Así como Johnny Cash narra en un cuentillo llamado A boy named Sue, donde el papá de un niño, aparte de abandonarlo y bautizarlo con nombre de niña, solamente le deja una guitarra vieja y una botella de alcohol vacía. Mi padre, varios años antes de que eligiera irse para formar otra familia con una mujer que ejerció la prostitución como oficio y que no es mi madre, me dejó “Inside Looking Out” de Grand Funk Railroad.
Mi padre solía decirme con cierto tono de fascinación que el vocalista, Mark Farner, estaba loco. “Se ponía una banda en la cabeza el guey, traía el pelo bien largo y luego le hacía así y se iba corriendo por todo el escenario”. Y mi padre abría los brazos e imitaba las alas de un pájaro mientras movía el cuello. La fascinación se trasladaba de la voz de mi padre hacia mis ojos y estimulaba, a mis diez años, la imaginación pura de un niño. Quería ver a Farner.
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Grand Funk Railroad – Inside Looking Out
La canción que viene en el segundo álbum de Grand Funk y que salió al mercado en 1969, abre con un enunciado deprimente que me cautivaba de niño: I´m sitting here lonely, like a broken man.
Me grabé esas palabras desde la primera vez que la escuché. No entendía exactamente todo lo que cantaba Mark Farner en el resto de la canción pero se trataba de un tipo que está en la cárcel añorando su salida y extrañando a su mujer. Alguien dijo una vez que “hasta los presidiarios de las peores cárceles tienen una amada que, si bien no pueden ver ni tocar, da sentido a su cautiverio”.
A mi padre, sin embargo, le era difícil concebir una canción tan roquera y americana desde ese ángulo romántico e insistía que “decía muchas chingaderas” y que el vocalista estaba loco. Walls and bars they surround me, but I don´t want no sympathy.
Ahora que lo pienso, creo que la figura de Mark Farner representaba por un lado lo que mi papá, por ser un hombre miedoso para muchas cosas, no se atrevió a hacer. Un gringo hippie bailando de manera sugestiva en el escenario mientras tocaba la guitarra y raspaba la voz, era la imagen de “libertad” que, como a muchos baby boomers nacidos en un México conservador, le fascinaba y a su vez, asustaba.
La canción prosigue en un tono menor; con golpes en la batería de Don Brewer; tarola y bombo, uno a uno, se van acrecentando en compañía del bajo para envolver tétricamente la melodía de blues que entona Farner: No, baby. All I need is some tender loving to keep me sane in this burning oven. Un poco de amor para sortear el infierno. Claro. Uno de mis autores preferidos afirma que “negarle el amor al hombre es el más devastador medio de tortura y control sobre él.”
Mi padre intentó tocar esta canción en una batería que le compró a mi hermano cuando éramos niños. No pudo hacerlo muy bien. Lo que sí ejecutaba bien eran las líneas del bajo. De manera que cuando veo al bajista, Mel Schacher, es obligatorio pensar en mi papá. Pues es justo como mi madre lo describe cuando lo conoció tocando en una famosa disco de Monterrey que se llamaba “sex machine”: larguirucho. Flaco. De veinte años. Con barba de candado y pelo de Hugo Sánchez.
Hay una parte en medio de la canción donde se quedan solamente un ritmo funky semi lento de batería y una nota del bajo. Ese fragmento de la canción fue sampleado en el famoso himno rapero que KRS-One creó en 1993: “Sound of da Police”. “Inside Looking Out” ha sido interpretada a lo largo de los años por distintos grupos, entre ellos, Grand Funk. Pues la canción originalmente fue compuesta por The Animals en 1966.
Eric Burdon, vocalista de The Animals, mencionó en aquellos años que se habían basado en un canto bluesero de Mississipi. Yo me enteré de esto muchos años después cuando mi padre ya se había ido; él nunca me lo dijo, lo ignoraba. Es curioso cómo se vuelve muy fácil heredarles a los hijos, más que otras cosas, la ignorancia y los defectos.
Mi padre, a reserva de haber logrado muchas cosas en su trabajo, siempre fue muy temeroso. A pesar de rebasar el 1.80 de estatura y que el agua de las albercas le quedara abajo del pecho, siempre tuvo miedo de meter la cabeza al agua. Mi madre cree que esos miedos se transmiten, y así crecí yo, con miedo a todo: a la escuela, a las relaciones, al trabajo, a las multitudes, a la confrontación, etc.
Cuando batallo para hacer operaciones básicas con números, recuerdo como fui desheredado de esa lógica que tienen los ingenieros como él. Él es un orgulloso egresado tercer lugar de su generación. A mí, por alguna u otra razón, me fue imposible graduarme hasta de la escuelucha más barata. Y mido 1.70
Mark Farner e “Inside Looking Out” nos recordaban a mí y a él, lo que más teníamos en común: esos huevos que nos faltaban a los dos para vivir la vida sin reprimirnos. Libres y sugestivos. Gritando y bailando. Con los brazos abiertos imitando las alas de un pájaro.
The Animals – Inside Looking Out
Las “chingaderas” de Farner a las que mi padre hacía referencia, eran simplemente cambios en la letra de la versión orIginal. En la canción de The Animals, el prisionero le avisa a su mujer que cuando él salga, ella será como su “renacer”: You´ll be my rebirth. Mientras Farner, con envidiable desfachatez, hace referencias a la mariguana: Be my reefer. I got to keep somking that thing.
“La vida se vuelve peor en esta tierra de Dios”, eso grita Marc Farner en la canción antes de exclamar que tiene que seguir fumando mariguana. Claro. Nadie vamos a detener nuestros vicios perversos de distinta índole: narcisistas, sexuales, violentos, de poder y dinero. Tenemos que keep smoking that thing aunque la tierra de Dios se vaya por la borda.
Un par años antes de que mi padre decidiera irse para formar otra familia con una mujer que ejerció la prostitución como oficio y que no es mi madre, por fin pude ver a Marc Farner en un dvd que él compró cuando yo ya tenía cerca de veinte años. Ahí estaba en el escenario aquel hippie desatado cantando “Inside Looking Out”; raspando la voz como nadie más podía hacerlo.
Fue grato por fin ponerle imágenes a esa canción tan especial que me hizo tocar mis primeros riffs en la guitarra. Esa canción que escuché por primera vez en la camioneta de mi padre. Generalmente lo que se oía en esa camioneta era Pedro Ferriz, y algunas conversaciones laborales: “¡Está pendejo ese guey!”. “¡Dile a ese cabrón que vaya y chingue a su madre¡”. Las mañanas empezaban con esas mentadas de madre que son rezos diarios y obligatorios en la difícil industria de la construcción.
Los fines de semana, sin embargo, se escuchaba música. Canciones de distintos géneros eran la banda sonora en nuestro regreso del estadio de futbol: papá, mi hermano y yo. Ahí estaba “Inside Looking Out”. Una de las mejores canciones de rock que existe; dura nueve minutos y es mejor escucharla que leer a alguien intentando describirla.