A Aubrey de Grey le han llamado muchas cosas, entre ellas “transhumanista”, término por el que no siente demasiado apego. “Inmortalista” es otro de los calificativos con los que se describe a Grey y a su compañero Bill Andrews en un documental emitido en South by Southwest el mes de marzo. Ante la mención de la palabra “inmortalidad”, de Grey suele poner los ojos en blanco.
Este gerontólogo británico se considera un “simple investigador médico”, si bien su investigación consiste en jugar con células para lograr detener el proceso de envejecimiento de los seres humanos y quizá lograr posponer la muerte de forma indefinida. Si eso no es inmortalidad (según de Grey, un disparo o una enfermedad infecciosa podrían igualmente acabar con tu vida), se le parece mucho.
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Él considera que abordar las enfermedades que aquejan a las personas mayores es una estrategia errónea en sus fundamentos; la forma correcta de proceder consiste en actuar en el ámbito celular para evitar que el envejecimiento dé paso a todas esas enfermedades. Su fundación-laboratorio de Silicon Valley, la SENS Research Foundation, está dedicada por completo a este propósito.
En el pasado, las ideas de de Grey han sido recibidas con escepticismo y hostilidad, cuando menos. A pesar de que esta desconsideración hacia sus investigaciones sigue vigente, la idea de que es preciso considerar el envejecimiento como una enfermedad y, por lo tanto, ser tratado como tal, está ganando terreno. Esta nueva línea de investigación se ha visto impulsada por el tratamiento del envejecimiento desde el punto de vista genético.
Aubrey de Grey en Cambridge, el día que lo entrevisté. Imagen: Alessandra Antolini
Quise hablar con de Grey para interesarme por cómo iban las cosas en el frente en la batalla contra la edad, así que, tras un intercambio de varios emails (de Grey no lleva teléfono móvil, “esas cosas horribles que privan a la gente de la necesidad humana de la soledad”), nos citamos en Cambridge.
Entre tragos a su pinta de cerveza y mientras se atusaba su canosa barba al estilo del Nuevo Testamento, de Grey me inició en la ciencia y la doctrina de la que es abanderado y que se puede resumir en una pregunta: si realmente se pudieran erradicar el envejecimiento y la muerte, ¿por qué no hacerlo?
MOTHERBOARD: En primer lugar, analicemos algunas noticias recientes. Hace un par de semanas, científicos de Harvard vincularon el sistema circulatorio de un ratón joven al de otro de mayor edad. El resultado fue el rejuvenecimiento de algunos tejidos de este último ejemplar. ¿Qué implicaciones tiene eso?
Aubrey de Grey: Es muy importante. Desde hace un tiempo se especulaba con la idea de vincular dos animales de distintas edades —se denomina parabiosis heterocrónica— para estudiar los efectos del envejecimiento. Aquí en SENS trabajamos en estrecha colaboración con algunos de los responsables de ese estudio en Harvard. Obviamente, no vamos a hacer lo mismo con el ser humano.
En general, el experimento nos ha llevado a hacer un hallazgo de gran utilidad: existe una proteína específica en el torrente sanguíneo de los ejemplares jóvenes, la GDF11, que contribuye a reactivar ciertos elementos de la división celular en determinadas partes del cerebro. Pero eso es solo una pequeña parte; hay mucho más que todavía desconocemos. Yo espero que, en los próximos cinco años, se descubran al menos otros seis factores rejuvenecedores.
¿Podríamos decir que este experimento es el primer paso para ganar la lucha contra el envejecimiento?
Yo no diría tanto. Lo único que sabemos es que la GDF11 estimula la división de determinados tipos de células que habían dejado de desarrollar esa actividad por los efectos del envejecimiento. Pero la división celular no es el único elemento en juego. De hecho, a veces resulta una mala idea provocar que las células se dividan con más frecuencia, ya que se aumenta el riesgo de cáncer. No obstante, es una nueva herramienta de gran importancia.
¿Crees que la gente puede empezar a pensar que el verdadero enemigo es el envejecimiento?
Así es. Finalmente se está entendiendo lo que llevo años tratando de explicar. La gente empieza a entender que las enfermedades propias de la edad avanzada no son realmente enfermedades: son aspectos del envejecimiento, efectos secundarios del hecho de estar vivos. Si se quiere curarlas, lo primero que hay que hacer es seguir estando vivos, algo que no podemos hacer. Por ello hay que tomar medidas preventivas de mantenimiento, es decir, identificar los daños moleculares y celulares que el cuerpo se causa a sí mismo como resultado de su operación metabólica normal. Una vez identificados, cosa que ya hemos logrado, hay que encontrar un modo de reparar esos daños y evitar que sigan produciéndose y que deriven en una patología. Eso es en lo que estoy trabajando.
¿Qué estás tratando de lograr, realmente? ¿La longevidad o la inmortalidad?
Bueno, en primer lugar, cualquier beneficio que pudiera conseguir en cuanto a longevidad sería un efecto secundario. Mi objetivo no es la longevidad, sino la salud. A lo largo de la historia, lo que ha matado a la gente ha sido… que no estuvieran sanos. Por tanto, la gente sana vivirá más.
¿Cuánto más? Depende de cuánto tiempo más podemos mantener sana a la gente. Actualmente, lo mejor que podemos decir es que el cuerpo humano es una máquina. Por tanto, podría darse el caso que el cuerpo humano sufra los mismos efectos que las máquinas por él fabricadas, como los coches. Como digo, por el momento nos centramos en realizar un mantenimiento preventivo, en reparar el daño antes de que se caigan las puertas. Parece funcionar muy bien con los coches; todavía hay coches de hace cien años circulando por ahí. Por tanto, con un mantenimiento adecuado, no hay límites. Deberíamos poder mantener el cuerpo humano en buenas condiciones de forma indefinida, por el tiempo que queramos.
Eso… es inmortalidad, ¿no?
No uses la palabra inmortalidad cuando hables de mi trabajo. Ya está cogida; es una palabra religiosa. La inmortalidad significa cero riesgo de morir de cualquier causa, y yo no trabajo para evitar que la gente muera atropellada por un camión, trabajo para mantenerla sana.
Por cierto, ¿qué relación tienes con la religión?
Personalmente, no tengo creencias religiosas. Sí que han arremetido contra mí personas religiosas que me acusaban de jugar a ser Dios. Por otro lado, resulta muy curioso lo fácil que es hacer que la gente religiosa entienda que sería un pecado no investigar sobre esto. Eso se debe a que el envejecimiento provoca mucho sufrimiento, y las Sagradas Escrituras dicen que nuestro deber es aliviar el sufrimiento. He tenido éxito con ese argumento.
De acuerdo. Y ¿qué hay de las consecuencias sociales y políticas que puede conllevar la posibilidad de prolongar indefinidamente la vida?
He abordado el tema un par de veces, y me he dado cuenta de que el error que la gente siempre comete es pensar que yo digo que viviremos mucho más tiempo en un contexto en el que no cambiaría nada más. Piensan, “el mundo seguirá como ahora, pero la gente se quedará en los 25 años biológicos para siempre”. Evidentemente, eso son tonterías. Habrán pasado muchas cosas hasta que logremos hacer que la gente viva hasta los 200 años. Por ejemplo, a muchos les da pánico la idea de tener que pagar las pensiones de los que sean más longevos. Pero ¿por qué ibas a necesitar una pensión si gozas de buena salud? Ni siquiera existirá el concepto del trabajo tal como lo conocemos ahora, puesto que los procesos cada vez estarán más automatizados. Aún tendrán que pasar cien años antes de que existan personas de 200 años de edad.
Pero supongo que tendríamos que empezar a planearlo todo antes. Por ahora, nadie piensa que vaya a ocurrir. Si finalmente lo lograrais, algún día, pillaríais a la sociedad desprevenida.
Eso es cierto, pero no voy a tratar todos y cada uno de los problemas —pensiones, niños, recursos— que pudieran surgir en una sociedad del posenvejecimiento. Prefiero ayudar a la gente a centrarse en el hecho de que tenemos un problema, en la actualidad, y uno muy grave: cada día mueren 100.000 personas a causa de la edad. Eso es lo importante, y no preocuparnos por problemas hipotéticos.
Desgraciadamente, la gente parece estar programada para buscar razones en contra de la prolongación de la vida, principalmente porque temen a lo desconocido, ya que el mundo sería muy distinto si no envejeciéramos.
¿No te da miedo que vivir, digamos, mil años pueda resultar aburrido?
Creo que es una pregunta muy triste. De todas las preguntas absurdas que me hacen sobre el tema, esa es la más triste. Cualquiera que haga esa pregunta se merece una vida miserable.
La verdad es que no estoy muy contento con mi vida, en estos momentos.
¿Cómo se te puede pasar por la cabeza que podrías llegar a quedarte sin cosas que hacer?
Yo tengo una lista larguísima de cosas que haría si pudiera vivir 1.000 años: piensa en todas las películas que no has visto, todos los libros que no has leído. Y para cuando los hubieras terminado, tendrías nuevos libros y películas para mil años más.
Pero lo que la gente más disfruta en la vida es estar con otras personas, la interacción. Y hay siete mil millones de personas con las que puedes interactuar. Pero incluso aunque solo hubiera siete millones, esas personas cambian, con el tiempo, así que nunca te aburrirías.
¿Te consideras un transhumanista?
No me gusta que me llamen transhumanista, la verdad. Suena como si estuviera haciendo algo raro. No hago nada distinto a lo que haría cualquier otro investigador médico, a excepción de que las consecuencias pueden ser muy importantes. Es un error etiquetar a los tecnólogos visionarios con la etiqueta “trans”. Provoca una especie de separación psicológica muy contraproducente.
Pero, ¿harías algunas de las cosas que defienden los transhumanistas, como cargar tu mente en un ordenador?
Me gusta mi cuerpo de carne, pero si no tuviera elección, preferiría continuar mi existencia en alguna forma de hardware a dejar de vivir. Pero todavía está por ver qué va a pasar. Por el momento, me temo que cargar la mente en un ordenador es aún más difícil que nuestro proyecto. Pero podría estar equivocado, así que me alegra ver que se están buscando métodos alternativos.
¿Estás llevando a cabo alguna práctica para prolongar la vida, en la actualidad?
Claro: estoy haciendo esta entrevista. Quiero decir, no es que siga una dieta o práctica específica, porque lo que tenemos hoy en día no sirve. Lo importante ahora es difundir el mensaje, ayudar a que las cosas sucedan antes, acelerar el desarrollo de terapias.
¿Qué posibilidades hay de que alguno de nosotros vivamos mil años?
No lo sé, pero estoy trabajando en ello. Seguro que va a ocurrir, solo que no sabemos cuándo. Mi trabajo es acelerar lo inevitable.
Para mí es muy importante, porque cada día que avanzo en la lucha contra el envejecimiento, estoy más cerca de salvar 100.000 vidas, y eso me hace muy feliz.