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Cómo hacer vino medicinal en medio de la selva

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Ana Gaspar saca un frasco de vidrio de la alacena lleno hasta el borde con un líquido rojo oscuro. En el fondo hay jengibre seco de su huerto, clavos, flores de hibisco y un toque de canela. Sirve un vaso y me lo extiende. Sabe mucho a clavo, pero también sabe a bayas y canela. El jengibre es sutil. Las especias llevan dos días empapándose en un sustrato de hidromiel (aguamiel o vino de miel) que tiene un mes, pero aún así la infusión guarda los sabores de manera intensa. Según me dijeron, los trópicos ciertas maneras de acelerar las cosas.

“Es el elixir del resplandor”, dice. “El hibisco es una rica fuente de antioxidantes y es muy buena para la piel”.

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“El hidromiel solía ser un sustrato medicinal para la gente”, añade Ian Macaulay, esposo de Ana. “En las antiguas recetas se pide usar agua de lluvia, misma que utilizamos”.

Ana Gaspar recolectando los ingredientes en su jardín en Costa Rica. Todas las fotos son de la autora.

Si bien parece demasiado bueno para ser verdad, mis dudas pierden importancia en el momento en que sorbo un trago. Tiene mucho sabor, es dulce e increíblemente alcohólico. El hidromiel alguna vez fue considerado la bebida de los dioses, según muchas personas era un potente afrodisíaco.

Siento el mareo inmediatamente.

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Macaulay y Gaspar son propietarios de una granja de permacultura en las profundidades de la selva costarricense. Me encuentro aquí para realizar prácticas durante seis semanas y un curso de diseño en permacultura, donde elaborar hidromiel, a veces también llamado aguamiel, está en la lista de actividades. Las abejas no se crían fácilmente en la selva del Caribe y por tanto la miel se compra —cruda— en contenedores de cinco galones en la Costa del Pacífico.

El hidromiel se elabora desde cero y el proceso es simple. Un galón de miel produce cinco galones de hidromiel. A un galón de miel, simplemente se le añaden cinco galones de agua de lluvia, un paquete de levadura de Champán (aunque la miel contiene sus propias levaduras naturales) y cinco tazas de azúcar moreno. Revuelve bien, tapa herméticamente para que el oxígeno no entre y almacena la bebida en un lugar fresco y oscuro. Cuatro semanas después en los húmedos trópicos y la fermentación alcanza un buen nivel alcohólico. Espera seis meses, entonces el hidromiel adquiere un color y sabor parecido al del vino blanco. Las hierbas pueden agregarse tan pronto como el hidromiel esté listo y algunos ingredientes, como el hibisco y los clavos, se infusionan por completo en un par de días.

Flores de hibiscos, cúrcuma, pimienta negra y jengibre.

Macaulay y Gaspar comenzaron a elaborar hidromiel hace casi tres años como experimento, y hoy en día están en proceso de comerciar para los hoteles locales y restaurantes de la ciudad bajo el sello “Magic Natura”.

“Siempre había pensado que el alcohol era malo para la salud, pero luego probé el vino de miel y me sentí bien”, dice Macauley. “Averigüé más al respecto y descubrí estudios que señalaban que el hidromiel tiene propiedades antibióticas“. Investigaciones recientes sugieren que el hidromiel elaborado con miel fresca y cruda puede ayudar a combatir las infecciones.

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Teniendo esto en mente, Gaspar comenzó a desarrollar una lista de ingredientes de hierbas medicinales del trópico para infusionar el vino de miel, la mayoría encontrados en su huerto.

Ian Macauley.

Para ayudar a dormir, la mimosa (la planta, no el cóctel) se mezcla con el hidromiel, limoncillo y tilo ( Justicia pectoralis), un relajante natural. Para el efecto contrario, Gaspar creó un hidromiel infusionado con cacao crudo y hojas de coca que llama “High Journey”. Tiene una sobrepoblación de cúrcuma en su huerto y la mezcla con chanca piedra (efectiva contra los cálculos renales), cuculmeca (usada como diurético), pimienta negra y canela para hacer un elixir con propiedades desintoxicantes.

Una poción de amor se elabora con flores de hibisco, hojas de limón bebés, planta del judío errante (una planta común para interiores que según la pareja ayuda a “fortalecer la sangre”) y orégano.

“La combinación de estos ingredientes es un afrodisíaco”, dice Gaspar, sonriendo. “Un día tenía muchos cólicos menstruales y preparé esta infusión, fue maravilloso. Me alivió el dolor y aumentó mucho mi libido”.

Ana Gaspar.

Gaspar también tiene una fórmula que llama “Smart Blend”, lleva sacha inchi (una nuez inca que contiene altos niveles de omega 3 herbales), gotu kola (buena para la memoria) y verdolaga (también alta en omega 3).

“Es buena para el cerebro”, comenta.

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Parece una contradicción —mezclar hierbas para mejorar la memoria con alcohol—, pero así se preparaba de manera tradicional. Después de todo, el alcohol solía ser medicina antes de terminar convertido en martinis. Todo debería ser con moderación, claro está; la dosis adecuada es de unas cuantas cucharadas al día.

“El alcohol siempre se usó como medio para preservar la medicina. Y entonces pensamos que si hacíamos un alcohol fundamentalmente medicinal, teníamos que convertirlo en un elixir usando las hierbas tropicales potentes que cultivamos”, dice Macaulay. “Gracias al vino de miel medicinal, puedes emborracharte y sentirte sano al mismo tiempo”.

Mezclas terminadas.

Sin embargo, el hidromiel fue demasiado delicioso para que nosotros, los practicantes, pudiéramos resistir y beber traguitos conservadores y medicinales. Parte de los motivos para que la elaboración fuese parte de las actividades es que nos bebimos una jarra entera de cinco galones (casi 19 litros), cortesía de los practicantes anteriores, y teníamos que reponerla. Era la única bebida espirituosa disponible en las profundidades de la selva y fue fuente de inspiración para muchas sesiones de canto y baile espontáneas en un lugar con acceso limitado a internet y fuertes noches tormentosas.

Pocas cosas en la vida, según he aprendido, son mejores que una noche de hidromiel, cubierta con una cobija bajo el cielo estrellado y envuelta en los sonidos de monos alborotados. El vino de miel tiene su propia forma de intensificar la magia de los trópicos.

“Ahora ya sabes por qué las abejas siempre están tan movidas”, bromea Macaulay.