Eli* nunca supo que le gustaba la leche humana hasta que la probó. Fue un accidente, le dijo a VICE. Cuando tenía unos 30 años, salía con alguien que tenía una hija de dos años y recién la había dejado de amamantar seis meses antes. En una ocasión tuvieron sexo, y de alguna manera sucedió. Ninguno de los dos dijo nada sobre el asunto durante un par de semanas, pero cuando lo hicieron, descubrieron que ambos estaban realmente interesados. Les había gustado tanto que Eli estaba de guardia cuando los senos de su novia le dolían, lo que significaba que iba a su casa antes de trabajar y en sus horas de comida.
“Estaba enamorado de esa mujer en el momento, y era otra manera en la que me necesitaba”, explicó por teléfono. “Pasamos rápidamente de salir en citas a reunirnos regularmente, tres veces al día por lo menos. Creo que también me gustaba esa parte”.
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A veces las cosas no salen bien, incluso cuando se alinean los intereses sexuales de una pareja, y se separaron, lo que dejó a Eli con un extraño deseo y ninguna manera de cumplirlo. El hombre de Filadelfia nunca había buscado una relación adulta de lactancia (ABR, por sus siglas en inglés), pero después de su última relación, fue incapaz de separarla de sus sentimientos de excitación.
La lactancia adulta ha sido más común de lo que podrías imaginar a lo largo de la historia. Está la famosa historia romana de Pero, quien amamantó a su padre encarcelado Cimón; hay ejemplos de mujeres que amamantaban adultos enfermos en la Inglaterra preindustrial; en 2007, un clérigo musulmán causó polémica al anunciar que creía que estaba bien que las mujeres amamantaran a los hombres. En una fecha tan reciente como 2013, las nodrizas en China provocaron indignación por ofrecer la leche humana como un suplemento nutricional.
Pero como una expresión sexual, el DSM, uno de los manuales psicológicos de diagnóstico de pacientes, a veces considera la lactancia para adultos como un problema. Sin embargo, en los últimos años, los activistas han hecho un esfuerzo importante para dejar de considerar como trastornos a los comportamientos poco convencionales como las relaciones adultas de lactancia. La nueva forma de pensar de muchos científicos es que las preferencias sexuales sólo se consideran enfermedades mentales si hacen que la persona provoque angustia o daño a otros.
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No es que la situación de Eli esté libre de angustia; la lactancia adulta es una preferencia difícil de satisfacer. Eli sólo ha tenido un par de relaciones adultas de lactancia a corto plazo durante los siguientes 14 años desde que rompió con la novia que lo introdujo a ello, ya que tener un fetiche tan inusual y específico ejerce presión a la hora del cortejo. Dijo que nunca ha tenido más de dos citas con ninguna persona que hubiera conocido específicamente a través de su interés común en la lactancia.
“Me he dado cuenta que es un desastre absoluto”, comentó. “Hay tanta expectativa y presión que nunca me ha funcionado. Es tan raro encontrar a alguien que esté interesada en esto, que vas a hacer todo lo posible para hacer que funcione, y simplemente no lo hace”.
La vida con un fetiche por la leche es sin duda mucho más difícil para Laura*. Es una lesbiana poliamorosa y una estudiante universitaria que vive en lo que describe como una parte muy rural de los Apalaches. Como ella dice, “de por sí me es difícil conseguir citas”. Sin embargo, existe un obstáculo adicional gracias a su interés por la lactancia materna, del cual ha sido consciente la mayor parte de su vida, según contó a VICE.
A diferencia de Eli, no tuvo el lujo de salir con alguien que estuviera lactando. Le pareció que sólo tendría que esperar a tener un hijo y que cualquiera que saliera con una mujer lactante sentiría curiosidad por probar el sabor de la leche y las cosas se darían a partir de eso. “Muchas veces el bebé de una pareja está dormido, y la persona dice, ‘mis senos están hinchados, necesito que alguien me ayude’”, explicó. “Así que el compañero se suele ofrecer”.
Hace un par de años, la principal pareja de Laura tenía otro fetiche llamado “alimentarismo” (“feederism” en inglés) que es el deseo de ver a alguien engordar. Pensó que el interés de su novia en hacer que sus senos se llenaran de leche iría mano a mano con su deseo de ser amamantada. Así que investigó un poco en línea, lo que la llevó a descubrir que había suplementos naturales que son ilegales en Estados Unidos, como domperidona, que hace que las mujeres produzcan leche sin tener que embarazarse primero. Es imposible conseguir la droga aquí, pero está disponible a través de las farmacias en línea en China e India.
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“Era aterrador esperar algo que sabía que era ilegal, y que me metería en problemas por haberlo ordenado”, me dijo. “pero el precio al por mayor era de 1,136 pesos (60 dólares) por 300 pastillas en algunos sitios web. Parecía una oferta demasiado buena para dejarla pasar”.
Usó cardo lechero, puso aceite de linaza en su pecho, y comió mucha avena para ayudar con su producción y compró una bomba de 1,893 pesos (100 dólares) en línea para iniciar la operación. Todo esto le ocupó una buena parte de su tiempo, y era necesario que trabajara activamente en esto durante unos 20 minutos cada cuatro horas.
Pero cuando abordó el tema con su pareja, su reacción fue moderada. No necesariamente negativa, pero tampoco muy entusiasta. “Trató de amamantarme un par de veces, pero al final del día, me di cuenta de que no estaba interesada, y yo no iba a llevarlo más lejos”, dijo Laura.
Como resultado, las dos se separaron hace aproximadamente un mes. Dijo que usar Tinder para encontrar otros fans de la lactancia es una tarea de tontos, y que incluso los sitios de fetiches no están llenos de gente interesada en las relaciones adultas de lactancia. Pero en lugar de buscar a una compañera con la que sea compatible en otras áreas, da prioridad a encontrar a alguien al que le guste la lactancia, e incluso ha incursionado en hombres de mente abierta durante las últimas semanas, aunque se identifica como gay.
Si bien ahora se cansó de eso, todavía no tiene ningún interés en volver con su ex, con quien ha llegado a un punto muerto en sus intereses sexuales divergentes, según relató.
“Soy bastante exigente”, dijo. “Pero creo que todos lo son”.
*Los nombres han sido cambiados.
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