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Entrevistamos a la directora del primer museo de vaginas del mundo

Het vaginamuseum

Repite conmigo: vagina. Va-gi-na. Si no te sientes muy cómoda al pronunciar esta palabra, que sepas que no eres la única. Hace poco, la organización benéfica Eve Appeal llevó a cabo un estudio que reveló que al 65 por ciento de las jóvenes británicas les incomoda usar los términos vagina y vulva, y que casi el 40 por ciento de las jóvenes entre 16 y 25 años prefieren usar eufemismos como los que usaban nuestras abuelas para referirse a ellas.

Para ayudarnos a superar esos tabúes ginecológicos ha llegado el Museo de la Vagina, el primero de su clase en todo el mundo. Creado por Florence Schechter (directora) con Sarah Creed (comisaria) y Zoe Williams (desarrollo y marketing), el Museo de la Vagina nació hace tres años como una exitosa exposición itinerante financiada por micromecenazgo. Hoy se ha transformado en una muestra permanente que puede visitarse en Londres.

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Pese a estar resfriada e ir envuelta en una bufanda, veo a Florence exultante mientras se toma un respiro tras dar los últimos retoques a la primera exposición del museo. De pie junto a un muro blanco recién pintado sobre el que extrañamente incide un poco de luz del sol de noviembre, Florence nos cuenta los orígenes, el objetivo y los valores del museo.

The Vagina Museum photograph by Angus Young
Foto por Angus Young

VICE: ¿En qué te inspiraste para la creación del Museo de la Vagina? Florence Schechter: Todo empezó hace unos dos años y medio, cuando descubrí que había un museo dedicado al pene en Islandia pero no un equivalente para la vagina en ningún lugar del mundo. Me pareció muy injusto, ¡así que decidí hacer uno!

Hay un gran paso entre pensar en crear un museo y hacerlo de verdad. Para empezar, la idea me parecía divertidísima. Antes de decidirme, estuve dándole vueltas a cómo podría hacerlo. Por aquel entonces trabajaba como comunicadora científica, así que hablé con varias personas del sector y me informé sobre qué museos habían abierto recientemente y cómo los habían montado. Descubrí el Migration Museum Project. Me gustó su modelo consistente en hacer pop-ups antes de crear el espacio principal.

The Vagina Museum by Angus Young
Foto por Angus Young

¿Creaste el museo permanente a raíz del éxito de tus pop-ups o era tu plan desde el principio?
La idea era disponer de unas instalaciones concretas, pero obviamente, no puedes pasar de cero a tener eso, sobre todo porque no soy una persona de recursos. Muchos museos nacieron financiados por algún viejo rico aburrido en la década de 1800. Así que empezamos con las instalaciones temporales y al ver que la respuesta era tan positiva, me lancé. En el mundillo todo el mundo me decía: “Estás loca. ¿Cómo has conseguido abrir un museo en menos de tres años?”. El secreto está en abrir un museo sobre vaginas. ¡A la gente le encantará!

¡Es lo que quieren! ¿Te esperabas esa reacción?
Ya llevo dos años y medio con esto. Cuando empezamos a recaudar dinero, me imaginaba qué pensaría la gente, pero no tenía ni idea de cuánto conseguiríamos. La última vez que hicimos una campaña, a duras penas recaudamos 2000 libras. Pero esta vez era para hacer lo que realmente queríamos nosotros y el público. Nos metimos con mucho optimismo y recaudamos casi 50 000 libras, lo cual dice mucho.

¿Por qué escogiste “Muff Busters: Vagina Myths and How to Fight Them” como primera exposición? La primera exposición trata sobre los mitos en torno a la vagina, como el que dice que si practicas mucho sexo se te queda muy ensanchada o el de que la chica no se puede quedar embarazada si se pone encima durante el sexo. Quisimos empezar con esto porque hay que partir de lo básico. me encantaría entrar en la historia del vello púbico y su estética o algo, pero debía comenzar desde cero, con la diferencia entre vagina y vulva. También nos sirve como argumento, porque mucha gente nos pregunta qué necesidad hay de crear un museo de este tipo. Con esta primera exposición, estamos diciendo: esta es la razón por la que hace falta, porque hay gente que se está haciendo lavativas con Coca-Cola porque no tienen acceso a métodos anticonceptivos.

The Vagina Museum photograph by Angus Young
Foto por Angus Young

Me encantó la forma tan directa con la que el museo defiende la interseccionalidad y la inclusión de las personas trans. ¿Por qué consideras importante abordar esto con tanta franqueza? Primero, por motivos personales: soy bisexual y hay que apoyar a la familia. Por otro lado, por lo que respecta a la inclusión de las personas trans, si no hablas de forma clara, la gente da cosas por sentadas en uno y otro sentido. Esto no es un museo científico y pudiera darse el caso de que aún no hubieran oído hablar de ello. Con un museo de la vagina, has de tener una opinión en un sentido u otro. Si no eres clara, las personas trans o sus aliados van a pensar que les estás excluyendo, y la gente que excluye a las personas trans pensará que estás intentando engañarlas. Solo teníamos una opción, y era ir por la vía inclusiva.

¿Es importante que en el museo trabaje un equipo intersectorial? Totalmente. Hay personas trans y no binarias en la junta y como voluntarias. Ha habido gente escéptica que, cuando ha entrado en nuestra página y ha visto el equipo, se ha echado a llorar de felicidad, literalmente, por ver que no somos la clásica empresa horrible.

Las mujeres de color también constituyen un tercio de la junta de administradores y para nosotras es muy importante contar con grupos que nos apoyen en este tipo de cosas. Tenemos muy buena relación con Decolonising Contraception y también tenemos gente en la junta de asesoramiento. Así, hay alguien que nos asesora sobre temas de Asia o sobre el problema de la mutilación genital femenina.

¿Qué futuro soñáis para el museo? El sueño definitivo es crear un museo permanente que se convierta en una forma pública y holística de explorar la vagina social, cultural, científica, médica e históricamente. Es un sueño enorme que va a costar entre diez y quince años materializar. Nuestra idea es abrirlo en 2030. ¡Así que no te pierdas este espacio!

¡Gracias, Florence!

@johnnys_panic

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Este artículo se publicó originalmente en VICE UK.