​Entrevistamos al artista que hizo las portadas de Escalofríos

Este artículo fue publicado originalmente en mayo de 2015.

Quizá recuerden una serie de libros muy exitosa en la década de los noventa llamada Escalofríos que se trata sobre horror preadolescente en los suburbios. Los personajes tenían nombres como Lucy/Lizzy/Billy/Andy y al autor, R. L. Stine, le encantaba describir atuendos. La verdad, no tengo idea de por qué Escalofríos se volvió tan famoso, lo único que sé es que sus portadas eran magníficas.

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El artista encargado de las portadas se llama Tim Jacobus y es originario de Nueva Jersey. En 1991, la editorial infantil Scholastic le ofreció entrar al concurso para ilustrar una serie de libros de horror. Le dieron el trabajo y durante los próximos diez años ilustró una serie completa de casi 100 libros.

Además, durante toda esa década, mi yo de nueve años se la pasó tratando de copiar su estilo. Había algo único en esas imágenes coloridas que retrataban el horror adolescente. Siempre quise platicar con él. ¿Cómo fue que R. L. Stine y Jacobus descubrieron la formula perfecta? Decidí llamarlo para preguntarle.

‘Sonríe y muérete’, 1992.

VICE: Empecemos con lo primero. ¿Cómo empezaste a ilustrar?
Tim Jacobus
: Cuando iba en preparatoria, lo mejor del arte estaba plasmado en las portadas de los discos, en especial en las ilustraciones de Roger Dean. Roger hizo unas portadas surrealistas para la banda Yes y desde que las vi supe que quería pintar como él. Tuve suerte porque uno de mis maestros trabajó en la marina, era rudo y mi papá se llevaba muy bien con él. Una vez le dijo: “Tu hijo tiene talento. Si lo intenta, es probable que tenga éxito”. Eso bastó para convencerlo y a partir de entonces me enfoqué en ilustrar libros.

¿Por qué libros?
Porque solo logras calidad con cantidad y en la década de los ochenta y al principio de los noventa se publicaban muchísimos libros. Mis primeros dos libros se llamaban Fugitive in Transit y Brains Incorporated para una editorial de ciencia ficción llamaba Daw. Hubo momentos en los que me quedaba sin dinero pero poco a poco mi trabajo me fue dando para comprarme lo más básico. Después los encargos se hicieron constantes y dejé de preocuparme al pensar que cada encargo iba a ser el último.

‘¡Volvámonos invisibles!’, 1992.

¿Cómo conociste Escalofríos?
Lo primero que supe fue que Scholastic pidió que se ilustraran cuatro copias de una serie de horror escrita por R. L. Stine pero nadie tenía fe en el proyecto. Me tocó hacer la portada de Bienvenidos a la casa de la muerte y me dieron el trabajo porque utilicé muchos colores. La editorial creyó que los colores iban a ser llamativos para los lectores jóvenes. Después hice unas cuantas portadas más. Un día, unos amigos fueron a visitarme y me preguntaron a qué me dedicaba. Les dije “Estoy trabajando en una serie llamada Escalofríos“. Y dijeron “¿¡En serio!?. Ya compramos muchos. ¡Son muy buenos!”. Poco después ya estaban por todas partes.

¿Y qué opinas de los libros?
Pues, no son Thoreau, pero son buenos. Además, gracias a ellos, muchos niños a los que no les interesaba la lectura empezaron a leer.

‘Monstruos de Marte’, 1995.

Cuéntame sobre tu estilo. Las ilustraciones se veían muy fluidas; tenían brillo y se veían distorsionadas.
Para Escalofríos usé una mezcla entre pintura y aerógrafo, por eso se ve tan liso. La perspectiva distorsionada empezó con el libro Monstruos de marte. La escena era en una cocina y tuve que ingeniármelas para hacer que se viera interesante, por eso torcí los cajones y los mosaicos. Y luego se volvió el look.

¿Qué método utilizaste para estas pinturas?
Me despertaba a las 5AM todos los días. Cada pintura me tomaba entre 30 y 40 horas. Todavía me paro temprano a trabajar y siempre pongo música. Me encanta Yes y el rock progresivo.

¿Te hiciste rico con las ilustraciones de Escalofríos?
No. Me pagaron bien pero el precio no estaba sujeto al número de ventas. No importaba si vendían un millón de copias o sólo diez, de todas formas ganaba lo mismo. No vivo en una mansión.

¿Y R. L. Stine?
Sí, ya he ido a su casa, es muy bonita. Vive en Manhattan en una zona muy lujosa.

‘El hombre lobo del pantano’, 1993.

¿Te volviste famoso?
Nadie me reconoce cuando voy caminando por calle pero es raro porque puedo hablar con gente como tú o del otro lado del mundo y si digo Monstruos de marte, saben de qué hablo. Es increíble.

Entonces, dime… ¿cuál es la clave para ser un éxito de ventas?
Calcular los tiempos. No le quito crédito a la obra de R. L. Stine, sólo digo que salió en el momento indicado. Nos juntaron y sucedió algo; fue mágico. Pero no sé cuál es la fórmula. Es más, no creo que volvamos a tener tanto éxito aún si hacemos otro proyecto juntos. Se necesita talento y dedicación para lograr algo así, pero también es necesario un toque de magia.

Algunos ejemplos de ilustraciones que no son parte de la serie de Escalofríos. Esta pieza se llama ‘Whale’ (Ballena).

¿Cómo te sentiste cuando terminó el proyecto?
Muy triste. No deprimido pero sí muy, muy triste. Sabía que pronto iba a acabar. Tuvimos una plática donde me informaron que no iba a ser para siempre pero no esperaba que todo fuera tan repentino. Estábamos trabajando en Escalofríos 2000 y yo ya llevaba el 95 por ciento de una de las ilustraciones. De pronto me llamaron y me dijeron: “Ya ni lo entregues”. Escalofríos terminó poco después del 2000.

‘The Lost Seven Cities of Gold’ (Las siete ciudades de oro perdidas).

Con base en esta experiencia, ¿qué consejos le darías a nuestros lectores?
Que sean cuidadosos con las carreras que tengan que ver con la creatividad. Tienen que ser fuertes porque no es nada fácil, en serio. Los van a rechazar cientos de veces y tienen que aprender a lidiar con eso de una forma constructiva. Siendo honesto, si mi hijo me dijera que quiere ser ilustrador, le diría que no. Es una vida difícil y poco constante. Y aún así, no regresaría a la época de Escalofríos. Ya lo viví. Tengo 56 años. Quiero ver qué sigue.

Entrevista por Julian Morgans. Síguelo en Twitter.

Puedes ver más ilustraciones de Tim en su página oficial timjacobus.com.