Huelga de hambre de Ali Lmrabet: ‘Marruecos no quiere que abra mi nueva revista’

Desde hace 20 días Ali Lmrabet se sienta cada mañana a pocos metros del Palacio de las Naciones en Ginebra, sede de la ONU, y dice que no se mueve de allí hasta las siete de la tarde. “A finales de la semana ya no podré andar, así que tengo que buscarme pronto otro sitio”, explica en conversación con VICE News. Lleva 20 días en huelga de hambre – bebiendo solo agua con azúcar, bicarbonato, sal y algún té helado – en protesta porque el gobierno marroquí no le renueva el documento nacional de identidad ni el pasaporte: “Soy el primer marroquí sin papeles en mi propio país. Es kafkiano. Bueno, es una venganza”, afirma.

Lmrabet, uno de los periodistas marroquíes más críticos con el poder, está convencido de que una gestión tan simple, incluso para la caótica burocracia marroquí, no puede ser tan complicada de resolver si hay voluntad de hacerlo. No tiene documento de identidad desde 2012 – se lo robaron, presentó denuncia pero no prosperó – y el pasaporte expiró el 24 de junio, el día que inició la huelga. Para renovar estos documentos es necesario un certificado de residencia que las autoridades de Tetuán, su localidad natal al norte de Marruecos, le niegan.

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Sin documento de identidad ni pasaporte no puede poner en marcha la nueva publicación que está preparando lanzar en Marruecos: un semanario satírico, una nueva revista continuación de la anterior, Demain (Mañana, en francés), que no se publica en papel desde 2003, cuando fue cerrada por las autoridades marroquíes. El gobierno le condenó más tarde a una pena de diez años de inhabilitación profesional que terminó el 11 de abril de 2015. Ese día anunció el lanzamiento de la nueva revista:

“Queríamos lanzar 200.000 ejemplares y llamarla Après Demain (Después de mañana). La idea del nombre me la dio el dibujante francés Cabu -asesinado en el atentado contra Charlie Hebdo – y ya contaba para la plantilla con varios periodistas, el humorista Bziz y el caricaturista Khalid Gueddar”, explica.

Después de ese anuncio, no había más que resolver sus papeles para poner en marcha el proceso administrativo y fundar el nuevo Après Demain. No tenía carné, pero conservaba el pasaporte, y renovarlo era sencillo, pensó el periodista. Pero ahí comenzaron los problemas y las peregrinaciones en Tetuán de la comisaría a la wilaya (delegación del gobierno) y de la wilaya a la comisaría; abogados, peritos, papeles, sellos y negativas.

Y más Kafka: Llegaron a entregarle el certificado de residencia pero tuvo que devolverlo porque el comisario le rogó que lo hiciera si no quería meter en un lío a todo el personal de la comisaría, incluida la secretaria que se lo entregó en mano. Las órdenes, le dijeron, venían de muy arriba: “Se lo entregué, pero tengo copia de todos los documentos. El gobierno dice que no vivo donde vivo, pero tengo pruebas por escrito que lo acreditan”, asegura, invitando a consultarlos en su web.

Los 20 días de huelga de hambre a las espaldas y sus problemas de diabetes y tiroides anticipan que la protesta se le hará más dura en los próximos días. No le asusta, dice, porque no es su primera huelga de hambre.

En 2003, con el rey de Marruecos, Mohamed VI, ya en el trono, le condenaron a tres años de cárcel acusado de “ultraje al rey” por las caricaturas publicadas en la versión árabe de Demain (Doumane) y una serie de artículos en los que afirmaba que Mohamed VI quería vender el palacio real de Skhirat, al sur de Rabat. Cumplió ocho meses de prisión y en la cárcel inició una huelga de hambre de 52 días que casi termina con él. Cuando se repuso, en medio de una gran campaña internacional por su liberación, emprendió otra huelga de 38 días, hasta que el rey le indultó y quedó en libertad en 2004.

‘Nuestro combate es común y vamos a seguir en ese combate con todos los medios legítimos a nuestro alcance’.

Un año más tarde, unas declaraciones en las que afirmaba que los saharauis del campo argelino de Tindouf (Argelia) son refugiados y no secuestrados por el Frente Polisario – como sostiene Marruecos – le costaron la prohibición de ejercer el periodismo en Marruecos durante 10 años. El plazo terminó en abril, pero Lmrabet sigue sin poder ejercer. Su lucha por la libertad de expresión en Marruecos le ha valido varios premios internacionales.

“Nuestro combate es común y vamos a seguir en ese combate con todos los medios legítimos a nuestro alcance”, cuenta a VICE News Khalid Gueddar, conocido caricaturista y colaborador de Lmrabet. A Gueddar le acaban de condenar, la semana pasada, por una causa de 2012: pena de tres meses de cárcel por “estado de ebriedad en la vía pública”. Dice que se enteró por la prensa; no ha recibido ninguna comunicación oficial y cree que el momento ha sido muy bien elegido: “Es un proceso fabricado. No quieren que abramos nuestra revista”. También es un viejo conocido de la justicia. Fue el primer dibujante marroquí que se atrevió a dibujar al rey. En 2009 le condenaron a 3 años de cárcel – aunque no llegó a entrar en prisión – por dibujar al primo del rey, Moulay Ismail.

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Marruecos está clasificado en el puesto 130, de un total de 180 países, en el ránking de Reporteros Sin Fronteras sobre la libertad de prensa en el mundo. En los últimos meses varios periodistas han sido encarcelados o se les ha reabierto la causa, como a Khalid Gueddar, o les han impuesto multas.

En abril, el periodista de investigación Hicham Mansouri fue condenado a 10 meses de prisión por adulterio. Una excusa, según sus compañeros: Mansouri estaba preparando un reportaje sobre las prácticas de espionaje del Estado en internet que no gustaba. A finales de junio Hamid Mahdaoui, director del sitio badil.info, fue condenado a 4 meses de prisión por difamar al todopoderoso jefe de la Dirección Nacional de la Seguridad, Abdellatif Hammouchi. A Ahmed Naji, director de goud.ma, le han caído 5.000 euros de multa por hablar del secretario del rey.

‘Lo que le pueda pasar a unos periodistas o a unos dibujantes moritos (sic) ya no le importa a nadie’.

El gobierno marroquí no se ha pronunciado sobre el caso de Lmrabet. Tan solo el embajador en Ginebra, Mohamed Aujjar, ha declarado a la agencia MAP que se trata de un “simple litigio administrativo”. Lmarabet y Gueddar coinciden al señalar que “es un mensaje a otros periodistas”.

El parlamento de Cataluña ha aprobado una moción de apoyo a Lmrabet y varios grupos políticos del parlamento español también han registrado una proposición no de ley para que se debata, en la Comisión de Exteriores, pedir a las autoridades marroquíes que se restituyan los documentos al periodista. En Marruecos, más de 100 periodistas, activistas e intelectuales han firmado un documento en el que piden que cese la persecución contra el periodista.

Esta vez, sin embargo, Lmrabet cree que no verá una campaña internacional de apoyo como la de 2003. Marruecos se ha posicionado en los últimos años como uno de los aliados más firmes de Europa en la lucha contra el terrorismo y en el freno a la inmigración y no conviene molestarle: “Lo que le pueda pasar a unos periodistas o a unos dibujantes moritos (sic) ya no le importa a nadie”. 

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