Estamos platicando pero me acuerdo de esa clase de ciencia política en la que acumulé muchas faltas a pesar de pasar lista. “Homo homini lupus”. El hombre es el lobo del hombre. Algo así decía Hobbes. Nuestro estado natural es salvaje, y desde esa conceptualización, somos vulnerables al resto de los humanos, pero también a nosotros mismos, a nuestras emociones, a nuestro estado natural salvaje. Y qué irónico que firmar un contrato de derecho natural con el Estado y las millones de personas que habitan el mundo para protegernos de nuestra barbaridad inherente, sea más difícil que conciliar un acuerdo con nuestro propio estado natural, con nosotros mismos.
“La médula es lo que está dentro de tus huesos, y lo silvestre es lo que es salvaje por naturaleza, sin denotar necesariamente agresividad”, me dice Carla Rivarola, con quien comparto un cigarro y un café en un patio de la Roma Norte. “La médula silvestre es la naturaleza que vive dentro de nosotros, una pregunta. No es una denuncia. Es hablar de la violencia y las reacciones y el amor y las crisis y la fuerza que viven dentro de mí”.
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Hoy, la cantautora mexico-argentina entrega el que considera su disco debut, después de muchos años de trabajo, y de un proceso de mutación identitaria y aprendizaje artístico que la llevó, de manera casi metafórica, a dejar de ser Iranti para adoptar a Carla Rivarola. “No sabía cantar”, confiesa. Fue aprendiendo sobre la marcha, con más víscera que verdadero conocimiento, logrando así formar inicialmente Origami, su primer material de siete tracks que, a la distancia, parecen guardar poco de lo que es Carla ahora, comenzando por la obviedad del idioma, pero también quizás por tratarse de una voz más introspectiva y medrosa.
Médula Silvestre es un álbum ––porque sí, trabaja desde el concepto de la fuerza inherente en el estado natural del hombre–– que condensa 50 minutos de potencia discursiva e interpretativa. “Mi meta con la música es que sea un putazo”. Que sepa internarse en el oído ajeno sin importar las condiciones de consciencia en que se encuentre. Y es un cometido claramente bien logrado. Porque reúne mucho del poder estético y vocal heredado de su pasado argentino y de su cercanía al rock progresivo, pero también porque ha logrado asentar su propio lenguaje, mundano, “antiintelectual” y genuino, que desde ahora se apunta como una obra clave en el canon que vincula al chilanguismo con la música.
Para conocer más de su nuevo largometraje de estudio, de los procesos ––creativos y personales–– implícitos en él, de la comunidad multidisciplinaria que la ha apoyado para lograrlo, y de la médula silvestre que habita en nuestro estado de naturaleza, me senté a conversar un rato con Carla. Escucha Médula Silvestre abajo, y a continuación checa la extensa y amena plática que tuvimos juntos.
NOISEY: Sé y he leído por ahí que eres mitad argentina y mitad mexicana. Lo de mexicana me queda claro pero lo de argentina no conozco esa parte de tu historia personal, ¿naciste o creciste allá o cómo es la onda?
Carla: Mi papá es de Córdoba, Argentina, y yo considero que mi familia es argentina, porque del lado de mi mamá no tengo familia inmediata, no tuvimos relación con mi abuelo, ni con mi tío ni con el resto de la familia de mi mamá. Yo soy, digamos, que la primogénita de la familia de mi mamá, y sus primas tuvieron hijos hasta mucho después; entonces no sé, como que ahí realmente nunca hubo una relación de familia. En cambio, por el lado de mi papá tengo a mis abuelos, a mis tíos, a mis primos y primas; somos muchos, una familia muy grande, y la mayor parte son músicos. Entonces sí fue una impresión muy grande crecer con mi papá por una parte, porque además es guitarrista, fue director musical y guitarrista de Tania Libertad por muchos años; después se dedicó más a la organización y producción de eventos, estuvo metido en el jazz, en el teatro y demás. Yo asocio a la familia de mi papá y a él de mi parte musical. Yo nunca tuve duda que me iba a dedicar a la música. Entonces cuando íbamos a Argentina de chica a pasar las fiestas y demás, era además de repente tener familia. Así ¡pum!, de no tener a familia a tener una mega astro familia, todos tocando, todo el tiempo con música, todo el tiempo bailando. Es como mi raíz musical de alguna forma.
¿Pero nunca viviste como tal allá entonces? ¿Siempre viviste acá?
Sí, yo soy mexicana, yo crecí acá. Ya después más grande estuve como un año en Córdoba, y fue ahí que decidí dedicarme a tocar, porque yo no sabía cantar.
Naaah, ¿neta?
Sí, estando allá fue que me salió. Tengo dos primas de mi edad que son unas guitarristas bestiales, así bestiales; entonces jalaba con ellas, iba a los shows, iba a las peñas, iba al río. Nos juntábamos con sus amigos y todo. Son como de un círculo donde todo el mundo toca muy cabrón y además donde todo el mundo escribe canciones muy cabronas. Yo me sentía un poco atada de manos porque tocaba la guitarra muy bien pero como que quería escribir rolas pero no me salía, cantaba bien culero, y pues ya regresé a México ya con la intención de corregir eso.
Entonces regresaste ya con eso en la cabeza. ¿A qué edad fue más o menos?
Como a los 21.
Ya no taaan tan joven ––aunque tampoco es como que ya fueras muy grande jajaja.
Ajá, yo empecé a estudiar música ya bien como a los 19.
Supongo aprendiste a tocar desde antes.
Sí, toco desde los 11. Avancé muy rápido, como que tenía mucha facilidad pero no sabía nada, me atoré ahí. Topé con esa pared por un par de años hasta que entré a la prepa y decidí estudiar composición clásica en la Nacional de Música, y se me daba la escuela pero no me gustaba. Dejé la guitarra, agarré el piano como unos tres años, y me puse a componer, escuchar música clásica y la madre, y fue hasta que me fui a Argentina que fue como “¡no mames, no era por ahí!”. Entonces ya regresé, dejé la escuela, y me puse a tocar y a tocar como Iranti, a trabajar en el Origami y demás. Nunca había pisado un estudio. De hecho, cuando grabamos el Médula Silvestre, yo había entrado al estudio solo a grabar el Origami, no tenía nada de experiencia. Este disco me ha enseñado a trabajar en todos los sentidos.
Y fueron tres o cuatro años dándole al proyecto de Iranti, ¿no?
Sí, la verdad Iranti yo considero que duró menos pero fue una cosa loca porque fue un happy accident. Yo no sabía nada de lo que estaba pasando musicalmente en Latinoamérica. Yo crecí muy aislada, del rock sobre todo. Iba a los Vive Latino con mis amigos y así, pero la verdad casi ninguna banda me resonaba. Escuchaba rock progresivo y jugaba videojuegos con mis amigos y cosas así. Entonces, cuando empecé con Iranti, como que no sabía lo que iba a pasar, no tenía la educación de un músico profesional ni nada; y como a los dos o tres meses de que salió Origami empecé a trabajar en Médula Silvestre. Fueron tantos años de Iranti, más por el tiempo que me tardé en hacer este disco. Pero en entender mi voz principalmente. Me tomé por lo menos dos años para que mi voz madurara y de darme chance de ver cómo funciona el instrumento, porque de verdad no tenía nada de facilidad, era súper desafinada, como que no sabía controlarlo. Y sí, fue trabajando, lo fui entendiendo, y fui haciéndolo sobre el escenario. No quería bajarme de ahí.
Entonces ¿fue una evolución necesaria o de maduración artística pasar de Iranti a Carla?
Un poco sí, porque conforme fue pasando lo de Iranti, empecé a darme cuenta de lo que sucede en Latinoamérica a nivel de canciones; no cantautores, porque con esa escena no me siento muy identificada. Pero a nivel rolas en el rock, y en otras cosas que también me gustan mucho en México, empecé a sentir mucha incongruencia con cantar en inglés. Yo estaba harta de cantar en inglés. De hecho, todavía en 2016 o 17 prácticamente ya no tocaba nada de Iranti en los shows. Tocaba del Médula y dos o tres de Iranti, y así fui trabajando las rolas, pero llegó un punto donde fue políticamente muy importante hacer canciones en español, y así sucedió. Principalmente me separé de Iranti por eso, porque yo no quería que la gente se quedara con la impresión de que es una continuidad. Más bien Iranti fue como un protoproyecto que, por suerte, me permitió ir aprendiendo y tomando experiencia y demás, pero yo considero este mi debut.
Y pasando por ese tema del idioma y de dejar el inglés, lograste pasar totalmente al otro lado del espectro, a algo genuino y eficaz. No solo cantas en español, el disco tiene una identidad chilanga en sus letras.
Ajá, creo que es un disco muy chilango jajaja. Me divierte. Creo que algo muy chilango es convertir en verbos cosas que no necesariamente lo son, y ese fue un espacio que encontré para hacerlo. Porque el español es un idioma muy traicionero a nivel poético: es muy fácil sonar pomposo y yo no quería que sonara inaccesible; entonces yo soy un poco antiintelectual en ese sentido. Me gusta la poesía de lo mundano pues, prefiero decir las cosas de la misma forma en que yo las digo cuando hablo, y eso me llevó a encontrar un lenguaje en español, pero sí me costó mucho trabajo. Hay muchas canciones, como unas 20, que yo descarté para el disco y que fueron parte de un proceso de encontrar el lenguaje, y me costó llegar a él. De repente fue como que hizo click. Yo creo que con “Ave del Horror” fue ese momento, en que se asentó el lenguaje.
Aparte ahora notó que hay cierta clase de reivindicación musical del chilanguismo. Digo, siempre estuvo Rockdrigo, el Tri, Café Tacvba, pero precisamente crecían mucho bajo esa etiqueta de “chilango” y de las implicaciones negativas a las que se ha ligado al termino. Ahora creo que, sin dejar de lado esa autenticidad, se están alcanzando dimensiones más inmediatas, léase el caso protagónico de Belafonte Sensacional y muchas bandas y solistas que corren bajo esa estela, desde Los Cogelones hasta Tino el Pingüino.
Justo estaba pensando en ellos. Alguna vez estuve en una sesión con los Guadaloops. Y la forma de escribir de Fermín como que fue una pista para mi camino. Desde luego también Belafonte. También, más que nada quiero decir que creo que este disco se nutre mucho de artistas argentinos y chilenos. Creo que quería plasmar un sentimiento muy latino, pero definitivamente plasmar un sello mexicano. O sea, no me interesa pretender que soy argentina cuando toco, a pesar de que mi música podría ser más identificable con bandas como Eruca Sativa o Mi Amigo Invencible y demás.
Yo noto esa herencia en el poder de la interpretación, en el ejercicio vocal, que creo es una tradición latina que los argentinos han sabido transportar de manera más eficaz al rock. Y a la vez también percibo que es una cualidad que con Iranti no estaba tan presente, esto de la expresión hacia afuera más que hacia dentro.
Creo que tiene que ver con las formas también. Iranti fue un proyecto completamente circunstancial. Yo necesitaba cantar, necesitaba escribir, necesitaba tocar, como que todo lo que fue Iranti y el Origami fueron resultado de las herramientas que yo tenía en ese momento. También creo que, no sé, en ese momento yo estaba sola, con mi guitarra eléctrica, no tenía tiempo para armar una banda y ponerme a pensar qué iba a pasar. Estuve tocando con banda con Iranti un tiempo pero como que sentí que nunca terminó de cuajar. A mí me faltó entender desde dónde trabajar con una banda, porque como el disco ya lo había grabado sola, esa era la naturaleza del disco y de la interpretación, y lo sufrí un chingo porque me cagan los shows de cantautores, me aburren un montón. Como que sin querer con Iranti me encasillaron en un lugar que a mí no me interesa, entonces el Médula también es el resultado de trabajar en equipo, de ir encontrando la manera de relacionarme con una banda y encontrar gente que tuviera la mentalidad compatible con la mía para ir entendiendo el mensaje. Fíjate que esto es algo que he estado pensando mucho los últimos días, que creo que mi meta con la música es el putazo, y eso es algo que no tenía claro con Iranti, hice unas canciones, esas fueron las que me gustaron, y mi trip era como descubrir la guitarra, usar bajos, ir construyendo los acordes cada uno de manera especial. Con Médula más bien quería que si estás en el show y estás peleando, o con el celular, o fuiste por una chela, que la música de todos modos se te cuele.
Muchas veces he hecho esto, y me he dado cuenta que es una cosa bien estúpida, pero es común leer o ver esto de embolsar a las mujeres haciendo música en Latinoamérica dentro de una misma canasta.
Como si fuera un género.
Ajá, como si fuera un género, como si fuera una masa homogénea. ¿Qué opinas en ese sentido, sobre las mujeres latinoamericanas haciendo música, y sobre eso de “tener que sobresalir” de una homogeneización constante?
Sí, la verdad a mí esa idea de una escena femenina se me hace una completa mamada. Si te soy muy sincera, hay pocas cosas en América Latina de mujeres, especialmente en el rock, que realmente a mí me emocionan. Sí mi música está alimentada de muchas mujeres pero a nivel internacional, creo que todavía nos falta acá un poco de desarrollo para llegar a cierta libertad estética en proyectos femeninos. Creo que México está muy afectado por esta cuestión Televisa de “tienes que ser bonita, femenina, y blablabla”, y pues no sé, yo no me siento tan identificada con lo que pasa acá porque gran parte de las compositoras que conozco están haciendo pop, y yo toco rock progresivo o alternativo. En Argentina, es otra historia, están Lula Bertoldi y Brenda Martin de Eruca Sativa, que además también son de Córdoba, entonces también está ese nexo, y por suerte también he podido rebotar algunas cosas con ellas. También Marilina Bertoldi que es hermana de Lula, y que estéticamente ella me parece muy impactante porque aunque no me siento tan afín a su música, siento que por alguna razón la inercia en México de caer dentro de un molde estéticamente para las mujeres es muy fuerte. Y yo lo sé porque he caído en eso, yo he pasado mucho tiempo de mi vida preocupándome frente al espejo pensando ‘verga, no me veo bien frente a la cámara’, debo hacer más ejercicio, debería operarme la nariz, hasta que empieza este proceso de pensar bueno, están estas morras en Argentina, está Camila [Moreno], está Merrill Garbus de Tune-Yards, está Angel Olsen, está St. Vincent, hay tantas morras que viven diferente lo que proyectan y que tocan música verdaderamente cabrona. No sé, creo que más bien mi viaje en lugar de tratar de ser parte de una cosa femenina, es mostrar a través de mi música y de mi estética que hay muchas formas de ser mujer.
Parte de ser una persona haciendo música tiene que ver estrechamente con un vínculo que nos une a nuestros contextos. En el caso de la mujer latinoamericana –con las particularidades intrínsecas que guarda cada una de ustedes– parece haber un aspecto generalizado necesario de abordar que tiene que ver con la violencia de género, un discurso que se ha redimensionado de manera especial este año, y que de manera muy valiosa creo que ha logrado pasar de ser discurso a acción más organizada y de mayor volumen. En ese sentido, creo que has atinado a hacerlo con maneras y ejemplos muy concretos, está “Fantástica” o eso muy chingón de “ser más grande que cualquier depredador” en “Médula Silvestre”. ¿Cómo ha sido para ti?
Hay algo muy curioso ahí porque yo siento que yo he ido encontrando mi propia forma de ser feminista y de ir encontrando mi identidad porque pues yo soy bisexual, entonces siento que no lo vivo de la misma manera ¿sabes? Siempre lo he dicho muy al aire, lo tengo identificado desde hace años, pero me ha dado miedo mirar dentro de mí misma y pensar ¿qué significa eso para mi identidad? Y la música de alguna forma también ha sido mi manera de hacer las paces con lo que soy y de encontrar una especie de alquimia de las cosas que necesitamos para estar bien y estar íntegros como persona, que definitivamente sangran hacia esta cuestión de ser mujer. O sea, yo no escribí “Fantástica” y “Médula Silvestre” y otras rolas del disco que también tienen tintes políticos pensando desde mi feminidad, yo las escribí pensando desde el sobrevivir cosas culeras. Es un disco que básicamente viene de un periodo muy difícil de mi vida, es un disco que se desprende de la explosión de mi núcleo familiar, del divorcio de mis papás, todo lo que se vivió los años anteriores y demás. Entonces no sé, se me hace muy cabrón, como un timing celestial, wey, que sin que yo metiera mi cuchara al respecto, haya mujeres que en este momento estén tomando estas canciones para identificarse de esa manera. “Médula” es una cosa muy loca que me manden fotos de las manifestaciones con cartulinas escritas con esto de “soy más grande que cualquier depredador”, la primera vez que me mandaron una me puse a llorar como pendeja, le hablé a mi mamá y un rollo así muy loco. Pero “Fantástica” no sé, como que algo bien cabrón de la música es que va adquiriendo un significado líquido ¿sabes? Es una rola que le escribí a una amiga que tiene una historia muy extraña de que tuvo un intento de suicidio, y yo fui a verla al hospital, y me dijeron que no había sido cierto cierto y que había sido como fake porque no encontraron las pastillas en el ultrasonido, y cuando la estaban llevando sus papás de regreso a la casa vomitó las pastillas, entonces fue una historia muy rara porque pudo haber muerto ¿sabes?
Chale, qué denso.
Y yo me emputé, porque ella estaba como enojada de que estaba viva cuando la fui a ver, por eso escribí esa canción, fue para alguien muy específico, peeeero, ocurrió que cuando estábamos en proceso de producir el álbum, fue un proceso muy orgánico, lo produjimos todo entre Mike Brie que toca la guitarra en mi banda y yo, y ya después Nacho Sotelo en la mezcla y demás, fue muy local todo. Sucede que estaba grabando “Fantástica” para la maqueta, para empezar a trabajarla y montarla, y era una mañana de verdad fantasmagórica, no había nada, vivía en Coyoacán, estaba todo muy tranquilo, y cuando iba a salir de mi casa a devolverle un stand a un amigo que me había prestado para grabar “Fantástica”, me llegó un mensaje de mi casera de que mi vecina de 12 años se había suicidado en la mañana. Yo estaba dormida, ni me enteré, llegaron los policías, fue un desmadre, peritaje, y yo ni en cuenta, grabando la rola, cantándola en la vecindad. Cuando salí, estaba la silueta del peritaje en el suelo donde había caído y la sangre seguía ahí, y ese momento fue muy fuerte porque me di cuenta que no podía divorciar ciertos sentimientos de la música, que esa historia seguía viva, y ahí fue donde para mí fue extra importante dar un mensaje con esa canción, más allá de solamente darle un mensaje a alguien a quien quiero mucho.
Con unas escuchadas, me doy cuenta de que el disco sí trabaja alrededor de un concepto no tan general más o menos claro, además de que ya me has dado un par de pistas por ahí. ¿Qué es Médula Silvestre?
La médula es lo que está dentro de tus huesos ¿no? Y lo silvestre es lo que es salvaje por naturaleza, no denota necesariamente agresividad. Pienso mucho en las sutilezas de los sinónimos, no creo que existan los verdaderos sinónimos, es como un trip ahí de ya sabes, como de escritura. La Médula Silvestre es la naturaleza que vive dentro de ti, es una pregunta realmente, es como ¿qué traes, wey? ¿qué eres?, para bien o para mal. Es un disco que habla de violencia generalizada, no estoy denunciando nada, estoy hablando de la violencia que vive dentro de mí, de las reacciones, estoy hablando de las rupturas fuertes, del amor más allá de las relaciones. Cómo vivimos nuestra violencia, cómo vivimos nuestra fuerza, cómo vivimos nuestro amor, cómo vivimos nuestras crisis. Creo que es un disco en general sobre la fuerza, y cada una de las rolas trata sobre la fuerza a su manera, por eso son estas canciones las que están en este disco, y no otras que también quizás cabían a nivel estético pero quizás no a nivel mensaje.
Casi que las canciones tienen un fin más colectivo que individual, un disco conceptual.
Ajá, un álbum. Yo soy muy arraigada al rock progresivo. Creo que en muchos sentidos es un disco de rock progresivo, pero los puristas me cortarían la cabeza por decirlo, entonces digamos que es un disco con un corazón progresivo.
También me pareció de destacar todo el equipo reunido alrededor del disco, todos cabezas relevantes de sus respectivas disciplinas y además creo todos capitalinos. Marcelo Quiñones, Mike Sandoval, Ahmed Bautista, etc.
No son todos capitalinos, pero sí la gran mayoría. Para empezar, Ahmed es el ángel de este disco, Ahmed es la persona que ha hecho esto posible. Literalmente me metí a una oficina para hacer este disco, saqué “Ave del Horror” arrastrándome del piso, de que llegó el varo y estuve comiendo huevo y arroz como un mes. Justo me corrieron de la oficina en un recorte mamón así de que no me pagaron mi último mes y demás, mi único trabajo de oficina en la puta vida, era de maestra de inglés en Univision. Era muy raro, pero me gustaba, de poder estar sacando las cosas así. Como a la semana de que me corrieron fui a un drink n’ draw, no tenía la más puta idea de lo que iba a ser, y me encontré a Ahmed y me dijo ‘escuché ‘Médula’ y quiero ayudarte’.
Qué cabrón. ¿Y ya de ahí cómo fuiste trabajando con los fondos?
Creo que estoy en una posición muy privilegiada con este disco porque obviamente por un lado el apoyo de Ahmed y de Mercadorama ha sido vital, él ha creído en mi visión y me ha permitido experimentar y decirle ‘oye, tengo esta idea y necesito tanta lana’ y que él me diga ‘¡simón, vamos a hacerlo!’. Es prácticamente como una promesa de lealtad ¿sabes? Es como un trato discográfico sin el riesgo, y eso es un regalo del pinche cosmos, es una situación que me tomo muy en serio y gracias a eso también se ha procurado que todo sea excelente, que la calidad de todo sea excelente. Por otro lado, el equipo que ha formado parte del disco es muy grande, es muy grande, de mucha gente que ha dicho ‘va, wey, te cobró tanto’, o de ‘va, wey, te grabo’. Creo que la circunstancia de este disco ha sido una de apoyo comunitario, de compas, de gente que ha decidido abrirme las puertas, Marcelo, Mike, todos. Ha sido de decir ‘hay que trabajar con lo que tenemos’, sin apuntar a cosas a las que nos podemos llegar, concebir las cosas desde lo que tenemos. Es como si tuvieras haciendo una animación, no vas a hacer un guión que te va a costar un millón de dólares si solo tienes 20 mil pesos, más bien vas a hacer una animación que sea la mejor con 20 mil pesos.
¿Cuál es el plan ahora que ya el disco está afuera?
Pues primero decir que es un disco que está para descarga gratis, de manera muy muy fácil. A mí no me interesa vender el disco, me interesa que la gente vaya a los shows y a los conciertos. Quiero tocar mucho, lo vamos a presentar en mayo en alguna sede que vamos a ver porque va a ser una guerrilla. La guerrilla es como el concepto que le vengo manejando jajaja que es como básicamente apropiarnos de los espacios, hacer shows en casas, en espacios no comerciales, controlar el consumo nosotros mismos, etc. Más bien se han generado como pedas de compas, y como la gente que me escucha de un tiempo hasta ahora no es tanta, lo que más me interesa es que si hay un show para 50 personas, pues que sea un show para esas 50 personas donde estemos cómodos y lo disfrutemos, como estar entre amigos y que se sienta todo muy orgánico, alejarnos de lo que significa tocar en un bar más que nada. Esto del cover, y de la hora, y del alcohol, y del taxi, que además puede ser muy prohibitivo para mucha gente, entonces intento de hacerlo accesible, fácil, y que sea nuestro.
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