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El deporte no entiende de fronteras. Así se explica que uno tan americano como el béisbol haya aterrizado espontáneamente en el corazón de África para dar un respiro a los chavales más desfavorecidos.
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Hace seis meses, los Chilundu Leopards no tenían ni guantes ni bates, pero ahora son el equipo más famoso de Zambia gracias al empeño de una pareja estadounidense. Chris y Erin McCurdy viajaron al país africano para colaborar con Hope International, una organización benéfica que les dio la oportunidad de trabajar como asesores de pequeñas empresas.
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“En los últimos ocho meses mi esposa y yo hemos empezado a entrenar inesperadamente a un equipo de béisbol. La experiencia ha sido una bendición y no podría estar más contento por estos niños”, comenta Chris.
Todo empezó cuando la pareja, fanática de los Washington Nationals, fue a un descampado a pelotear con un colega holandés. Allí se encontraron a un chico de doce años que les miraba embelesado; ellos le invitaron a jugar.
Pronto se sumaron otros pequeños de la zona y en poco tiempo ya eran 30 jugadores. Cada sábado, los Leopards se reúnen para entrenar sin ninguna otra intención que pasarlo bien. “Jugamos a béisbol porque podemos… y porque queremos. Ningún niño nos pide o espera nada a cambio”, explica McCurdy.
Sin más, el béisbol se convirtió en una vía de escape de la pobreza para los chavales en un país que gran parte de la población vive con menos de un euro al día. Es un ejemplo más de la fuerza humana que lleva consigo el deporte, un bello relato capturado por los McCurdy.