El 26 de agosto en El Cairo, se llegó a un nuevo acuerdo para el alto el fuego entre Israel y Hamás y también con otras facciones de la Franja de Gaza. Esta vez se dice que será duradera. Desde que Israel comenzó la operación ‘Eje Protector’, el pasado 8 de julio con bombardeos en la Franja de Gaza, las negociaciones entre Hamás e Israel no han avanzado sustancialmente. Mientras que Israel pide el desarme de Hamás, estos por su parte piden la apertura de las fronteras, el derecho a un puerto palestino en le Mediterráneo y que vuelva a funcionar el aeropuerto de la ciudad de Gaza.
En el norte de Gaza, una de las áreas más golpeadas, ya había voces cansadas, que gritaban “inshalla” (Dios quiera), cuando se les preguntaba sobre el cese de las hostilidades. Las treguas durante la guerra en Gaza se volvieron los espacios para que la vida regresara a las calles. Los pescadores volvían a las redes a pescar en las cinco millas náuticas que les permite Israel. Alguno chicos palestinos incluso iban a surfear o a intentar hacerlo en las mismas playas que habían sido testigo de la muerte de otros chicos que jugaban fútbol, cuando la artillería israelí los atacó confundiéndolos con combatientes de Hamás.
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Entre treguas, en el hospital de Al-Shifa comenzaban a reubicar y trasladar heridos para otros puestos de salud o para sus casas. De nuevo comenzaba la guerra, y sabían que una nueva ola de heridos y muertos colmaría los pasillos del hospital. En los patios y rincones de Al-Shifa, muchas familias han hecho sus carpas, se ha vuelto el hospital más grande de la franja de Gaza y también un campo de refugiados. Algunos de los palestinos que están en el hospital perdieron sus casas, otros solo huían de los bombardeos. El 28 de julio, después de ser atacado el hospital, se dieron cuenta que había pocos lugares a salvo en Gaza.
Recobrar la memoria en el caos
Las familias en las treguas iban a sus casas, entre los escombros, y el olor a muerte y podrido que invadía las calles de Beit Hanoun, Beit Lahiya, Rafah, algunas de las localidades más golpeabas. Aquellos que encontraban de pie sus casas, sacaban sus pertenencias y las llevaban a donde se estaban quedando: colegios que se volvieron improvisados campos de refugiados y que fueron también blanco de la artillería israelí. Algunos con menor suerte, llegaban a ver escombros en lo que antes solía ser su hogar. Muchos obuses y artefactos explosivos se encontraban dentro de la viviendas, aún sin estallar, eran y serán un peligro latente en Gaza.
En medio de cada alto el fuego, había tiempo para la celebración. Era una victoria como clamaban los líderes de Hamás y los de Israel. El entierro de un combatiente de las brigadas de Al Jihad Al’Islamic y el ‘bang bang’ que lo acompañaba, era la manera de mostrar en las calles de Gaza que la lucha continuaba, a pesar de que la lucha era esperar los bombardeos y lanzar cohetes que con certeza no alcanzarían los blancos israelís.
Los 50 días que duró la operación israelí dejó cerca de 2.200 palestinos muertos, niños y mujeres en esa lista, 10.000 heridos y 485.000 personas que son ahora refugiados dentro de la misma Gaza, ya que no pueden salir. Los cohetes de Hamás mataron a 65 civiles, incluidos un niño y un ciudadano tailandés, y 66 soldados de las Fuerzas de Defensas Israelí murieron en combates.
En esta tregua ‘larga’ se intentará reconstruir Gaza (aunque esto podría llevar hasta 20 años), de sanar a los heridos y llorar a los muertos. Sin muchos acuerdos sustanciales en El Cairo, la decisión de la tregua prolongada quizás es el resultado de un simple desgaste: mediático para Israel, de vidas para Hamás. Seguramente esta tregua también será utilizada para armarse de nuevo y estar listos para la nueva guerra, la cuarta.