Identidad

¿Se puede saber si un gay es activo o pasivo solo con mirarlo?


Ilustración por Taylor Lewis

Hace poco, durante una cena, una amiga mencionó lo mucho que le había sorprendido saber que un amigo gay que teníamos en común era activo. A fin de cuentas, el chico es bastante afeminado y trabaja en moda. Y sí, no solo prefiere ser de los que dan, sino que es lo que llamamos un “activo total”.

Pero ¿qué es lo que sorprendió a mi amiga, exactamente? ¿Por qué suele existir esa creencia de que los gais más afeminados han de ser pasivos y los que parecen un saco de músculos, activos? “Son estereotipos”, me explicó el Dr. Andrew Reilly, psicólogo con varios estudios publicados sobre activos y pasivos y sobre la percepción que tenemos de estos roles. “La gente tiende a creer que, si eres un estereotipo en un área determinada, también lo serás en otra”.

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En otras palabras, en 2016 todavía no hemos evolucionado lo suficiente como para saber diferenciar entre preferencias sexuales y aspecto físico y personalidad. Sin embargo, hay varias investigaciones que respaldan la creencia de que la masculinidad y el amaneramiento están relacionados con el rol que los homosexuales asumen durante el coito anal. Así, un estudio de 2013 contenido en la web Archives of Sexual Behavior reveló que “para inferir los roles sexuales en las relaciones entre personas del mismo sexo, solemos basarnos en la observación de características propias de las relaciones estereotipadas entre hombres y mujeres”.

Lo que viene a decir el estudio es que la gente tiende a juzgar el rol sexual de un gay observando su rostro. En el estudio, se mostraba a los 23 participantes (siete de las cuales eran mujeres) fotos de los perfiles de webs de citas de 200 hombres homosexuales —100 de los cuales se consideraban activos, 100 pasivos y cero versátiles— y se les pedía que identificaran la preferencia sexual de cada uno de ellos basándose solo en su apariencia. Los hombres de las fotos aparecían sin ningún tipo de complemento facial, como barba o gafas, y miraban directamente a la cámara. Asimismo, se había estandarizado el tamaño de todas las caras y se había sustituido el fondo original por uno gris.

Fundamentando su oppinión únicamente en los atributos faciales, los participantes fueron capaces de distinguir a los activos el 64,56 por ciento de las veces, pero solo un 38,82 por ciento en el caso de los pasivos (el porcentaje de aciertos general fue del 51,69 por ciento). Este resultado significa que la decisión de los participantes pudo estar condicionada por los “estereotipos del hombre heterosexual”. Tras la publicación del estudio, uno de sus autores, el Dr. Nicholas O. Rule, señaló que los resultados estaban relacionados con los indicadores biológicos de masculinidad (como la abundancia de vello o una mandíbula angulosa), no con los indicadores del comportamiento. Es decir, que porque un activo tenga aspecto de activo no quiere decir que no pueda actuar como Paul Lynde en un concierto de Judy Garland.

Sin embargo, un estudio de 2011 dirigido por los investigadores chinos y canadienses Lijun Zheng, Trevor Adam Hart y Yong Zheng demostró que “las etiquetas sexuales con las que nos identificamos no solo sirven para distinguir patrones de conducta sexual, sino que también pueden indicar diferencias en cuanto a los roles de género, al menos entre homosexuales chinos”. De ello se desprende que los hombres del estudio que se consideraban activos también percibían su comportamiento como más masculino y tendían a interesarse por “temas más propios de su género”; los pasivos se identificaban como individuos más expresivos y proclives a asumir roles asociados al género femenino. Es decir, que los activos son de Marte y los pasivos, de Venus.

El mismo equipo de investigadores realizó otro estudio independiente que reveló que los pasivos mostraban más interés por los rostros considerados tradicionalmente masculinos, mientras que ocurría lo contrario en el caso de los activos.

Pero no se necesita tanta investigación para saber que los activos quieren practicar sexo con los pasivos; es como decir que a los carnívoros les gusta comer carne. Cuando les preguntamos por qué los hombres más afeminados tienden a ser pasivos y los chicos varoniles tienden a ser activos, Hart, el investigador canadiense, nos explicó algunas de sus teorías. “Una de las hipótesis es que existen diferencias biológicas entre los activos y los pasivos. Es una posibilidad, pero no tenemos evidencia que la respalde”, dijo. “La sociedad presiona a los chicos afeminados para que se apeguen a los roles femeninos y nosotros construimos los roles desde una perspectiva heterosexista”.

Así que nuestros estereotipos provocan un comportamiento que provoca una identidad que provoca un comportamiento que provoca estereotipos. Una espiral de activos y pasivos, una serpiente que se muerde la cola o, más bien, un gay intentando meterse na polla en su propio culo.

No obstante, algunos hombres saben exactamente qué implican esos estereotipos y, como ser pasivo está mal visto —por influencia de una sociedad patriarcal que nos dice que todo lo que es femenino está mal—, buscan la forma de evitar que otras personas los identifiquen como pasivos . En un estudio de 2011, los investigadores Andrew Reilly, Danielle Young y Loriena Yancura analizaron la “identidad de posición sexual” (cómo se identifican los homosexuales, si como activos o pasivos), la imagen corporal y el grado de homofobia de los participantes. “Los hombres homosexuales con un mayor grado de homofobia y que se identifican como pasivos son más propensos a ejercitarse para ganar musculatura y negar que son pasivos”, dijo Reilly. “Si estás musculado, te ven como heterosexual. Aunque también existe otro estereotipo: el pasivo fuerte y musculoso”.

A fin de cuentas, todos los demás investigadores con los que hablé dijeron que es casi imposible saber si un chico es activo o pasivo solo por su apariencia, su forma de vestir o su comportamiento.

Hart dijo que podrían apreciarse similitudes entre activos y pasivos “si estudiaras 400 activos y 400 pasivos”. Pero eso es muy subjetivo. Hay muchos activos que son afeminados y muchos pasivos que son varoniles. No hay que exagerar la importancia de una etiqueta”. Hart dijo que si contáramos el número de veces que cada individuo ha tenido sexo anal, activo o receptivo, veríamos que no necesariamente prefieren una u otra posición, como muchos creen.

Y si el tío que estás conociendo empieza a gustarte tanto como para que esto importe, lo mejor es averiguarlo a la manera antigua: preguntándole.

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