¿Hubo alguna vez una lengua universal que utilizaba toda la humanidad y de la cual derivan todas las lenguas actuales del mundo? ¿Surgieron poco a poco en la especie humana sistemas lingüísticos distintos de los cuales derivan las lenguas actuales? Estas preguntas se han tratado de responder desde distintas disciplinas sin que se haya hecho de manera totalmente satisfactoria. El surgimiento del lenguaje y de los sistemas lingüísticos es apasionante y está profundamente relacionado con ser “humanidad”. Lo que es un hecho es que la especie humana habla miles de lenguas distintas en la actualidad, aproximadamente 6,500 lenguas para ser más exactos, y que todas ellas son complejas y perfectamente funcionales para las necesidades de pensamiento y comunicativas de las sociedades que las utilizan. Es importante decir que, además de las lenguas orales, existen también distintas lenguas de señas. En México, por ejemplo, tenemos la Lengua de Señas Mexicana y la Lengua de Señas Maya.
El multilingüismo es algo que ha estado siempre presente en las sociedades humanas, pero algo ha comenzado a suceder desde hace aproximadamente 200 años: las lenguas, como nunca en la historia de la humanidad, se han comenzado a extinguir a un ritmo inédito. Quienes estudian estos temas coinciden en el pronóstico: en menos de cien años, habrá desaparecido más de la mitad de las lenguas del mundo que se hablan en la actualidad si no hacemos nada. ¿Por qué precisamente en este momento de la historia las lenguas se están extinguiendo? ¿Por qué no sucedió antes si a lo largo de la historia ha habido guerras, imperios y conquistas? Una respuesta posible es que es un efecto de la globalización que impone el uso de una lengua vehicular para comunicar un mundo cada vez más interconectado. Sin embargo, si analizamos esta idea nos damos cuenta que no es satisfactoria. En primer lugar, el hecho de aprender una lengua “franca” como el inglés o el chino mandarín en la actualidad no implica que se deba abandonar la lengua materna. El cerebro es capaz de aprender chino mandarín sin la exigencia de abandonar el mixe como lengua materna, no es un requisito “desinstalar” del cerebro una lengua como el náhuatl para poder adquirir una lengua como el inglés. Por otro lado, si solo fuera el efecto de la globalización, lenguas con muy pocos hablantes como el danés estarían en franco proceso de extinción y eso no es verdad. El yoruba es una lengua indígena hablada en África que tiene aproximadamente cuatro veces más hablantes que el danés. ¿Por qué la violencia estructural está haciendo que se pierdan hablantes en un caso pero no en otro?
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Una explicación más adecuada de por qué la diversidad lingüística se encuentra amenazada tiene que ver con factores sociopolíticos. Hace aproximadamente 200 años, el mundo comenzó a organizarse en entidades jurídicas estatales llamadas países, de modo que, en la actualidad, todo el mundo está dividido en aproximadamente 200 países. Detrás de la creación de los países hay una ideología que dicta que, además de ser estados, deben ser naciones con una identidad homogénea, con una historia compartida y también, lamentablemente, con una sola lengua. Cada país eligió como proyecto político una lengua para usar en su administración estatal, una lengua que es la que debe usarse en el sistema judicial, en el sistema educativo o en el sistema de salud, por mencionar algunos ejemplos. Algunos pocos países han usado más de una lengua como lengua de estado y muchos países, la mayoría de Latinoamérica, ha preferido una sola lengua para su administración: el español. Si en el mundo hay aproximadamente 200 países que prefieren una sola lengua para toda su población y en el mundo existen 6,500 lenguas, la mayoría de los sistemas lingüísticos queda sin el respaldo del estado. Aun más, las lenguas que quedaron encapsuladas dentro de los 200 países y que son distintas a la lengua de estado han sido abiertamente combatidas durante mucho tiempo. Los hablantes de bretón, una lengua hablada en Francia, enfrentaron castigos similares que los hablantes de mixe en México por hablar su lengua materna. Ni el bretón ni el mixe son las lenguas de los países dentro de los cuales quedaron encapsulados y, lamentablemente, estos países combatieron activamente la existencia de estas lenguas.
¿Cómo se realizó este combate? Una gran parte se basó en una violación sistemática de los derechos humanos y lingüísticos de la población que hablaba lenguas diferentes a las que el estado había elegido. Se han documentado golpes, azotes, multas, humillaciones, varazos y diversos castigos físicos a quienes hablaran estas lenguas, sobre todo en el espacio escolar. El racismo contra la población indígena en México, por ejemplo, se manifestó también en un desprecio a la gran diversidad de lenguas de esta población. En lugar de llamarlas lenguas o idiomas se impulsó la idea de llamarlas “dialectos” despectivamente. Las lenguas fueron estigmatizadas como sinónimo de atraso, la población indígena fue condenada a enfrentar procesos educativos, judiciales o de salud en una lengua que no les había sido enseñada y sin garantizarles intérpretes. Abiertamente, el proyecto del gobierno postrevolucionario fue “dar a todo México un idioma” como enuncia el título del libro de Rafael Ramírez, el coordinador gubernamental de educación rural de esa época. Toda esta violación sistemática de derechos humanos y lingüísticos contra las personas que hablan lenguas que no son la lengua de estado ha sucedido en todo el mundo y, bajo esa óptica, se ha hecho un esfuerzo estructural para desaparecerlas. Las lenguas no mueren: las están matando, por medio del maltrato y la agresión histórica a las poblaciones de hablantes. No es un abandono voluntario, ha sido violentamente coaccionado. Los hablantes de español en Estados Unidos sufren violencias lingüísticas semejantes a los hablantes de zapoteco en México, porque, aunque el español es la lengua del estado mexicano, en Estados Unidos deja de serlo. Los países del mundo se fueron construyendo sobre una ideología monolingüe que cometió abiertamente la diversidad lingüística, así se explica que en la actualidad esta diversidad está en gran riesgo.
“Las lenguas fueron estigmatizadas como sinónimo de atraso, la población indígena fue condenada a enfrentar procesos educativos, judiciales o de salud en una lengua que no les había sido enseñada y sin garantizarles intérpretes”.
Ante un sistema que te recuerda constantemente que debes abandonar tu lengua si no es la lengua del estado, hablar mixe, chontal de Oaxaca o tepehuano, se vuelve un acto de resistencia en sí mismo. Al hablar en mixe le decimos al estado mexicano que todas las violencias que ejercieron para que dejáramos de usar nuestra lengua no han logrado extinguirla. ¿Qué podemos hacer para frenar el lamentable y violento fenómeno de la muerte de la diversidad lingüística? Veo tres grandes campos de acción. Dado que el estado mexicano sigue siendo el principal violentador de los derechos lingüísticos que están ya plasmados en su propio marco jurídico, es necesario que se emprendan acciones que garanticen esos derechos en todos los ámbitos de la administración pública. Es difícil pedir ayuda a quien te violenta, por eso es fundamental que cese primero la violencia lingüística que se ejerce en escuelas, en hospitales y juzgados por parte de la administración gubernamental. El otro campo de acción es, sin lugar a dudas, la sociedad civil hispanohablante a la que se le ha inoculado con el tiempo un abierto desprecio a las lenguas indígenas del país, o bien, se le ha ocultado información básica sobre estas lenguas. Ha habido una censura velada en el sistema educativo que hace más factible que aprendas los nombres de las capitales de Europa que los nombres de las lenguas que se hablan en tu propio país. Es importante que la población hispanohablante se vuelva aliada en contra de las violencias que están atentando contra la diversidad lingüística. Por último, pero no por ello menos importante, sino todo lo contrario, el tercer campo de acción está orientado a las comunidades de hablantes de estas lenguas que son las que pueden emprender acciones, en uso de su autonomía, para lograr la transmisión intergeneracional de esta gran diversidad de lenguas. Diferentes iniciativas comunitarias están haciendo gran parte de este trabajo en múltiples áreas de acción, aunque lo hagan contracorriente y en condiciones muy precarias. Así como se ha defendido territorio, las lenguas se están defendiendo como territorios cognitivos que habitamos para recrear nuestras culturas y nuestro modo de ser también “humanidad” en un sistema que, desgraciadamente, ha hecho de un acto, en principio inocuo, como hablar, un acto fundamental de resistencia. Y contra todo pronóstico, esperamos lograrlo.
Contenido realizado en alianza con Dromómanos