La represión y violencia con la que actuaron los miembros de la Policía Nacional y la Guardia Civil española durante la celebración del referéndum independentista en Cataluña el domingo pasado impresionó y desconcertó al mundo.
La intensa jornada con imágenes de los policías golpeando, arrastrando y disparando balas de goma contra la población civil, acabó finalmente con un saldo de 893 heridos en la comunidad, según el informe de gobierno de la Generalitat.
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Las reacciones se dieron a nivel internacional y México no fue la excepción. La tarde del mismo domingo alrededor de 40 miembros de la comunidad catalana se congregaron en el Ángel de la Independencia para protestar por las agresiones sufridas.
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Rafael Vidal Angles, presidente del Orfeó Català de México—una asociación civil de catalanes residentes en la capital— dice que su comunidad siente mucha tristeza por la brutalidad con que fue recibida su iniciativa ciudadana.
“Mariano Rajoy (presidente de España) no cambiará su forma de actuar. Es evidente que no quiere que nos desanexemos del país. Para los catalanes el peligro sigue. Han dicho que van a retirar a las fuerzas públicas, pero no es totalmente seguro que eso suceda”, asegura.
Cataluña es un de las 17 Comunidades Autónomas (CCAA) que conforman España —más las dos ciudades autónomas de Ceuta y Melilla— y desde 1922, con la fundación del primer partido independentista catalán, llamado Estat Catlà, ha habido movimientos nacionalistas que buscan separarse de España, lo que ha generado confrontaciones políticas.
Bajo el argumentos de interpretación histórica, cultura y lengua propia son diversos los partidos tanto de izquierda, como de derecha, que han intentado marcar una separación respecto al gobierno central.
El 9 de noviembre del 2014, se realizó una consulta cuyo objeto era conocer la opinión de los ciudadanos sobre si la Comunidad Autónoma debería ser un Estado y si ese Estado debería ser independiente. En ese entonces el “Sí” rondaba el 80%, y votaron poco más de 2 millones de personas.
Pero al igual que referéndum celebrado el pasado domingo, en donde similar número de personas salió a votar —2 millones 262 mil personas—, no tenía validez legal. La diferencia es que esta vez el 90% de los votantes apoyó el “Sí”.
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De acuerdo con Raquel Saed, académica del departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana, los catalanes tienen muchas razones para actuar así.
En un aspecto cultural, siempre se han sentido ajenos a España (hasta por el hecho de hablar otro idioma) y políticamente apoyan causas con tintes de izquierda progresista, cuando el gobierno central de España es derechista. Sin embargo, una de sus motivaciones principales es económica, pues tiene el Producto Interno Bruto más alto del país.
“El resultado fue apabullante, sugiere unanimidad. Pero aunque lo quieran llevar hasta la Suprema Corte será cuestionable, porque está basado en una votación realizada con boletas caseras y de la cual aún no hay resultados finales”, explica.
Según la especialista, la intermediación de observadores internacionales podría ser definitoria, pero considera que la separación definitiva, en caso de darse, tomaría mucho tiempo.
“No es un asunto sencillo. Si Cataluña se va, el próximo en hacer maletas sería el País Vasco. Estaríamos hablando de un desmoronamiento de España”.
A su vez, el periodista español Javier Molina, quien también ha sido profesor del Museo Memoria y Tolerancia de México, reprueba categóricamente la agresión del Estado pero asegura que no es lo único de lo que debería hablarse.
“El resultado ha sido espantoso: urnas rotas, papeletas esparcidas en el suelo bajo la lluvia, votos sin control alguno. Yo, que soy madrileño y no podría votar como catalán, voté en dos colegios electorales distintos sólo para comprobar la ausencia de todo control”.
Dice que estos detalles han quedado en un segundo plano y la noticia del día fue la atroz, y desproporcionada represión llevada a cabo por las fuerzas de seguridad españolas para impedir que se votara.
Él cree que la separación de Cataluña no está tan lejos como parece. Vislumbra que Carles Puigdemont, presidente de Cataluña, tratará de declarar la independencia de forma unilateral y que antes o después se hará un referéndum legal y democrático.
Si se hubiera permitido hace un año, o incluso hace meses, nadie niega que la mayoría de los catalanes habría preferido quedarse en España. Pero hoy todo es una incógnita, dice.
A pesar del clima de tensión que se respira allá, Javier Molina considera que es momento de calmar ánimos. “Si no nos calmamos todos, España se va a romper de mala manera. Si es que no está ya rota. Pero ojo: Cataluña va a acabar más rota y desastrada aún. La brecha social puede ser ser brutal. Irrespirable.”
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