Hay células cerebrales que te avisan cuándo dejar de tomar


“Una más, sólo una más”, dice una voz en tu cabeza. Saliste a tomar y llegaste justo a ese punto en el que tienes una buena borrachera y sabes que el daño será mínimo al día siguiente; es momento de parar.

Aún así la voz persiste. Te dice a tí, y a millones de jóvenes borrachos, que sigan, insistiendo que viene lo mejor. Pero no. Lo siguiente que sabrás es que llegaste al punto de no retorno conocido como ebriedad, y cualquier oportunidad de ser productivo mañana se evapora más rápido que el licor en tu aliento.

Videos by VICE

Mientras que la mayoría de los bebedores han experimentado esta desafortunada lucha interna, la ciencia finalmente empieza a comprender por qué el cerebro humano, diseñado para protegernos de tomar decisiones estúpidas, continúa diciendo “una más”, cuando ya estamos a punto de embriagarnos.

Investigaciones previas han ayudado a los psicólogos a comprender qué partes del cerebro son responsables de esta aparente falla del comportamiento humano, y ahora, un artículo publicado en el diario Biological Psychiatry arroja luz sobre las células cerebrales específicas que se relacionan con el estado de embriaguez.

Investigadores del Texas A&M Health Science Center College of Medicine han descubierto que la activación de un receptor de la dopamina llamado D1 “determina si una bebida conduce a otra”. Con base en esa investigación, lograron construir una mejor idea acerca de cómo las células D1 interactúan con las neuronas D2 “buenas”, cuyo trabajo es decir “¡Para ya, muchas gracias!”.

“Las neuronas D1 son llamadas, de manera informal, parte de una vía ‘dispuesta’ en el cerebro, mientras las neuronas D2 son parte de una vía ‘no-dispuesta’”, afirman los autores del estudio en un comunicado de prensa. “En otras palabras, cuando las neuronas D2 se activan, disuaden la acción, diciéndote que esperes, que pares, que no hagas nada”.

Lo que descubrieron es que el alcohol no sólo acelera las células “dispuestas”, también apaga las vías “no-dispuestas”; o sea, incluso en personas que no padecen de alcoholismo, las neuronas D2 se desactivan y nada las limita. Por eso quedamos atrapados en un “círculo vicioso”.

“Piensa en el comportamiento de embriaguez que tienen tantos jóvenes adultos”, comenta la autora Jun Wang. “En esencia, probablemente están haciendo lo mismo que hemos demostrado, inhibiendo las neuronas llamadas “dispuestas” y contribuyendo a un mayor consumo de alcohol”.

Sin embargo, Jun y su equipo fueron más allá con su estudio al manipular la actividad de D2 en animales, y de hecho fueron capaces de disminuir la ingesta de alcohol, añadiendo que “entre más neuronas D2 estén activas, es probable que el efecto sea mejor”.

Si bien estos resultados están limitados a los ratones, Wang y su equipo evidentemente trabajaron con el comportamiento humano en mente y buscando posibles tratamientos para el alcoholismo y el consumo desmedido de alcohol en el futuro. “Esa es la meta final”, dijo Wang. “Ojalá estos descubrimientos eventualmente puedan ser usados para tratar la adicción al alcohol”.

Ya veremos… Tal vez un día serás capaz de callar esa vocecita molesta simplemente presionando un botón conectado directamente a tus células D2. Pero hasta entonces, sólo puedes confiar en tí.

Este artículo fue publicado originalmente en Munchies, nuestra plataforma dedicada a la comida.