Podría pasar por una novela barata de Michael Crichton si no fuera porque el texto ha sido editado por la Universidad de Harvard. Y porque el autor del libro y profesor de Derecho en Stanford, Henry T. Greely, pone toda la ciencia y toda la ficción al servicio de una reflexión seria en torno a los desafíos éticos y legales de la tecnología biológica más puntera.
El fin del sexo y el futuro de la reproducción humana no es todo lo que el título sugiere, pero da qué pensar. Entre otras cosas porque Greely pronostica el fin del sexo con fines reproductivo allá por 2050, basándose en los rápidos avances en el estudio de ADN de embriones humanos y en las nuevas técnicas en secuenciación del genoma a bajo coste (también conocidas como Easy PDG). Según Greely, seguiremos practicando sexo, aunque los preservativos ya no serán suficientes para evitar los embarazos no deseados.
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VICE: El título del libro impresiona. ¿Hay motivos para temer un apocalipsis sexual?
Henry T. Greely: No hay de qué preocuparse. El Easy PGD [Diagnóstico Genético Preimplantacional a bajo coste] cambiará muy pronto nuestra manera de entender el sexo como forma de reproducción, pero no afectará a la práctica, ni a la frecuencia ni siquiera a la calidad.
En la actualidad, la mayor parte del sexo que se practica no tiene fines reproductivos. El Easy PDG sólo tendrá consecuencias en la vida sexual de la gente que odie practicar sexo y que sólo lo haga para crear descendencia. En estos casos, el Easy PGD no será un apocalipsis sexual sino una liberación en toda regla.
¿Es el Easy PGD un primer paso hacia la eugenesia y la concepción de “bebés de diseño”?
En absoluto. No se trata de diseñar bebés a la carta sino de seleccionar los embriones en base a ciertas variaciones genéticas. Incluso en el caso de que los progenitores aspiraran a un “bebé perfecto” todo dependería, en última instancia, de las infinitas y al mismo tiempo limitadas combinaciones de sus genes.
El Easy PGD no tiene nada que ver con la eugenesia entendida como una herramienta de control de los gobiernos para decidir quién puede dar a luz a qué tipo de bebés, sino como desarrollo del diagnóstico genético preimplantacional, que existe desde 1990. No hay que olvidar que las pruebas fetales y el aborto terapéutico se vienen practicando desde los años 70. Dicho lo cual, la ciencia no puede crear superbebés.
Sabemos muy poco sobre los genes responsables de lo bueno pero mucho de los rasgos que están relacionados con ciertas enfermedades.
El uso generalizado del Easy PGD podría cambiar radicalmente nuestra forma de reproducirnos, pero también de relacionarnos. ¿Cuáles son los principales desafíos a los que nos enfrentamos?
Serán necesarios varios años de estudio antes de que se puedan usar óvulos o espermatozoides cultivados a partir de células madre, pues podrían acarrear ciertas enfermedades. Es posible también que las relaciones entre los progenitores y sus hijos se vean afectadas por el peso de las expectativas genéticas.
¿Cómo lidiar con un hijo que iba para Messi al que ni siquiera le gusta el fútbol? Por otro lado, las parejas homosexuales podrán concebir sus propios hijos gracias a la fecundación cruzada de gametos: óvulos de hombre y espermatozoides de mujer. ¿Cómo y cuánto cambiará las relaciones familiares un bebé concebido a partir del óvulo de una mujer de 80 años, del espermatozoide de un niño de 8 o de las células congeladas de un pariente que lleva 18 años muerto? Es un misterio.
Lo que está claro es que se avecinan cambios importantes, no sólo por las posibilidades que ofrece el Easy PGD, sobre todo por el uso que se le pueda dar. ¿Quién tendrá acceso a estas técnicas? ¿Será una herramienta al alcance de todos o el privilegio de una minoría?
Es posible también que las relaciones entre los progenitores y sus hijos se vean afectadas por el peso de las expectativas genéticas. ¿Cómo lidiar con un hijo que iba para Messi al que ni siquiera le gusta el fútbol?
Cualquiera podrá encontrar a un padre o a una madre para su hijo rebuscando entre los restos de basura. ¿Cómo evitar los robos de paternidad?
Este tipo de prácticas serán una realidad dentro de unas décadas y habrá que legislar para evitar que se llevan a cabo. Porque, efectivamente, para ser padre o madre ya no hará falta tener relaciones sexuales. Bastará, simplemente, con sonarse la nariz o beber una taza de café donde queden restos orgánicos.
¿Y si el progenitor decidiera deliberadamente transmitir una discapacidad genética a su hijo?
Esta será una de las cuestiones más complejas de resolver. Me cuesta mucho imaginar a un padre o a una madre tomando este tipo de decisiones, pero no hay que descartar ningún escenario por improbable que pueda parecernos. Los gobiernos tendrán que regular el uso responsable del Easy PGD, pero ¿y si una pareja de sordomudos o con acondroplasia quisiera que su hijo fuera igual que ellos?
¿Será posible concebir hijos con más de dos progenitores genéticos?
La profesora de Derecho Sonia M. Suter ya ha sugerido la posibilidad de una “paternidad múltiple” basada en un nuevo método de fecundación, llamado gametogénesis in vitro , en el que los gametos se producen a partir de células embrionarias combinadas de dos personas que luego son fecundadas por el espermatozoide de un tercero. Así, un niño podría tener tres padres, pero también tres madres.
¿Cómo afrontarán estos dilemas las personas con creencias religiosas?
Habrá a quien le guste y a quien no, también un amplio espectro de posturas intermedias. El sentimiento religioso contrario a estas prácticas tendrá que enfrentarse a la determinación de los progenitores por dar a luz a hijos sanos. Sospecho que el Vaticano estará en contra y que países como China serán pioneros en el uso del Easy PGD. Mi predicción es que en Estados Unidos, España, Alemania, Chile, Irán o Nigeria se plantearán debates interesantes, pero no creo que sus gobiernos opten por la prohibición.
Se espera que la población mundial alcance los 9.700 millones en 2050. ¿Contribuirá el Easy PDG a aumentar la población (proclamando el fin de la infertilidad) o a reducirla (retrasando el reloj biológico y ensanchando la distancia entre generaciones)?
Es una pregunta muy interesante y una gran incógnita. Me inclino a pensar que la satisfacción de las expectativas de los padres podría disminuir el número de nacimientos. Pero esta predicción, sumamente compleja, se verá afectada por tendencias económicas y culturales de todo tipo. En cualquier caso, las políticas de natalidad de los gobiernos, en uno o en otro sentido, no han sido muy eficaces hasta ahora, con la excepción de China.
Un compañero de la redacción insiste en rebajar el tono académico de la entrevista. Y cita a Lamarck por aquello de la teoría del desuso y la pérdida del pelo y del dichoso meñique de los pies. ¿Podríamos perder algo más por culpa del Easy PGD?
Lo único que perderemos son los genes portadores de ciertas enfermedades y quizá también el miedo a ciertas epidemias masivas. Dígale a su compañero que esté tranquilo. Sus meñiques están a salvo.