Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.
Según un artículo reciente de la Royal Astronomical Society, algunos organismos se adaptan a la radiación UV dañina de una manera curiosa: brillando intensamente.
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La bioluminiscencia, en la que un organismo emite luz a través de una reacción química interna —como una luciérnaga—, y la biofluorescencia, en la que un organismo capta la luz UV y luego la vuelve a emitir a un nivel de energía más bajo —como algunos tiburones—, es un proceso biológico bastante común en la Tierra.
La investigadora de exoplanetas Lisa Kaltenegger y el astrobiólogo Jack O’Malley-James de la Universidad de Cornell explican que una especie de coral evolucionó para contrarrestar la radiación nociva del sol a través de la biofluorescencia. Las algas, que son la fuente de energía del coral y viven dentro y alrededor de éste, son altamente susceptibles a la radiación UV. Para evitar que las algas se dañen, el coral absorbe los dañinos rayos UV y los convierte en longitudes de onda más seguras. El efecto secundario es que el coral desarrolla un brillo colorido.
En la Tierra, donde la radiación es menos dañina porque gran parte de ella es absorbida por nuestra atmósfera, no todos los organismos han desarrollado este proceso biológico. Sin embargo, según el estudio, muchos planetas que podrían albergar vida orbitan alrededor de estrellas clase M, comúnmente conocidas como estrellas enanas rojas, que emiten niveles de radiación significativamente más altos que nuestro sol. Si un planeta cercano carece de una atmósfera que pueda mitigar la radiación, ese mundo se vería afectado por los rayos UV.
Es lógico pensar que la biofluorescencia puede ser un proceso que desarrollaría la vida en otras partes del cosmos como una forma de autoconservación. Por lo tanto, los extraterrestres podrían brillar y potencialmente podríamos detectarlos buscando ese brillo, sugieren los científicos.
“La biofluorescencia fotoprotectora, un mecanismo de protección UV propuesto en algunas especies de corales, no solo mitigaría los efectos de la radiación UV en un organismo, sino que también podría aumentar la detectabilidad de dicha biota en el rango visible del espectro debido al flujo visible emitido adicional”, escribieron los científicos en el estudio. “Tal biofluorescencia podría ser observable como una ‘biofirma temporal’ para planetas que orbitan estrellas con entornos UV cambiantes”.
O’Malley-James contó a Motherboard que lo que hemos aprendido en la Tierra estudiando coral puede aplicarse potencialmente en el espacio.
“La Tierra es nuestro único ejemplo de un planeta habitado, así que todas nuestras pistas sobre qué estrategias utiliza la vida para sobrevivir en diversas condiciones ambientales provienen del estudio de la vida en la Tierra. Para los planetas que orbitan estrellas enanas rojas, es probable que la radiación UV sea uno de los grandes desafíos para la vida. Sin embargo, la vida en ambientes con altos rayos UV en la Tierra nos muestra que estos desafíos pueden superarse”, dijo. “Al comprender cómo la vida en la Tierra se ha adaptado a esas condiciones, obtenemos las primeras pistas sobre el curso que la evolución podría tomar en otros mundos sometidos a altos niveles de radiación UV, y lo que es más importante, qué biofirmas podría producir la vida en esos mundos”.
El documento propone que a medida que se producen erupciones UV en sistemas solares distantes, si un planeta tiene una vida biofluorescente significativa, el planeta emitiría un mayor nivel de un color específico que podría ser detectado por telescopios avanzados.
“Aunque usemos los poderosos telescopios futuros, un exoplaneta remoto solo será un tenue punto de luz. Pero podemos descubrir mucho de esa luz. Los instrumentos sensibles conectados a estos telescopios podrán decirnos cuánta luz roja, cuánta luz verde, cuánta luz infrarroja, etc., conforma ese punto de luz”, dijo O’Malley-James. “Por lo tanto, si la fluorescencia hace que un organismo brille de color verde, por ejemplo, durante un destello, esperaríamos ver que la cantidad de luz verde medida aumente significativamente durante un tiempo, antes de disminuir de nuevo a medida que el destello desaparece”.
El mejor contendiente, según O’Malley-James, es el Telescopio Extremadamente Grande (ELT), que actualmente se está construyendo en el desierto de Atacama en Chile. Con la capacidad de producir imágenes 16 veces más claras que el telescopio espacial Hubble, el ELT podrá proporcionar estudios detallados de exoplanetas distantes. El telescopio estará listo en 2025.
“Para ver la biofluorescencia de un exoplaneta, necesitamos poder ver la luz que proviene de la superficie de ese planeta. Los telescopios existentes aún no son lo suficientemente potentes como para hacer esto, pero la próxima generación de telescopios que está actualmente en construcción lo será”, dijo.
Los cazadores alienígenas tendrán que esperar unos años más, pero si O’Malley-James y Kaltenegger están en lo correcto, la vida extraterrestre podría brillar en toda la galaxia.