En este mundo hay personas que siguen siendo amigas de sus exparejas, y a menudo me he preguntado si serán más maduras que yo, que suelo cortar por lo sano y no echar la vista atrás.
No es que mis relaciones acaben todas mal, solo que me resulta más fácil superar la ruptura imponiendo un periodo de no contacto. Incluso cuando una relación ha sido buena, si yo no me sentía a gusto, simplemente debo alejarme. Soy discípula de la escuela del “ pues no debes de gustar tanto a ese chico”. Si alguien no se esfuerza para estar conmigo, entiendo que no quiere estar conmigo. Punto pelota. Obviamente, podría dedicarme a hacer gimnasia mental e inventarme excusas para justificar su actitud (tiene mucho trabajo, ahora está pasando por muy mal momento), pero al final me he dado cuenta de que no merece la pena el esfuerzo. Si esas circunstancias hipotéticas fueran ciertas, la persona en cuestión encontraría la forma de comunicármelas si yo le importara algo. Y si no le importo, la culpa tampoco es de nadie; simplemente es señal de que mejor gaste mi energía en otros menesteres.
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Mi enfoque respecto a las citas y la comunicación dan cuenta de mi extremo escepticismo en lo que concierne al ghosting, aunque sospecho que mi postura en ese aspecto se ha ido suavizando con el tiempo. Hace solo unos años, me asqueaba la gente que dejaba de dar señales de vida de un día para otro (“Que soy una mujer, no un bebé; puedo encajar un no y superarlo, no te preocupes”), pero últimamente pienso que estas personas se rigen por unos valores totalmente distintos a los míos, como los hombres que van al parque a hacer equilibrios sobre una cuerda o las mujeres que siguen sin concebir una fiesta de despedida de soltera sin diademas de pollas.
Puede que nunca llegue a entender las elucubraciones de estos individuos, pero jamás dejará de sorprenderme un comportamiento en concreto que últimamente se ha vuelto muy popular, hasta el punto de que en inglés le han puesto un nombre y todo: el fenómeno del “ haunting”. El hauting ocurre cuando alguien deja de mantener contacto contigo pero continúa siguiéndote en redes sociales, mostrando un comportamiento extremadamente desconcertante. En mi caso, además, esas personas hacían notar su presencia poniendo comentarios o dándole a like en mis publicaciones.
“Los tíos hacemos ghosting porque el objetivo de nuestra atención sentimental ha cambiado, pero somos demasiado cobardes para reconocer, por ejemplo, que hemos vuelto con nuestra ex o que vamos más en serio con otra persona”
¿Por qué querría alguien hacer algo así? La pregunta me quemaba por dentro, y las llamas se avivaban cada vez que me conectaba a Instagram y veía que alguien de mi pasado había respondido a mi inocua historia con un “lmao”. Tenía que saberlo. Empecé la investigación preguntando a mis amigos. La mayoría aventuró que el ghosting es “pasivo”, mientras que dejar de seguir a alguien es “activo”. Vamos, que no responder a alguien requiere el mismo esfuerzo que seguir en contacto con esa persona en redes sociales, es decir, ninguno.
“Los tíos hacemos ghosting porque el objetivo de nuestra atención sentimental ha cambiado, pero somos demasiado cobardes para reconocer, por ejemplo, que hemos vuelto con nuestra ex o que vamos más en serio con otra persona”, dice mi amigo Donovan. “Continuamos siguiendo a esa persona por si no funciona nuestro plan principal. Ahí es cuando acabamos enviando un ‘Feliz Navidad’ o un ‘Buenas, cuánto tiempo’”. Donovan dio en el clavo con esta conclusión ⎯y todos tenemos guardado ese triste mensaje de Navidad para demostrarlo⎯, pero quería saber más, así que decidí preguntar a gente que se había esfumado de mi vida sin dar explicación por qué aún me seguían en redes sociales.
Se han cambiado todos los nombres de los entrevistados por los de miembros de NSYNC.
Joey Fatone
Yo tenía 21 años cuando conocí a Joey, y él, unos 34. Salimos unas cuantas veces y luego la cosa se apagó. Me mudé a otra ciudad y me olvidé de lo nuestro, pero él de vez en cuando me enviaba emails guarretes que yo no contestaba. Al final, empezó a seguirme en Twitter. Como yo no lo seguí a él, dejó de seguirme, pero por alguna razón siguió enviándome correos cada año rememorando los polvos que echamos. Hace poco le envié un email para preguntarle por qué se había tomado tantas molestias cuando lo que había entre nosotros fue solo unidireccional (¡y eso que fue él el que empezó a ignorarme!), efímero y hace mucho tiempo.
Esta fue su respuesta:
Justin Timberlake
Yo tenía 23 años cuando conocí a Justin, y él, quizá 27 o 28. La química también acabo desapareciendo después de quedar varias veces y de que me mudara a otro estado, y unos cuantos años más tarde, me pidió amistad en Facebook y me siguió en Twitter e Instagram. Cuando contacté con él, me dijo que había empezado a seguirme mientras estaba en una relación monógama con la que no era feliz. Se había planteado la posibilidad de engañar a su novia conmigo, pero al final no lo intentó. Justin dice que ahora está felizmente emparejado con una mujer a la que no engañaría , y que me sigue en redes simplemente porque soy maja.
“Siempre me he arrepentido de no pasar más tiempo contigo cuando tuve la oportunidad. Pero oye, ahora podemos ser amigos”, me dijo. Guay.
JC Chasez
Quizá sea porque he salido con menos mujeres que hombres, pero ninguna me ha hecho ghosting
. Conocí a JC en Tinder hará unos dos años y, después de vernos durante varios meses, me dijo que se mudaba a la otra punta del país. Dejamos de enviarnos mensajes el día después de su mudanza, pero unos meses más tarde empezó a seguirme en Instagram. Cuando visité su página, me enteré de que no se había ido al otro extremo del país, sino que estaba aquí, en Brooklyn.
Cuando contacté con JC, se disculpó por su comportamiento, pero no lo consideró ghosting. “Sinceramente, pensé que sería más fácil hacer borrón y cuenta nueva y no tuve muy en cuenta a las personas afectadas”. Me dijo que decidió seguirme en Instagram después de encontrar un jersey que me dejé en su casa.
Lance Bass
Lance y yo nos conocimos en una aplicación de citas cuando los dos tendríamos unos 24 años y estuvimos viéndonos unos meses. Por lo que recuerdo, él me gustaba mucho y fuimos bastante en serio un tiempo, hasta que de repente dejó de responder a mis mensajes. Luego me mudé de ciudad y al cabo de un año empezó a seguirme en Instagram. Preguntado por las razones que lo llevaron a hacerlo, Lance corroboró la teoría de Donovan:
Sí, lo siento. La verdad es que no recuerdo muy bien qué pasaba en mi vida, pero me imagino que conocería a alguien y pasé página?
Al igual que Joey y Justin, Lance también me reconoció que me había empezado a seguir en redes cuando se sintió atrapado en una relación monógama.
Cuando me siento ahogado por mi relación monógama, es algo que busco a menudo, ese chute de dopamina de sentirme deseado
Añadió que le parecía más inofensivo seguirme y flirtear conmigo que iniciar una conversación de cero con alguien. Y también me presentó el argumento más convincente para continuar siguiéndome en redes sociales cuando dijo que le gustaba ver los vídeos y las fotos de mi gato.
Chris Kirkpatrick
Chris y yo nos conocimos en un evento de networking hará cosa de un año y medio y salimos unas cuantas veces. Durante ese periodo, empezó a seguirme en Instagram. Al final, dejó de responder a mis mensajes pero seguía dándole a like a mis fotos e incluso me dejaba comentarios con el emoticono con corazones en los ojos (lo cual me parecía extremadamente desconcertante). Cuando le pregunté por qué lo hacía, por una vez me respondió de inmediato:
“Porque soy un asco”, repuso, y se negó a darme más explicaciones.
Este artículo apareció originalmente en VICE US.