El fisicoculturismo profesional puede ser una actividad ingrata. La relación esfuerzo-reconocimiento no es proporcional: las interminables horas que hay que pasar en el gimnasio esculpiendo el cuerpo según los estándares de las competencias rara vez reciben una recompensa financiera equivalente. A menos que te conviertas en Mister Olympia, es probable que vayas a casa con unos cuantos miles de dólares y un pequeño trofeo de tan mala calidad que podrías encontrarlo en los estantes de tu tienda de deportes local.
Pese a lo anterior, el fotógrafo Nikolas-Petros Androbik encontró a varios fisicoculturistas sonriendo y luciendo bastante dichosos en medio del revuelo del Campeonato Internacional Alemán, una competencia organizada anualmente por la Asociación Alemana de Fisicoculturismo y Fitness.
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Androbik no asistió al evento como fotoperiodista, sino como una persona que está fascinada por ese tipo de cuerpos y la dedicación que se requiere para conseguirlos. “Es asombroso lo que logran estas personas”, le dice a VICE, y agrega que no pudo evitar sentirse impresionado por su “disciplina, resistencia y concentración”, aunque le parezca cuestionable la cantidad de carne que el fisicoculturista promedio consume a diario.
Androbik también estuvo allí para animar a su amigo Sven Georgewitsch, quien participa regularmente en competiciones de fisicoculturismo. Fue un buen día para Georgewitsch dado que se llevó el primer premio en la categoría de físico clásico. “Eso me hizo muy feliz”, dijo su amigo fotógrafo.
Androbik dice que se aburrió muy rápido de lo que estaba sucediendo en el escenario y por ello se dirigió a la entrada trasera para asomarse a ver lo que ocurría detrás de escena, hasta que finalmente lo hicieron pasar. “Todos fueron súper amables”, dijo.
De lejos, admite que las enormes montañas de músculos de aspecto sumamente serio lo hacían sentirse intimidado. De cerca, todos con los que se encontró fueron abiertos y amigables. “Estaban felices de que alguien estuviera tomando fotos que fueran un tanto distintas”.
El uso del flash de Androbik ilumina los cuerpos con un despiadado detalle en ultra HD. Esto, junto con la pintura corporal en tono bronceado que los competidores se untan antes de subir al escenario, les da la apariencia de ser antiguas deidades griegas.
Dice que fotografiar a los fisicoculturistas entre bastidores fue fácil porque el trabajo duro ocurre en el escenario. Han estado restringiendo su dieta y entrenando durante horas, días y, a veces, incluso semanas. Todo gira en torno a esos breves momentos bajo los reflectores. Posas, haces fuerza y vuelves tras bambalinas y eso es todo. Androbik cree que es por eso que todos a los que les apuntó con su cámara le dieron una sonrisa, pues ya habían cumplido con su trabajo.