Según los resultados de una encuesta reciente, cuando llegas a los 36 años de edad dejas de intentar tener tu trabajo ideal. Pasas de los 20 a los 30 tratando de hacer lo suficiente para conseguir trabajo y cuando menos te das cuenta cumples 30 años y ya es demasiado tarde para siquiera pensar en qué querías hacer de tu vida. La vida sigue y el reloj no deja de avanzar. Hojas de cálculo de día y box sets de noche. Gray’s Anatomy. Ropa por catálogo. Ese tipo de cosas.
La investigación realizada por la firma de contadores AAT descubrió que la gente empieza a sentirse “atrapada” en su trabajo cuando pasa de los 35 años de edad. El 31 por ciento de los encuestados dijeron que consideran la posibilidad de cambiarse de trabajo mínimo dos veces al mes pero el obstáculo principal es que volver a estudiar una carrera sale muy caro.
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Hablamos con seis personas de treinta y tantos sobre qué papel juega el trabajo en sus vidas hoy en día.
Javi, 34 años de edad, cadenero
“El trabajo que tengo ahorita no es lo que siempre soñé. Creí que iba a ser algo más interesante o más glamoroso que esto. Antes trabajaba como gerente en una casa de apuestas y me gustaba más pero trabajar como cadenero es mejor para mí y para mi esposa. Ya no vivimos juntos pero tenemos dos niñas y como yo trabajo de noche y ella de día, siempre hay alguien que las cuide.
No le puse muchas ganas a la escuela y nunca me imaginé que iba a necesitar una camisa almidonada. Trabajar como cadenero en antros puede ser muy duro; nunca te acostumbras a dormir de día. Pero no me quejo. Los chicos con los que trabajo son agradables y siempre nos divertimos. Veo muchas cosas en los antros que trabajo así que siempre tengo algo que contar. Por el momento, eso me basta”.
Abigail, 34 años de edad, periodista freelance
“A finales de mis veintes era cuando tenía mis ambiciones pero cuando cumplí 30 mandé todo a la mierda y me volví freelance. Para mí y muchos de mis amigos, los treintas son para formar una familia y sentar cabeza. Por ahora lo que busco es que el trabajo sea fácil y bien pagado, algo que se supone ya debería pasar si llevas 15 años haciendo lo mismo, a menos que seas pésimo.
Creo que cuando empiezas a ganar cierta cantidad se vuelve muy difícil cambiar de trabajo. Supongo que la única excepción es la gente que pone un negocio. Es en la edad que dices ‘Oh, quiero hacer una página/casa discográfica/cupcakería”, pero muy pocas personas lo logran. Supongo que sería posible si tienes un socio con dinero que te pueda apoyar. Como los banqueros que financian los negocios de diseño de interiores de sus esposas. Aunque es raro y se me hace muy anticuado”.
James, 36 años de edad, mercadotecnia
“Mi papá trabajó en la misma empresa por 40 años y siempre nos decía a mí y a mi hermana ‘No hagan lo mismo que yo, sean creativas’. Así que estudié actuación en la universidad y supuse que estaría bien trabajar en la televisión y después me salí para empezar un grupo de actores de comedia. Nos esforzamos para tener una trayectoria.
Algunos de mis amigos ya han ganado premios BAFTA o trabajan escribiendo guiones. La mayoría no tuvo éxito. Me metía a trabajar en una oficina para poder pagar mi afición pero empecé a sentirme cómoda ganando lo suficiente para pagar la renta y terminé trabajando de tiempo completo con la esperanza de escribir en mis ratos libres.
Después me casé y entré a otro trabajo de mercadotecnia donde me pagaban más y era todavía más difícil salirme. Sigo escribiendo pero ya no siento que sea mi meta en la vida. Creo que la ambición sigue ahí a los 36 años pero tengo muchas otras cosas en qué pensar. Tengo que mantener mi matrimonio con vida, tengo que cuidar a mis hijos y tengo que pagar mi casa. Además, la realidad del trabajo creativo no se compara con la ambición que tenía a los veintitantos. Los stand-ups más creativos, si bien les va, entran a programas de comedia chafas en la tele. Creo que la ambición se disipa cuando ves que tus amigos alcanzan sus límites. Las ganas de cambiar de trabajo nunca se van pero la posibilidad de hacerlo sí”.
Jay, 31 años de edad, tapicero
“Toda mi vida he ganado bien y estoy relativamente feliz con mi trabajo pero creo que me gustaría algo donde me pagaran más. Pero abrir un negocio toma mucho tiempo y es caro como la chingada. Me tomó como 25 años decidir qué quería hacer con mi vida así que creo que debería aferrarme a eso y obligar a la gente a que me pague más. Estudié cinematografía en la universidad porque en ese momento todos me decían que tenía que estudiar una carrera.
Después me metí a trabajar en un cine porque no sabía hacer nada. Para conseguir el trabajo que tengo ahora tuve que mudarme de regreso con mis padres para pagarme un curso, algo que mientras más viejo eres, más trabajo te cuesta.
Además, hacer lo que amas no es divertido si te pasas meses estresado pensando en cómo vas a pagar el seguro de tu auto y los regalos de cumpleaños de tus amigos. Me gustaría trabajar como electricista en algún momento para ganar mejor y poder ver las casas de las personas.
Daisy, 38 años de edad, diseñadora gráfica
“No me siento atrapado para nada. Sería muy deprimente. Una de las razones principales es que no me dejo llevar por el consumismo. Mis gastos mensuales son bajos y para mí es más importante ahorrar que gastar en lujos para alegrarme. Esos ahorros abren más puertas que cualquier prenda o aparato nuevo”.
“Sin embargo, tampoco me asusta tomar decisiones importantes. Cuando tenía 33 años me fui de viaje una año, regresé sin nada y ahora sé lo que puedo hacer con mi esfuerzo. Podría volverlo a hacer. No tener hijos me ayuda porque mis acciones sólo me afectan a mí y a mi esposo. Siempre ponen mucho énfasis en ‘vivir la vida cuando eres joven’ pero con la edad adquieres sabiduría y experiencia. Estas dos cosas son herramientas invaluables para hacer cambios en tu vida de forma exitosa”.
Tom, 33 años de edad, autor
“Creo que siempre voy a tener ambiciones. Nunca he tenido la oportunidad de crecer en una empresa y que me suban el sueldo como muchos otros de mis conocidos y he tenido que correr algunos riesgos para ganarme la vida. Casi siempre funciona y si no, al menos aprendo algo. En cuanto a los factores externos, no cabe duda que me preocuparía si alguien dependiera de mí pero, por suerte, tomar riesgos siempre ha resultado benéfico, así que creo que prefiero aprender esa lección hasta después de los 40”.
“No me sorprende que la gente tome riesgos en su trabajo antes de tener hijos. A los 50 o 60 años, tus hijos se mudan porque se van a la universidad o a trabajar y ya puedes volver a ser egoísta”.
Margarita, 34 años de edad, trabaja en una organización que lucha por los derechos humanos
“Antes trabajaba en Reino Unido pero ahora vivo en Argentina. En Inglaterra hay mucha presión para acumular cosas materiales. Aunque suene izquierdista, el capitalismo promueve la acumulación. Mi estilo de vida no es el tradicional, al menos en ese sentido. He tenido relaciones abiertas desde que era adolescente con personas de diferentes géneros y nunca me ha gustado la idea del matrimonio. En algunas de mis relaciones he tenido que ser un adulto responsable y cuidar de los hijos de otras personas pero, siendo honesta, nunca he querido tener hijos.
Tampoco me gusta la idea de quedarme atrapada por tener que pagar una hipoteca. Supongo que eso cambia las decisiones que he tomado en mi vida laboral. Trabajo de 8 AM y 2 PM y tengo mucho tiempo para dedicarme a mis hobbies. Trabajo en una organización gubernamental que lucha por los derechos humanos, algo muy satisfactorio, pero también soy artista y me interesa la tecnología. Estoy haciendo lo que siempre quise pero me tomó mucho tiempo encontrar un equilibrio”.
Se cambiaron algunos nombres.