Ernesto Sevilla estudió Bellas Artes pero, como ocurre en los países civilizados, sus estudios no determinaron su profesión. Empezó escribiendo guiones en Paramount Comedy, después llegaron los primeros monólogos, y pronto el humor irreverente y manchego de La hora Chanante se hizo un hueco en nuestras pantallas. Lo demás ya es historia.
Hasta el momento, el humorista ha ejercido como presentador, cómico, director e incluso como actor al uso, una faceta que ha desarrollado gracias a la serie La que se avecina, en la que empezó con un papel corto, que luego se hizo fundamental para los fans. La clave de su éxito está en saber medir con exquisito rigor el punto exacto entre llevar a cabo sus locuras y participar en proyectos menos personales.
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Nos reunimos con él en el estreno del corto para Ron Barceló que acaba de dirigir (y que puedes ver aquí abajo), y así charlar sobre su faceta de director y sus próximos proyectos.
VICE: Has comentado que con Desalia, La película, querías hacer una especie de Dos tontos muy tontos, pero de chicas. ¿Con esto buscabas echar abajo la idea generalizada de que las mujeres no pueden hacer el payaso?
Ernesto Sevilla: Las mujeres tienen mucho sentido del ridículo por una cuestión de educación. Y esa barrera aún no se ha superado en España, algo que, por ejemplo, en Estados Unidos no pasa porque nos llevan veinte años de ventaja en el mundo del espectáculo. Kristen Wiig es una humorista maravillosa, una cómica de primera línea que está al nivel de Bill Murray o de cualquier otro.
Creo que poco a poco irán surgiendo humoristas mujeres y además muy buenas. Por eso, para mí lo más atractivo era hacer de nuevo esos sketches que nosotros ya habíamos hecho en muchas ocasiones, pero esta vez con chicas.
¿Te apetece seguir dirigiendo?
Lo de director no es nada nuevo, he dirigido en la época de Muchachada Nui y de La hora chanante. Allí todos hacíamos de todo.
¿Qué pasaba en Paramount Comedy que daba luz verde a proyectos que en aquel momento (y aún hoy) resultan subversivos?
No fue planeado. Yo era muy joven, mis amigos también, y nos contrataron para hacer el payaso. Hubo gente que apostó por nosotros, Felipe Pontón y Miguel Salvat, y por eso salió todo.
Ahora colaboras con El Hormiguero, en donde grabas sketches muy en la línea de la factoría ‘chanante’. ¿Por qué crees que aun siendo un humor tan particular consigue llegar al gran público?
Funciona porque es cojonudo, es un humor del bueno. Los ‘chanantes’ ya somos mainstream, hemos pasado la barrera, ya no somos underground. Tengo que agradecerle a Pablo Motos que me dé total libertad para hacer lo que me da la gana: no mira los guiones, ve la pieza cuando vamos a arrancar y confía en mí completamente. Hay que agradecerle que haya tomado esta iniciativa tan valiente; creo que hay que reivindicarlo un poquito por las hostias que le da todo el mundo.
Los Venga Monjas os consideran un referente pero vosotros, cuando empezasteis, ¿a quién seguíais? Nunca se había hecho un humor como el vuestro en nuestro país.
Los Venga Monjas son hijos adoptivos nuestros. Nosotros copiábamos a los Monty Python sin parar. El humor inglés es el mejor, aunque también nos gustaba el americano, José Luis Cuerda y Faemino y Cansado.
¿Te han censurado en alguna ocasión? ¿Crees que pecamos de demasiada corrección política?
El tipo de humor que hago no es fácilmente censurable porque son tonterías enormes. Y contra un idiota no se puede luchar. Para mí el público es el que pone el límite, pero yo lo que quiero es que la gente se ría: no quiero provocar, ni hacer pensar, mi humor no tiene recado. Solo quiero hacer reír.
Has trabajado con Vigalondo, ¿qué opinas sobre su última película, Colossal ? ¿Crees que se le ha vetado en nuestro país después de aquel tuit?
No la he visto, pero tengo muchas ganas. El papel de Anne Hathaway lo iba a hacer yo porque esa película la iba a hacer antes en España. Como verás, tenemos el mismo perfil (risas).
Creo que Vigalondo tiene demasiado talento para nuestro país, también le pasa a Vermut y a otros. Ahora mismo estamos en una época horrible, el cine español está muerto. Ocho apellidos vascos es una película que me resulta respetable, pero en este momento es el cáncer del cine porque solamente se hacen sucedáneos. La película está guay, lo que no está guay es lo que ha venido después, las copias malas.
Yo lo he hecho, yo he participado en películas así. Pero es horrible que en el cine solo se pueda recurrir a lugares comunes. Carlos Vermut hace películas que son obras maestras, pero la calidad es castigada; la gente no va a ver películas de calidad ni con una apuesta mínimamente arriesgada. Y la gente a que le gusta el cine no va a las salas, está en su casa con Netflix y eso es una mierda. No es algo que sea premeditado pero ocurre con cualquier película buena que te venga a la mente.
¿Tienes algún proyecto de futuro con la gente de La hora chanante ?
Tengo bastantes títeres, tengo bastantes proyectos. Además vamos a volver a trabajar Joaquín y yo, vamos a hacer televisión otra vez juntos en 2018, y va a molar mucho.
Esta entrevista se realizó durante el estreno de ‘Desalia, la película’, el corto de Ernesto Sevilla para Ron Barceló.