El trastorno de identidad de la integridad corporal (BIID, por sus siglas en inglés) es una enfermedad psicológica poco común que hace que los que lo padecen tengan la sensación de que una de sus extremidades no es parte de su cuerpo. Con frecuencia, a los afectados les obsesiona la idea de amputarse y a veces hasta lo hacen ellos mismos. No se reconoció este trastorno hasta mediados de la década de los 90. Las primeras investigaciones sobre el tema revelaron que el problema se origina en el lóbulo parietal derecho del cerebro, que es donde se ubica el mapa interno del cuerpo. Esta afirmación hizo que se considerara a este problema como un defecto psicológico en lugar de un trastorno psicológico.
Me fascinó el BIID apenas supe que existía. ¿Qué podría orillar a una persona a quitarse una extremidad en perfecto estado? Un día encontré un grupo en Yahoo llamado “Luchando” que está dedicado a las personas que padecen este trastorno. Este grupo abrió a finales de 2001 y hoy en día tiene 2,356 integrantes, entre ellos un hombre de 30 años a quien llamaremos John. Platiqué con el para que me explicara cómo y porqué se había cortado una pierna. No quiso decirme cómo se la quitó pero sí logré que me contara qué lo llevó a tomar esa decisión.
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VICE: Hola John, ¿podrías decirme qué extremidad se vio afectada por el BIID?
John: Me molestaba mi pierna izquierda debajo de la rodilla. Me di cuenta que quería amputármela cuando era apenas un adolescente. Fue un descubrimiento muy extraño, aunque pensándolo bien, recuerdo que cuando era niño jugaba a que no tenía una pierna.
¿Qué te molestaba de tu pierna?
No sé como describirlo. Es como si no formara parte de mi cuerpo. Cada paso que daba se sentía extraño. Hasta estar sentado era raro. A veces me distraía y se me olvidaba pero apenas terminaba lo que estaba haciendo, regresaba esa sensación. Había épocas en las que no me molestaba tanto y otras en las que era insoportable. Llegué a creer que era el único que se sentía así hasta que un día encontré un par de grupos en Yahoo y me sentí un poco más tranquilo al saber que no estaba solo. Aunque eso no me quitó la espinita de la amputación.
¿Qué tan seguido pensabas en cortártela?
Mucho. Siempre quise que fuera por medio de una cirugía segura y sin dolor pero era algo imposible. Por lo tanto, lo único que me quedaba era buscar la opción menos peligrosa. Cuando tenía 15 años, se me ocurrió que podía fingir que me caía de la bicicleta justo en las vías del tren y después, cuando el tren cortara mi pierna, llamaría a una ambulancia desde un teléfono de monedas. No sé si se me ocurrió ese plan por estúpido o porque en verdad estaba desesperado.
¿Cuál era tu situación cuando decidiste que querías amputar tu pierna? ¿Cómo te sentías?
Tenía una vida tranquila y estable. Creo que por eso asumí que era el momento indicado. De todas formas quería cortármela desde hacía ya muchos años. Sabía que podía hacerlo porque estaba en el mejor momento de mi vida. Me sentía fuerte pero no estaba nervioso.
¿Pero cómo te sentías el día que por fin lo hiciste? ¿Estabas nervioso?
Estaba súper nervioso. Lo único en que podía pensar era en las tres docenas de perdigones de plomo que iban a entrar a mi pierna. Estaba tan nervioso que casi vomito pero sabía que era la oportunidad para eliminar mi malestar, así que decidí contar hasta tres y hacerlo. Después, cuando ya estaba hecho, sentí un alivio increíble. Al fin se había ido. Al fin era libre.
¿Y cómo te sentías cuando llegaste al hospital?
Dejé de tener miedo cuando me inundó el dolor y cuando supe que ya venía la ambulancia. Estaba confiado en que iba a vivir, sólo era cuestión de que me recuperara.
¿Alguna vez has pensado en amputarte otra extremidad?
Lo que queda de mi cuerpo está bien y me gustaría conservarlo. Supongo que si perdiera otra extremidad no sería tan malo porque ya sé qué se siente, pero eso no significa que vaya a ser algo agradable. No creo que mi trastorno sea adictivo como los tatuajes o las perforaciones. Incluso si algún día quisiera amputarme algo más, no creo que pueda porque ya usé todo mi valor. Imagina tener que planear una situación en la que expones tus huesos y tus músculos a un daño tan grande que resulta imposible salvarlos a pesar de los avances en la medicina moderna.
¿No extrañas tu pierna?
A veces. Aunque no sé si es porque en serio la extraño o sólo porque me recuerda que estoy loco. Cada que dudo haber tomado la decisión correcta, sólo recuerdo el malestar que me causaba y listo. Con eso basta para confirmar que hice lo correcto.
Casi nadie quiere hablar sobre este trastorno. ¿Por qué aceptaste compartir conmigo tu experiencia?
No soy el primero que se amputa sólo y estoy seguro de que tampoco voy a ser el último. El problema es que la sociedad debería aceptar más a los que padecen BIID para que puedan buscar ayuda y no tengan que sufrir. Por eso quise hacer pública mi historia.
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