Hablamos con el tenor que cantó mientras un cirujano le operaba el cerebro


Imágenes cortesía del entrevistado.

Puede ser complicado pronunciar su nombre, pero la asombrosa historia de Ambrož Bajec-Lapajne merece hacer el esfuerzo. La vida de este tenor eslovaco parece sacada de una película autobiográfica, que comienza con un Ambrož de 10 años contoneándose en mitad de una pista durante una competición de baile de salón en la antigua Yugoslavia. Inmediatamente después lo vemos en un aula de la Universidad de Ciencias Políticas y, más tarde, acompañando a su mejor amigo a una audición de canto. “Por alguna razón el director del coro insistió en que yo también me presentara a la prueba”, recuerda Ambrož, “fue entonces cuando descubrí mi potencial”.

A pesar de que Ambrož empezó a cantar cuando era universitario, contó con los mejores profesores de su Ljubljana natal y, cuando se dio cuenta, ya estaba interpretando sus primeros roles protagonistas en óperas cómicas francesas. Debutó oficialmente en la piel del eunuco taxista en Las aventuras del rey Pausole, de Honegger, aunque como él mismo reconoce, en un país sin circuito operístico no basta con dar el DO de pecho una noche. “Es preciso llamar, una a una, a las puertas de cada pequeño teatro de Eslovenia”, afirma.

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No pasó mucho tiempo para que gracias a su talento, llevara su acto a Ámsterdam. Ahí se dedicó a entrenar su voz en la Universidad de Utrecht y logró hacerse un nombre en el mundo de la ópera. Poco tiempo después empezaría a sufrir los primeros ataques epilépticos: “Tras una exitosa gira de conciertos por Europa, me vi obligado a reducir mis apariciones como solista y a centrar mi actividad musical como integrante de varios coros profesionales de Holanda”. El veredicto de los médicos no se hizo esperar: Ambrož tenía un tumor cerebral agresivo del tipo glioblastoma multiforme. El día en que pidió cita para operarse se perdió un par de ensayos de los Gurrelieder, de Schönberg. “El equipo del Centro Médico Universitario de Utrecht me apoyó al máximo durante todo el proceso y trató de que la extracción afectara lo menos posible mis habilidades musicales”. El video de la intervención habla por sí solo.


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Durante la craneotomía, el tenor esloveno se mantuvo despierto en todo momento. “Cuando me dijeron que tendría que cantar a lo largo de la operación creí que se trataba de una broma”. Lo consoló saber que por el quirófano del eminente neurocirujano Pierre Bata pasan varios casos parecidos al suyo cada semana. “Fue Bata quien me explicó que la única manera de calibrar las posibles consecuencias de la operación, así como de evitar futuras complicaciones, era localizar las funciones musicales de mi cerebro mientras cantaba”. De manera que antes de la intervención, Bata y su equipo realizaron varias pruebas de canto para monitorear su evolución durante la cirugía.

En las primeras horas de la mañana del 14 de junio de 2014, lo esperaban en el quirófano media docena de médicos y enfermeros. Todo estaba listo para el recital más importante de su carrera. “Desde que me descubrieron el tumor, el ciclo Winterreise [Viaje de invierno], de Schubert, no ha dejado de sonar en mi cabeza. Siempre tuve claro que sería el tema más apropiado para cantar durante la operación”. El lied Gute Nacht [Buenas noches] cuenta la despedida de dos amantes, y y desde los primeros versos (llegué como un extraño/como un extraño me marcho) la versión en el quirófano de Ambrož conmovió y conmueve por la crudeza de las imágenes. “Eliminamos algunas estrofas intermedias porque lo que nos interesaba era el cambio de clave; es decir, cómo mi cerebro era capaz de pasar de una tonalidad mayor a otra menor”.


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En algunas partes del video parece que Ambrož hubiera perdido el sentido, pero el tenor asegura que fue plenamente consciente de todo lo que le hicieron. “A veces perdía ciertas facultades, pero recuerdo cada minuto de la operación”, afirma. “He de reconocer, eso sí, que la experiencia fue mucho menos aterradora de lo que me imaginaba. Pensé que el primer acto, ese momento en que te retiran parte del cráneo para poder acceder al cerebro, resultaría mucho más traumático de lo que en realidad fue”. De las ocho horas que duró la cirugía, Ambrož cantó durante una, aproximadamente. “En el fondo era como participar en un karaoke. Cuando sonaba la música yo sólo tenía que cantar”.

Fue el propio Ambrož quien pidió a los médicos que lo grabaran. “Había visto algunos videos similares en YouTube que me ayudaron a mentalizarme y se me ocurrió que tal vez yo también podría compartir mi experiencia con otras personas en mi misma situación”, señala el cantante. “Lo que no me esperaba es que el video superara rápidamente el millón de vistas”. La familia de Ambrož tuvo acceso a la grabación al día siguiente de la operación. “Imagino que es duro ver a alguien a quien quieres en tales circunstancias, pero como todo ha salido bien, las imágenes se han convertido en el recuerdo entrañable del casting más difícil que he pasado en toda mi carrera musical”.

Ambrož no sólo se ha recuperado de las secuelas de la enfermedad, sino que ahora canta con mucha más confianza que antes. “Cuando has mirado la muerte a los ojos, el miedo escénico y las inseguridades desaparecen”. Su agenda de conciertos está repleta de compromisos para los próximos meses. “Durante las fiestas de Pascua intervendré en varios conciertos a propósito de las Pasiones según San Mateo y San Juan, de Bach”. También está preparando un nuevo recital del Viaje de invierno junto a la fortepianista Megumi Tanno, y en abril estrenará una ópera que le ha dedicado el compositor holandés Carlijn Metselaar y que gira en torno a la vida de San Martín. Claro que la autoría del milagro, en este caso, corresponde a los cirujanos que le operaron.