecen comida de todo tipo a personas provenientes de todos los caminos de la vida, en toda clase de situaciones. Es por eso que hablamos con dos chicos repartidores con experiencia sobre sus clientes más locos, desde quienes odian leche con chocolate, hasta los drogados hambrientos, pasando por hombres desnudos y swingers (quienes intercambian de pareja).

Frederik (27), chico repartidor desde hace 3 años
Nunca sentí que me miraban por encima del hombro por ser repartidor, aunque una vez un amigo dijo, “Al menos no estás en la caridad”. Tampoco sentí vergüenza nunca. Casi nunca pasaba algo relevante, pero obviamente algunas entregas fueron más llevaderas que otras.

Una vez, una mujer ordenó algo y cuando llegué no pude encontrar la dirección. De pronto, un tipo salió e intentó abrir la puerta de mi auto. Parece que en ese entonces muchas personas pensaban que atacar a los repartidores era divertido, así que pisé el acelerador y me seguí de frente. Al fianl me enteré de que el sujeto era el novio de la mujer y había bajado por la comida, pero obviamente yo no sabía.

Luego, en otra ocasión tuve que entregar un par de sándwiches. Era mi primera entrega del día y recogí la comida del restaurante para ir a la casa del cliente. Abrió la puerta una mujer; le entregué los sándwiches y luego las bebidas. Cuando ordenas de algún restaurante, muestras un número y entregas la comida. El problema es que me habían dado una leche con chocolate en lugar de una Coca Cola y eso ella no pudo soportarlo. Me empujó, me preguntó si no sabía leer y me dijo que no era precisamente inteligente. Y su novio también me insultó. No estoy seguro quién era, pero lo único que llevaba puesto eran sus calzones, manchados.

Al final, solo me fui. Cuando eso sucede, por lo regular puedes comer la entrega equivocada gratis y te entregan una nueva para corregir el error. Pero eso no fue suficiente para ella. Llamó a nuestro servicio de entrega y dijo que me había visto en el auto bebiendo su Coca Cola. Durante un tiempo me llamaban el ‘ladrón de Coca Cola’.

A veces los clientes me invitaban a pasar; (por desgracia) nunca como se ve en las porno. Casi siempre son ebrios o cualquier persona intoxicada; están sentados fumando un porrito y te invitan refresco. O personas ancianas que necesitan ayuda con el empaque.

Por fortuna, la mayoría de la gente queda contenta cuando recibe su comida. De vez en cuando hasta recibo propinas. Pero es raro, casi siempre son turistas o ancianos. Y también, a veces hay personas que no entienden muy bien que ya pagaron por su comida en línea.

Mathias (25), repartidor por seis años
Empecé a trabajar como repartidor después de la preparatoria, cuando tenía 19. Hoy, dirijo a los demás repartidores, pero de vez en cuando salgo a repartir solo para socializar. Cuando manejo de tiempo completo, el turno es de 11:00 AM a 9:00 PM. En promedio, puedes hacer dos entregas por hora. En general, entregamos sushi, pizza, hamburguesas y comida tailandesa.

Lo mejor del trabajo es que llegas a conocer a muchas personas diferentes. Adquieres mucha experiencia.

Una vez toqué el timbre de un hombre y me dejó entrar sin preguntar quién era. Algunos lo hacen. Cuando subí las escaleras para llegar a su departamento, la puerta estaba entreabierta. Pensé, bueno, solo está juntando propina para mí —mucha gente lo hace—, pero después de varios minutos, decidí golpear la puerta. Alguien gritó, ‘Estoy en la sala, ¡solo entra!’.

Cuando entré a la habitación, me recibió la imagen de un hombre posando como Superman, solo que completamente desnudo. Un tipo cualquiera pero desnudo. Estaba ahí de pie, con todo colgando y pude ver su sonrisa desaparecer cuando el pánico se apoderó de él. Parece que pensaba que su novia estaba por regresar del trabajo. Resulta que ella había ordenado comida para darle una sorpresa.

Cuando entré a la habitación, me recibió la imagen de un hombre posando como Superman, solo que completamente desnudo.

No pude evitar reírme cuando se cubrió con las manos, buscando una almohada para taparse. Le pregunté amablemente dónde debía dejar la comida y señaló la mesa de la sala. Ahí la dejé, dije ‘¡Que tenga un buen día!’ y salí antes de que pudiera abrir la boca.

Una vez, unas chicas ebrias me invitaron a una fiesta; y en otra ocasión unos chicos me invitaron a pasar mientras veían el futbol y fumaban mota. Me pidieron que me sentara con ellos y mirara el partido en lugar de trabajar.

La entrega más extraña fue cuando me pidieron ensalada de mayonesa y un six de cerveza. Era para un caballero que quizá tenía demasiada flojera de ir a la tienda, además tienes que ordenar comida para ordenar alcohol. Inteligente, pero demasiado caro.

Ya conozco muy bien la ciudad, pero una vez tuve que entregar la orden en un sótano y no podía encontrar el número. Intenté llamar al cliente, pero nadie respondía. Seguí conduciendo, esperando que el cliente llamara para preguntar por su orden. Un poco después, recibí un mensaje de texto, preguntando quién era. Les dije que era de Just Eat y me contestaron que podía regresar con ‘abrazos del cliente’. Cuando llegué, resulta que era un club de swingers trans y mi llegada fue bienvenida por un grupo de personas escasamente vestidas. Estaban muy felices de verme, pero no me invitaron a pasar.