La infame “Zona de Guerra”, como llaman los locales al International District, es el foco rojo más importante de la ciudad donde toma lugar la serie Breaking Bad, Albuquerque, en Estados Unidos. Un punto de encuentro donde violencia, prostitución, drogadicción y pandillas se ven constantemente cara a cara y la hostigación policiaca se presenta constantemente. En la búsqueda de retratar el lado humano de las personas que habitan y conviven en el ambiente que transpira la Zona de Guerra, el fotógrafo Frank Blazquez sale armado con su cámara para retratarlos y construir una narrativa más realista de sus vidas.
Blazquez se identifica como un “mexicano puro”, nacido en Chicago, que llegó a Nuevo México en la busca del ambiente más cautivante de Estados Unidos. Sus fotografías muestran el reflejo punzante de una sociedad olvidada, renegada y escatimada de las postales de su ciudad, una afrenta que reclama la visibilidad como los dignos propietarios de su zona geográfica. “Mi trabajo intenta reflejar la vida real en Nuevo México. Las áreas comunes que exploro son War Zone, South Valley y las ubicaciones del centro”, comentó a VICE Frank Blazquez. “Nuevo México es un entorno muy interesante y atractivo. Las puestas de sol son impresionantes y la ciudad es vibrante”.
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Los sujetos de sus fotografías miran desafiantes al espectador y demandan una respuesta íntimamente emocional, un reconocimiento de su realidad en el International District, donde conviven principalmente personas de ascendencia vietnamita y latina. “Intento capturar a los nuevos mexicanos que se identifican como chicanos, mexicanos y/o españoles. Algunos de ellos son pandilleros mexicano. La mayoría de los tatuajes en los retratos representan a las pandillas carcelarias de Nuevo México, y otros exhiben las principales pandillas chicanas en los Estados Unidos”, escribe Blazquez. Sin embargo, el fotógrafo menciona que gran parte de la criminalidad y del sentimiento general de inseguridad no surge únicamente de pandilleros, sino que también la policía local constantemente está acosando a los habitantes y generando conflictos gigantes por delitos menores. Pone principal atención a los casos donde el color de la piel o etnia juegan un papel perjudicial en el tratamiento de los individuos.
“El hombre con cuernos de diablo tatuados y ‘AZ’ en su barbilla es Mark. Creo que actualmente está esperando un juicio en Arizona por cargos falsos exacerbados por su raza y apariencia”, me cuenta Blazquez cuando le pregunto sobre la historia detrás de sus retratos favoritos. “Su madre y algunos de su familia viven en Albuquerque. El día que lo conocí me contó cómo intentaba triunfar como artista en Nuevo México, pero fue difícil debido a su pulsera de tobillo y sus estrictas reglas de libertad condicional. Su historia es familiar en la Zona de Guerra. El Departamento de Policía de Albuquerque no se preocupa por las personas ‘cafés’; constantemente los están brutalizando en las calles y en el sistema penitenciario de Nuevo México”.
El trabajo de Frank Blazquez, por lo tanto, tiene que deambular entre la inseguridad de los locales y la policial. “Salgo de forma independiente en asignaciones independientes y si veo un posible retrato que me gusta, lo pido. No me gusta la fotografía a escondidas. Me gusta cuando mis sujetos conocen el lente. Intento operar mientras el sol está afuera porque es peligroso por la noche. Casi me matan en estilo ejecución en octubre del 2017, en un robo a mano armada. Por suerte, mi cámara y yo salimos con vida”.
Las marcas de guerra se hacen patentes en los cuerpos y esquinas de la ciudad. Con cruces, playeras y nombres de los caídos, el homenaje visual parece interminable. “En la serie SOS EN ABQ experimenté muchas dificultades. Quería documentar las cicatrices de recuerdo y dolor de las personas que viven fuera de la Avenida Central de Albuquerque. Es difícil ver a la gente sufrir. Pero también, todos los sujetos involucrados buscaban tratamiento”. A algunos sujetos Frank los conoce personalmente, a muchos otros, no. La familiaridad con la que los retrata los vuelve cercanos y empáticos, pero sus cicatrices, como es costumbre, mueven el confort visual hacia la curiosidad el miedo, logrando así un ensayo visual que se siente tan familiar como lejano.
Puedes conocer todas las series fotográficas de Frank Blazquez en su sitio y síguelo en Instagram para conocer su proyecto más reciente: el documental Duke City Diaries.