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Se inspiran en un colaborador nazi de la Segunda Guerra Mundial y, hasta hace poco, mantenían un miniestado propio en el corazón de una importante ciudad en el norte de la India, con sus propio sistema judicial, ejército y cárceles. Demandan combustible barato y una nueva moneda para reemplazar a la rupia. También quieren eliminar los procesos electorales de la India — aunque no está claro qué proponen como reemplazo.
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Ellos son los Azad Bharat Vidhik Vaicharik Kranti Satyagrahi, o los Manifestantes Revolucionarios de Ideas legales Libres de la India, una secta religiosa de culto que llegó a los titulares internacionales recientemente después que la policía expulsara a 3.000 de sus miembros de un gran parque público que habían ocupado en la ciudad de Mathura, en el norte estado indio de Uttar Pradesh. La ocupación comenzó como una protesta en 2014, y el grupo simplemente nunca se fue. En su lugar, crearon su propio pseudogobierno y amasaron una gran reserva de armas.
El desalojo del pasado jueves provocó enfrentamientos que dejaron al menos 29 muertos, entre ellos dos agentes de policía. Alrededor de 40 personas resultaron heridas, y las autoridades apresaron a cientos de ocupantes. Los miembros de la secta atacaron a la policía con espadas, granadas y armas de fuego, lo que provocó un tiroteo en medio de grandes explosiones causadas por bombonas de gas butano. Entre los muertos se encuentra Ram Vriksh Yadav, el líder más reciente de la secta.
Pero antes del cuerpo a cuerpo, la secta había emitido un pliego de peticiones que, si bien absurdo, refleja el creciente disgusto popular contra las élites gobernantes de la India.
Karine Schomer, un exprofesor de Estudios de Asia del Sur en la Universidad de California, Berkeley, quien ha devenido en consultor de negocios para las empresas indias y estadounidenses, opina que los políticos indios se enfrentan a desafíos muy espinosos en la contención de la ira de diversos grupos religiosos como Azad Bharat.
“La religión en la India, como en EEUU, es algo con lo que te metes bajo tu propio riesgo; es sagrada”, explica. “Existen una gran cantidad de cosas que se permiten o se dejan pasar porque alguna religión está detrás de ellas. Es un asunto sensible, todo es muy volátil. El gobierno a menudo no sabe realmente qué hacer hasta que el problema es demasiado grande”.
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Muchos de los manifestantes en Mathura son parte de la casta Yadav, un grupo de agricultores que se encuentran apenas unos niveles por encima de la casta más baja, la de los “intocables”.
Los Yadavs rechazan los programas de acción afirmativa que ha adoptado la India para los intocables, así como también a las grandes empresas que han empujado a los Yadav de sus tierras para dar paso al desarrollo industrial que está transformando la India en una potencia económica.
Los más pobres del país se quejan porque son ignorados mientras la economía del país se expande, y no pocas veces perciben a sus líderes como élites desconectadas que se han olvidado de su desastrosa situación.
Y muchas veces esta percepción es absolutamente cierta.
‘El gobierno a menudo no sabe realmente qué hacer hasta que el problema es demasiado grande’.
La parlamentaria que representa a Mathura, la actriz de Bollywood Hema Malini, fue objeto de severas críticas por tuitear sobre su próxima película mientras sus representados estaban muriendo en las calles. Más tarde, ofreció condolencias a las familias que perdieron seres queridos en los altercados con la policía, y argumentó que no estaba al tanto de los enfrentamientos acontecidos.
El jefe de ministros del estado de Uttar Pradesh, Akhilesh Yadav, se encontraba reunido con un grupo de embajadores de la India cuando comenzó el tiroteo. Culpó a la policía por el derramamiento de sangre.
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“Se cometieron algunos fallos. La policía no estaba completamente preparada. Tendrían que haber entablado conversaciones, aunque hay que destacar que no se tenía información sobre la cantidad de armas y munición que poseían los manifestantes”, dijo Akhilesh al Economic Times.
Esa explicación no logró impresionar a los rivales políticos de los Yadav, quienes recordaron que los miembros de la secta habían ocupado el parque durante los últimos dos años. El jefe de gobierno incluso había dado a los manifestantes un ultimátum de 48 horas en abril antes de echarlos, pero luego no cumplió con su amenaza cuando el plazo terminó.
“El partido gobernante ha permitido que más de 280 acres de tierra sean capturados por estos criminales”, dijo Shrikant Sharma, líder en el Partido Popular Indio — partido del primer ministro Narendra Modi — en declaraciones a The Times of India.
La secta que ocupa el parque fue antiguamente liderada por Baba Jai Gurudev, un colorido personaje que se dice poseía grandes extensiones de tierra y más de 250 coches de lujo cuando murió en 2012, supuestamente a los 116 años de edad..
Jai Gurudev abrazó una filosofía espiritual igualitaria llamada “sant mat”, la cual refuta las jerarquías del tradicional e injusto sistema de castas de la India, el cual si bien fue abolido, continúa funcionando de facto. Se autoproclamó como un “sant”, u hombre santo en esa tradición.
Schomer cree que Jai Gurudev era un “hombre-dios”, término indio equivalente al telepredicador de Estados Unidos.
“¿Quién es un sant? No hay papado, por lo que un hombre-dios lo es si asegura que es un hombre-dios”, explica Schomer. “Eres un sant si la gente piensa que lo eres. Y esto es lo que hacen muchos indios educados modernos: existe una gran palestra de hombres-dios. Su forma de reclutamiento de seguidores es apelar a una combinación de temas e ideas espirituales con mucho resentimiento hacia el mundo moderno y fuertes reivindicaciones sociales”.
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Gurudev afirmó estar inspirado por Subhas Chandra Bose, un nacionalista indio que trabajó con la Alemania nazi y el Japón imperial para derrocar al Raj británico. Muchos de los seguidores de Gurudev han abrazado el legado de Bose — reverenciado por algunos por su cruzada anticolonial — mediante la adopción de una enérgica postura contra los liberales del Partido del Congreso de la India, actualmente en la oposición pero actor dominante de la política local durante gran parte del período posterior a la independencia de finales de 1940.
Las demandas emitidas por los manifestantes desalojados en Mathura incluyen una solicitud para que el gobierno haga públicos los documentos relacionados con la muerte de Bose, ya que, según Schomer, el grupo abona teorías conspirativas sobre cómo Bose dejó la política india.
“Existe la creencia de que no murió en un accidente aéreo tras despegar de Taiwan en 1945, sino que se fue a Rusia y murió allí, y que el gobierno del Partido del Congreso quiso ocultar esto”, dice Schomer.
‘Ideas que antes se consideraban marginales y se mantenían bajo control han emergido a la superficie’.
Pero esta no es la única inusual demanda exigida por los manifestantes. También pidieron reemplazar la rupia, la moneda de la India, por el “Azad Hind Fauj”, en alusión al gobierno de la India en el exilio que la Alemania nazi y el Japón imperial establecieron en Singapur durante la Segunda Guerra Mundial.
Los miembros de la secta también quieren acabar con el sistema electoral de la India, y pidieron al gobierno reducir el precio del combustible hasta 1,5 céntimos para unos 50 litros. La última solicitud coincide con su ocupación del parque, la cual calificaron de estar alineada con el espíritu “dharna”, un tipo de manifestación no violenta diseñada para forzar una parte infractora, especialmente un deudor, a cumplir con la justicia o pagar lo que debe.
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No queda claro cómo la secta se hizo con una enorme cantidad de armas sin llamar la atención de las autoridades, sobre todo teniendo en cuenta que el parque donde ocurrieronlos enfrentamientos está situado junto a varios edificios gubernamentales y policías.
Yadav, el jefe de ministros de Uttar Pradesh, transfirió a dos autoridades policiales superiores desde Mathura después tras los enfrentamientos de la semana pasada.
En muchos sentidos, desde que Narendra Modi asumió como primer ministro, la situación con el extremismo religioso en la India se ha agravado. Elegido en 2014 mediante una plataforma proempresarial, Modi ha sido objeto de críticas por aliarse con los nacionalistas hindúes quienes afirman cosas delirantes, como por ejemplo que antiguos indios inventaron las naves espaciales.
Modi también ha sido criticado por su lentitud para condenar el linchamiento de los musulmanes acusado falsamente de comer carne de vaca, lo que está prohibido ya que los hindúes consideran sagrados a estos animales. Incluso antes de ser elegido primer ministro, Modi fue acusado de no haber hecho lo suficiente como gobernador para contener los disturbios contra los musulmanes en su estado de Gujarat en 2002 que dejó más de 1.000 muertos.
Schomer opina que el partido prohindú de Modi ha creado un creciente clima de tensiones religiosas.
“Se ha creado una atmósfera en la que las ideas que antes se consideraban marginales y se mantenían bajo control han emergido a la superficie”, sentencia.
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