Síguenos en Facebook para saber qué pasa en el mundo.
Este artículo fue publicado originalmente en Motherboard.
Videos by VICE
Las primeras misiones de la humanidad en el espacio exterior fueron catalizadas por la intensa competición entre dos países proverbialmente enfrentados. Claro que tras el aterrizaje del Apollo Moon, tanto Estados Unidos como la Unión Soviética decidieron dar un paso atrás, ejecutar un giro de 180 grados y arrancar un proceso destinado a negociar una tregua tanto en la Tierra como fuera de ella.
Una de las consecuencias más fascinantes de este inusitado viraje geopolítico fue la puesta en funcionamiento de la misión Apolloy-Soyuz Test Project (ASTP en sus siglas inglesas), la primera misión espacial en colaboración entre las dos pioneras superpotencias espaciales; que, dicho sea de paso, eran las únicas existentes por aquel entonces.
El objetivo de la misión era encajar el módulo de comando del Apolo con la nave espacial en órbita de la nave espacial rusa Soviet Soyuz. La operación estaba concebida para posibilitar que sendos cosmonautas soviéticos y tres astronautas estadounidenses compartiesen el hábitat orbital multinacional construido a partir de las naves espaciales más legendarias de ambas administraciones.
La operación se consumó tal día como el pasado domingo de hace 41 años; es decir, el 17 de julio de 1975. Ambos aparatos habían sido puestos en órbita de manera casi simultánea el 15 de julio y se habían pasado las 48 horas previas merodeando el lugar de encuentro, situado como a 140 millas de la Europa continental.
El módulo estadounidense fue el último vehículo Apolo en volar por el espacio y fue comandado por Thomas Stafford, un hombre que ya había volado tanto en el Apolo X como en las sendas misiones espaciales Géminis. Los compañeros de tripulación de Stafford fueron el piloto del módulo de comando Vance Brand y el piloto del módulo cargador Donald “Deke” Slayton. Ninguno de los dos había estado antes en el espacio exterior, por mucho que Slayton fue uno de los miembros del legendario equipo al que se bautizó como a los Siete de Mercurio — el primer grupo de astronautas que fueron candidatos a integrar una misión de la NASA.
Por su parte, el equipo soviético fue comandado por el cosmonauta Alexei Leonov, la primer persona de la historia en dirigir una caminata espacial (además de un fantástico artista espacial), y Valeri Kubasiv, quien ya había volado antes al volante del Soyuz 6.
El histórico acontecimiento fue retransmitido por varias cadenas de televisión como ABC News, e incorporaba las imágenes de una cámara instalada en el ala de la estación de carga del módulo de mando y servicio del Apolo.
Yuri Milner auspicia la búsqueda de alienígenas con Stephen Hawking de su lado. Leer más aquí.
El informativo retransmitido por la emisora ABC del amarre espacial producido el 17 de julio de 1975. Vídeo por Dan Beaumont (Museo del espacio/YouTube)
Las dos cápsulas espaciales viajaron a 27,84165 kilómetros por hora y fueron seguidas muy de cerca mientras se aproximaban, por todo el planeta Tierra. “El Apolo está listo”, proclamó Stafford a Leonov en ruso. “Me aproximo a Soyuz”. (Nota jocosa: Leonov bromeó con que el fuerte acento ruso de Stafford era, en sí mismo, un idioma nuevo al que bautizó como “Oklahomski”).
A las 12:12 pm del horario de verano oriental las naves Apolo y Soyuz fueron ensambladas exitosamente. “Las naves Apolo y Soyuz se encuentran ahora mismo dándose un apretón de manos”, proclamo Leonov.
Unas horas después, una vez las naves espaciales habían sido aseguradas, Stafford y Leonov emularon el movimiento que habían consumado sus respectivas embarcaciones y se fundieron en un apretón de manos a través de la escotilla del Soyuz.
Stafford y Leonov se dan un apretón de manos. Imagen vía NASA.
El gesto fue percibido como un acto histórico de amistad entre sendos enemigos proverbiales, además de como “un milagro tanto político como científico”. Al menos así fue descrito en un artículo publicado por el New York Times que se tituló “Más allá de Soyuz y del Apolo”, que fue publicado el 20 de julio de 1975.
“Es posible que, visto desde la perspectiva del año 2000, resulte algo tan increíble como tardío que en 1975 pudieran seguir existiendo dudas sobre la cooperación internacional a gran escala en el espacio exterior”, rezaba el artículo.
Ahora que hemos rebasado con creces el año 2000, parece increíble cuando echamos la vista atrás que en 1975 se consiguieran consumar tamaños esfuerzos colaborativos. Por no hablar de los desafíos geopolíticos que todavía desata la colaboración espacial a día de hoy. Tal es el motivo por el cual resulta alentador celebrar el éxito y el legado de programas espaciales como el ASTP, que no solo supuso la piedra angular para superproyectos como la Estación Espacial Internacional, sino que también sirvió para sellar un simbólico gesto global de cooperación en el espacio exterior.
Contacta a la autora por email.
Sigue a VICE News en español en Twitter: @VICENewsES