Cuando Rage Against the Machine llegó a Filadelfia a tocar un set de 15 minutos en el Lollapalooza de 1993, la banda de Los Ángeles tenía un problema. Zack de la Rocha, su vocalista tan franco como ruidoso en el micrófono, se había quedado sin voz. El mes de gira en el que venían tocando para promocionar su álbum debut, lanzado en noviembre del año anterior, finalmente había afectado sus cuerdas vocales. Un día antes en North Kingstown, Rhode Island, Zack se había gastado la voz por completo en el concierto de Rage.
Al ser un acto nuevo que intentaba ganarse a una audiencia no familiarizada con su música, Rage no se podía dar el lujo de cancelar su presentación. Estaban por tocar en una de las ciudades más grandes de Estados Unidos, una oportunidad por la que muchos grupos de su estatus en ese momento hubiera matado. Así que debían tomar una decisión: o cancelaban el set y le daban el espacio a una banda menor tocando en otro escenario, o intentaban tocar con un vocalista invitado (en esa gira también estaba Tool, cuyo cantante, Maynard James Keenan, colaboró en el álbum debut de Rage). Pero la agrupación de cuatro integrantes tenía otra cosa en mente.
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“Estábamos en la tarima principal y éramos los primeros en tocar. Era justo el momento en el que la gente comenzaba a conocernos y a querernos en Estados Unidos. Era nuestro gran momento”, le dijo el bajista Tim Commerford a Dan Le Batard de ESPN en 2015. “Salimos al escenario y era justo la época en la que Tipper Gore, la esposa de Al Gore, había empezado el Centro de Recursos Musicales de Padres (PMRC por sus siglas en inglés) para meter el sticker de Parental Advisory que, hasta hoy en día, le ponen a los discos. Estábamos en contra de eso, creíamos que era una basura. Y dijimos ‘No deberíamos tocar en este show, deberíamos protestar’”.
“Nuestra forma de hacerlo fue salir al escenario con nuestros instrumentos y simplemente recostarlos contra los amplificadores y dejar que hicieran feedback, pero desnudos. Teníamos las siglas de PMRC en nuestros pechos, cada uno una sigla en el pecho”.
Y así, el 18 de julio de 1993, miles de ciudadanos de Filadelfia vieron a Rage Against the Machine como Dios los trajo al mundo.
Lollapalooza fue una creación del vocalista de Jane’s Addiction, Perry Farrell. El festival de música itinerante había sido pensado como una gira de despedida para su banda, pero se convirtió en un evento imperdible para el verano siguiente. Para 1993, el nombre era sinónimo de cultura alternativa. Aunque era considerado principalmente un festival de música, Farrell imaginó Lollapalooza como mucho más que eso; quería que fuera una especie de circo. Había una tarima secundaria para bandas más pequeñas, un área para actos no-musicales (por ejemplo, el acto de circo de Jim Rose, que incluía a un levantador de pesas genital, un tipo que comía focos, y un tragasables), un mercado con gorras Rasta, hacky-sacks y jorongos, y stands para grupos que quisieran hablar de contracultura y causas importantes (como SIDA, censura, protección de animales, etc).
Lo que creó Farrel con Lollapalooza fue un mundo de hallazgos e invenciones para sus asistentes. Una experiencia en vivo con un elenco diverso y los mejores músicos alternativos. En retrospectiva, 1993 fue probablemente el peor line-up de los cinco primeros años del festival. Mientras que el festival presentó a headliners más emocionantes como Jane’s Addiction en 1991, Red Hot Chili Peppers en 1992, Smashing Pumpkins en 1994, y Sonic Youth en 1995; los maestros del funk, Primus, fueron los que tuvieron el honor ese tercer año. Pero lo que terminó pasando fue que, cada noche, Primus quedó relegado a la sombra de la banda al otro lado del cartel.
Rage llevaban apenas un año juntos cuando firmaron con Epic en 1992. Su fusión de heavy metal, funk, punk y rap creó una gran conmoción, e incluso generó una guerra de ofertas entre disqueras. En una época en la que el rock y el hip-hop unían fuerzas para colaborar una sola vez, como con Aerosmith y Run-DMC, o Anthrax y Public Enemy, Rage Against the Machine se convirtió en un gran descubrimiento. Y eran más potentes en vivo que en el estudio. En vivo eran una unidad explosiva que simultáneamente podía iniciar un pogo y hablar de disidencia política. La sección rítmica del bajista Tim Commerford y el baterista Brad Wilk, proporcionaba un groove apabullante, listo para generar un mosh; los riffs del guitarrista Tom Morello eran violentos y al mismo tiempo poco ortodoxos; y el vocalista Zack de la Rocha escupía manifiestos punzantes y dogmáticos de un modo informado y agresivo, que hacía que la gente prestara atención. No debió ser una sorpresa cuando unos años después fueron calificados como la banda más ruidosa en haber tocado en Saturday Night Live, y luego ser echados a mitad del concierto por colgar dos banderas de Estados Unidos boca abajo en sus amplificadores.
Su álbum debut homónimo de 1992 tuvo un impacto inmediato; eran tan impresionantes de ver como de escuchar. La portada del disco no perdía el tiempo en revelar los tonos políticos de la banda, incluso antes de que pudieras escucharlos. La icónica fotografía del monje budista vietnamita Thích Quảng Đức en llamas, un acto que cometió y por el que luego murió para protestar por la persecución del gobierno a su religión. A pesar de ser una foto ganadora de premio Pulitzer, la generación X y subsiguientes igualaron la imagen a Rage Against the Machine.
Lanzado el 3 de noviembre de 1992 —el día que Bill Clinton le ganó a George Bush la campaña para ser el 42º Presidente de los Estados Unidos— Rage Against the Machine logró capitalizar el ruido que la agrupación había generado en Los Ángeles con su demo. No fue un éxito de la noche a la mañana, pero tener ese tremendo calendario de gira y un sencillo que decía la palabra fuck 17 veces, ayudó a que tuvieran una fanaticada fuerte y a que consiguieran la portada de mayo del 93 de NME, que los calificaba como “los nuevos radicales del rock”. El sencillo en cuestión, “Killing in the Name”, fue prohibido en un principio en MTV y en la radio, pero luego se convertiría en su canción insignia y en la banda sonora de cientos de luchas alrededor del mundo.
Como muchos álbumes que soltaban “fucks” y “shits” a diestra y siniestra en los 90, Rage Against the Machine tenía el logo de “Parental Advisory – Explicit Lyrics” en la esquina inferior derecha de su portada. Como defensores de la libertad de expresión, Rage consideraba que esto era un acto de opresión. Concebido por el PMRC, el comité liderado por Tipper Gore determinó en 1985 que todos los álbumes que tuvieran contenido cuestionable, debían exhibir estos stickers de advertencia. Músicos como Frank Zappa, Dee Snider de Twisted Sister, y John Denver, intentaron luchar contra la decisión frente al senado, pero fue en vano.
Aunque el sticker empoderó a los adultos que buscaban mantener ‘limpia’ la música, esto solo provocó más a sus hijos. No solo este logo se convirtió en una camiseta popular gracias a Sessions y a Woody Harrelson en White Men Can’t Jump, sino que se volvió en la fruta prohibida para los menores de edad. Los álbumes que contenían este sticker comenzaron a considerarse los más cool y más interesantes, tal como pasaba con la violencia y la desnudez en las películas.
La campaña de Parental Advisory también inspiró a que muchos artistas exploraran la problemática en su música, y ninguno lo hizo con más frecuencia que Ice-T, quien aludió al comité en el tema llamado “Freedom of Speech” con este colorido mensaje: “Hey, PMRC, you stupid fuckin’ assholes/ The sticker on the record is what makes ’em sell gold / Can’t you see, you alcoholic idiots / The more you try to suppress us, the larger we get.” [O en español: Hey, PMRC, estúpidos imbéciles/ El sticker en el disco es lo que lo vuelve disco de oro / ¿No entienden, idiotas alcohólicos / que entre más intentan oprimirnos, más grandes nos hacemos?].
Cuando le ofrecieron a Rage Against the Machine ese espacio en el cartel de Lollapalooza, se trataba del salto al estrellato por el que muchas bandas de su estatura competían. Les habían asignado el espacio de apertura, antes de los grungeros Babes in Toyland, los dementes del industrial Front 242, y los idealistas del hip-hop Arrested Development. Con la posible excepción de Tool, que había empezado la primera parte de la gira como headliner del escenario pequeño, Rage sería el que más se beneficiaría. Incluso con esta extraordinaria oportunidad, no temieron sacudir el avispero. Desde el primer momento se negaron a vender mercancía.
En medio de un concierto en Barrie, Ontario, de la Rocha explicó su decisión: “Algunos podrán pensar que es mezquino de nuestra parte el no estar involucrado en esto, pero decidimos no vender camisetas y no ser parte de este consumismo ciego que apoya la idea de vender por 23 dólares una camiseta que cuesta siete para hacerla”.
Negarse a vender camisetas fue solo el comienzo de la banda viviendo a la altura de su nombre.
Esa tarde en Filadelfia, Commerford, de la Rocha, Morello, y Wilk entraron al escenario vistiendo únicamente cinta aislante en sus bocas, tal vez como un guiño a sus compañeros de Tool y su video de 1992 de “Hush”. En sus pechos estaban las letras que deletreaban las siglas de P-M-R-C. Mientras que el feedback chirriaba en los amplificadores, los cuatro hombres se pararon completamente desnudos por 15 minutos seguidos para protestar por la censura del Centro de Recursos Musicales de Padres sobre su música.
“La presentación ese día fue, ejem, más arte performático que un concierto de rock”, dijo Morello a NME. “El punto al que queríamos llegar era que no puedes dar por sentado que puedes escuchar música que desafíe el orden establecido. Te están intentando robar esos derechos de la primera enmienda [a la Constitución de los Estados Unidos]”.
El público, como era de esperarse, se quedó boquiabierto: estaba viendo a una banda emergente usar su breve espacio de tiempo encima del escenario para quedarse parados con sus paquetes colgando, haciendo una declaración, en vez de tocando sus instrumentos. Al comienzo los espectadores apoyaron la iniciativa y probablemente quedaron asombrados, pero no duró.
“Cuando entramos al escenario, a la gente le encantó, nos aplaudían”, dice Commerford. “Lo que no sabían es que no íbamos a tocar ni una nota. Después de diez minutos de estar ahí parados y desnudos, los aplausos se convirtieron botellas lanzadas. A la gente no le gustó”.
Los fans se molestaron tanto que empezaron a lanzar cualquier objeto que se encontraran a la banda. Según Morello, lo más doloroso eran las monedas.
“Déjenme decirles, muchas de esas monedas las lanzaron a nuestros penes”, le dijo a NME.
Al final, la policía escoltó a la banda fuera del escenario, pero no hubo arrestos ni cargos en contra por desnudez pública. Los fans que esperaban escuchar música, no obstante, no se iban a quedar con las ganas por mucho tiempo. Rage regresó a Filadelfia unos meses después para tocar gratis y resarcirse con los fans que habían ido a verlos a Lollapalooza. Y según las imágenes de abajo, vendieron mercancía en su camioneta: 8 dólares por camisetas manga corta, 10 dólares por las manga larga.
En retrospectiva, los miembros de Rage parecen equilibrar la solemnidad de su mensaje con buen humor, sobre todo respecto a dejar sus vergas al aire para que todo el mundo las viera (en los 90, la revista Select del Reino Unido incluso incluyó la imagen como afiche para que sus lectores la pudieran colgar en sus paredes).
Cuando le preguntaron en qué pensaba en ese momento, Brad Wilk confesó a Modern Drummer, que “pensaba en cómo se sentía el viento debajo de mi escroto, en qué pensaba la gente frente a mí, en los flashes de las cámaras y en lo que pensarían cuando revelaran sus fotos. De hecho, hacer eso no fue gran cosa. No me dio pánico. Así llegamos todos al mundo. Es algo liberador”.
Commerford, por otro lado, reflexiona frente a eso con algo de incomodidad, admitiendo que sufrió del síndrome de la “tortuga asustada”. “Suelo pensar en ese momento como en el de medio tubo de monedas”, le dijo a Dan Le Batard. “Fue como si hubiera salido del océano. Fue increíble. Intentaba agitar las cosas para que la sangre fluyera. Pero no funcionó”.
A pesar de que ya pasaron 25 años desde que Rage se encueró, la censura no ha menguado mucho en la industria musical. Tal vez el PMRC no sobrevivió a los 90, pero la advertencia de Parental Advisory sigue saliendo en cada álbum que lo requiera y las canciones siguen siendo editadas para salir en la radio. Irónicamente, la única foto publicada de Rage en escena el 18 de julio de 1993, casi siempre está censurada cuando aparece en Internet, ya sea con una barra negra o con alguna imagen que tape los dotes de la banda.
Rage Against the Machine pasó a luchar otras batallas. En 1997, Morello fue arrestado en plena marcha contra la explotación laboral contra Guess? Inc. En respuesta, la banda empezó a colgar vayas publicitarias que decían “Rage Against Sweatshops: We Don’t Wear Guess? – A Message from Rage Against The Machine and UNITE (Union of Needletrades Industrial and Textile Employees)”. [En español: Rage contra las maquilas: No usamos Guess? – Un mensaje de Rage Against the Machine y UNITE (Sindicato de Trabajadores de la Industria de Hilados y Empleados Textiles)]. La banda también tocó conciertos de protesta en la Convención Nacional Demócrata del 2000 y en la Convención Nacional Republicana de 2008. En esta última se pararon en silencio, esta vez vestidos, con capuchas negras en las cabezas y trajes naranjas parecidos a los de Guantánamo.
Más celebre aún, la banda filmó el video para “Sleep Now in The Fire” con Michael Moore justo afuera de la bolsa de valores de Nueva York por codicia corporativa. Después de un rato, la policía los detuvo, pero no antes de que el mensaje se escuchara fuerte y claro. El video no solo plantó la semilla para Occupy Wall Street, sino que misteriosamente también profetizó la presidencia de Donald Trump.
Aún así, de todas sus llamadas a la acción, fue la del Rage Against the Machine relativamente desconocido y desnudo en Lollapalooza la que pasaría a la historia como la más valiente.
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