Artículo publicado por VICE México.
Es muy bonito tomar mezcal, ¿no? Todos los días, millones y millones de personas en México, y todo el mundo, le dan besos a este destilado que, dicho sea de paso, cada vez es más consumido.
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¿Pero a quién le ocupa que esta especie siga existiendo de forma sana y sustentable, a pesar de su alta demanda? La verdad, no a muchos. No obstante, entre quienes sí están interesados surgió una opción que cualquiera sólo hubiera imaginado en una película de sci-fi: la clonación.
Por loco que parezca, es cierto: para 2023 quizá estemos probando la primera generación de mezcales de agaves producidos de esta forma. Ello se debe a un proyecto llamado Maguey, a cargo de la destilería de Los Danzantes, así como de investigadores del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY) y de la Universidad Autónoma Chapingo.
La idea surgió en 2012, cuando muchos empezaron a prever que la creciente demanda de la planta podría traer problemas de desabasto en el futuro. Pero ese momento no tardó mucho en llegar. Así que a lo largo de dos años hicieron investigación y experimentación, y finalmente lanzaron una primera versión del proyecto en 2014.
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Lo que hicieron fue aprovechar una característica de la forma de reproducción asexual de los agaves. Esta capacidad le permite normalmente a cada ejemplar producir pequeños brotes, llamados hijuelos. Estos, al ser trasplantados y crecer, se convierten en réplicas idénticas de la planta original.
Entonces los científicos fueron un paso adelante y crearon un banco de germoplasma en Oaxaca. Luego iniciaron ahí un programa de multiplicación por cultivo de tejidos; es decir, que se aprovechó la capacidad natural que tienen estas plantas de generar hijuelos in vitro en un laboratorio, donde ajustaron a modo su nutrición.
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La razón de que se llevaran esos hijuelos al laboratorio fue para salvarlos de las condiciones ambientales adversas que posiblemente no los dejaran madurar; o de los agricultores que, para hacer mezcal, pudieran arrancarlos antes de dejarlos reproducirse.
Posteriormente, las primeras pequeñas plantas fueron trasladadas a invernaderos en Oaxaca, para su aclimatación y adaptación.
Ahí se mantuvieron entre tres y seis meses antes de mandarlas a un vivero donde maduraron y fueron cuidadas, hasta cumplir al menos un año. Llegado ese punto se les llevó a un campo de cultivo al aire libre.
Actualmente, el Proyecto Maguey ha llevado a los sembradíos a 457 mil plantas, de especies como el Arroqueño, Coyote, Mexicano, Cincoañero, Sierra Negra, Azulín, Maguey de Lumbre, Madrecuishe, Tobasiche o Barril. Y se espera que sea hasta 2023 cuando por fin alcancen la madurez necesaria para ser cortados y convertidos en un destilado único.
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“Lo que intentamos con esta iniciativa es rescatar la reproducción de magueyes silvestres que han resultado muy atractivos para el mercado. A nadie le queda duda que hacer mezcal es lo de hoy, y que está muy bien, pero si no pensamos a futuro nos va a durar muy poquito el gusto”, asegura Sten Maldonado, director de nuevos proyectos en Destilería Los Danzantes.