Introducción a los concentrados de cannabis

hash

Pedro “Nico” Malazartes es cultivador, aficionado de las extracciones, y fundador del proyecto de investigación y educación autogestiva en cannabis medicinal, Cannativa‘.

“Al que acaba de fumar hachís, Versalles se le antoja pequeño y la eternidad le sabe a poco”.

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Walter Benjamín, La historia de un fumador de hachís

Desde tiempos remotos la humanidad utilizado formas concentradas de cannabis buscando mayor potencia y duración de los efectos. Pero desde hace menos de cinco años los concentrados de cannabis han ganado una extraordinaria notoriedad, a partir del desarrollo de nuevas y sorprendentes técnicas de extracción refinadas que sacan el más puro néctar cannábico.

Son notorios los efectos de la marihuana sobre el cuerpo, mente y alma, desde el sentirse high, al tratamiento de convulsiones, tumores, infecciones, entre muchos otros. ¿Pero, y el hachís? ¿Qué diferencias hay entre el consumo de la marihuana y del hachís? ¿Cuántos tipos de concentrados existen y cual su relación con el ancestral hachís?

¿De dónde vienen los efectos de la marihuana?

Los efectos de la marihuana son producidos por la interacción conjunta de un grupo de compuestos conocidos por los nombres de “cannabinoides” y “terpenoides” con nuestro cuerpo. Tales elementos son producidos por la planta del cannabis y se encuentran distribuidos por toda la planta, pero no de manera uniforme. Adentro de las raíces, tallos y hojas hay cierta proporción de esos elementos, pero se concentran masivamente encima de las flores de plantas hembra y de las hojitas que las circundan. Su “piel” vegetal se recubre de una resina pegajosa, de la cual emergen minúsculas estructuras alargadas, como los vellos de nuestra propia piel. Esas estructuras se denominan “tricomas”, y en ellos se concentran de un 80 a 90 por ciento de los cannabinoides que la planta produce.

La resina formada por los tricomas sirve para proteger a la planta de los rayos solares, de los predadores y para atraer a los agentes polinizadores y perpetrar la reproducción de la especie a través de la polinización de las flores, que al fin producirán las semillas. A diferencia del vello, una gran parte de los tricomas presenta una cabeza arredondeada, rellena de resina, objetivo principal de cualquier productor de hachís o extractor de cannabis.

¿Para qué separarlos de las demás partes vegetales?

Comúnmente hablamos de porcentajes para precisar la “potencia” de una cierta marihuana. Esos porcentajes van de los 3-4 por ciento para las más flojas hasta un 20-30 por ciento para las más potentes, y se refieren al peso que el componente mayoritario en la resina representa frente al peso del resto vegetal de las flores. Por lo tanto, cuando se habla de “potencia” en porcentajes nos referimos a la concentración de principios activos, que aumentan proporcionalmente con la producción de resina.

A pesar de que la fibra vegetal y algunos de esos elementos pueden presentar ventajas nutritivas cuando son ingeridos, su consumo muchas veces no representa ninguna ventaja. De hecho es dañina, sobre todo cuando consumida en cigarros; el humo producido por su quema genera monóxido de carbono entre muchas otras sustancias tóxicas y cancerígenas. Además de ello las partes vegetales llenas de clorofila provocan un fuerte sabor amargo, que ofusca los deliciosos sabores que da la degustación de la resina de un buen cogollo.

La práctica de la extracción o recolección de tricomas tiene como objetivo la purificación del producto final, que termina con mayores concentraciones de THC, CBD, otros cannabinoides y terpenos.

De manera lúdica los concentrados son capaces de entregar sensaciones de estopor más profundas, o simplemente dispensan una dosis alta para un efecto largo y duradero. En el consumo medicinal los concentrados permiten una dosificación más precisa y a consciencia.

¿Qué es el hachís?

De manera amplia hachís puede ser entendido como el producto de la recolección de las “cabezas” de los tricomas glandulares de las flores hembra de cannabis, convencionalmente consumidos en inhalaciones. Una especie de extracción que busca purificar o aumentar las concentraciones de principios activos y atractivos contenidos en la resina. Por suerte ellos están visibles a la superficie, lo que facilita mucho su recolección. Si imaginamos por un segundo a los tricomas como frutos de un árbol, basta una buena sacudida para que se caigan los frutos más maduros. Sólo que con la sacudida también se tiran hojas secas, pedazos de ramas, algún insecto que esté por allí. Cuanto más puro el hachís, menor proporción de impurezas frente a la de tricomas (o frutos, para seguir la metáfora) en el producto final.

Los orígenes del hachís

De hecho, es tan simple extraer hachís que los ancestros lo hacían de manera muy sensible y rudimentaria: fregando las manos con la superficie resinosa de las flores hembra. La resina adhiere a la piel, y al frotarse las manos se desprende formando una pelota obscura y sólida.

Los orígenes del consumo del hachís son inciertos y difíciles de rastrear. Las regiones de Asia Central y sudeste asiático son apuntadas como posibles orígenes por haber desarrollado fuertes culturas alrededor del hachís, que por cierto etimológicamente proviene del árabe “hasis” que significa cáñamo, o hierba seca. “Charas” también es una palabra de origen persa que describe las glándulas resinosas sacadas del cannabis, pero que actualmente describe un tipo específico de hachís popular en India.

Desde entonces el consumo, producción y cultura del hachís se expandió enormemente. Alrededor de los siglos diecinueve y veinte el hachís era producido en gran escala en Afghanistan, Syria, Nepal, Líbano, Turquía y Marruecos, desde donde llegaba sobre todo a Europa y un poco a Norteamérica. Pero aquí nunca había sido un hit de consumo, hasta ahora. En la última década se han desarrollado y popularizado técnicas de extracción capaces de purificar considerablemente los concentrados. Si el hachís recolectado de manera tradicional podría llegar a un 50 por ciento de pureza en sus expresiones más refinadas, los nuevos métodos producen concentrados normalmente alrededor de 80-90 por ciento, acercándose incluso al 100 por ciento de pureza.

Técnicas mecánicas

Las formas más antiguas se centraban en la recolección de los tricomas con técnicas de fuerza mecánica, separándolos de la demás materia vegetal por sus características físicas (tamaño, dureza, dimensión, forma, punto de fusión o de solidificación, etcétera). Muchas de esas técnicas mantienen el tricoma más o menos intacto, que recién colectados se llaman kief, y se asemeja a un polvo arenoso, que posteriormente puede ser comprimido bajo presión y cierto calor para convertirlo en el bloque sólido de tonalidades cafés oscuras.

Frotar de manos – Charas

Esta es posiblemente la forma más ancestral de recolección. Tradicionalmente se procede a frotarse las manos contra la superficie resinosa de flores maduras todavía frescas mientras se sostiene en la planta viva. Ese método es conocido como Charas. Al acumular una cantidad suficiente se despega la resina de las manos frotándose ahora una mano contra otra. El hachís producido por el frotado de manos dispensa para ser prensado. El producto final es un hachís obscuro y con relativa solidez.

Tamizado

El tamizado consiste en derrumbar las cabezas de los tricomas por agitación, y purificarlos de impurezas pasándose por uno o más filtros. El entramado de hilos de diferentes dimensiones de “huecos” del colador, que pueden ser comúnmente metálicos, de nailon o plástico, permiten el paso de las cabezas mientras detienen fragmentos de material vegetal.

El tamizado tradicionalmente se hace en seco, con coladores metálicos, pero en las últimas décadas se presentaron variaciones sustanciales usando agua y hielo (ice-o-lator/bubblehash). El producto directo del tamizado es el kief, que normalmente se prensa para obtención del hachís. Esa técnica es capaz de producir un hachís claro pero con tonalidades cafés.

Rosin

El rosin es una técnica muy reciente, aunque su realización depende de principios muy sencillos. Así como en el extracto de naranja (o jugo) puede ser obtenido exprimiéndola, el rosin supone utilización de alta presión para “exprimir el jugo” de los tricomas que se deforman permitiendo la salida de la “pulpa” contenida es sus cabezas. A diferencia de la pulpa de la naranja el tricoma es sólido a temperatura ambiente, por lo que se emplea calor junto con la presión para derretir los tricomas, permitiendo su paso a través de un filtro. El producto final del rosin es una pasta de tricomas amorfos muy pura, de matices amarillentos.

Técnicas “químicas”

En los últimos años ha ganado fuerza la investigación sobre cannabis, y consecuentemente las formas de extraer sus principios activos. Las nuevas técnicas se concentran principalmente en la disolución de los tricomas en solventes volátiles, que después son evaporados para separa el néctar dorado. Una vez disuelto el tricoma pierde su forma original y se convierte en una sopa de tricomas, y después en una pasta seca que puede ser vaporizada o agregada a otros preparados. El tricoma o su contenido no se transforma químicamente, por lo que clasificarlas como técnicas químicas es nominalmente incorrecto, pero es la manera más sencilla de agrupar técnicas de extracción que utilizan solventes orgánicos y que producen una pasta amorfa, comúnmente denominada “aceite de hachís”.

QWET.

Quick wash o lavado rápido – inmersión líquida

Actualmente las técnicas de extracción con solventes líquidos son ampliamente hechas con alcoholes potables, o isopropílicos. Por su amplia afinidad disolutiva, el alcohol es expuesto muy rápidamente a la hierba para evitar extracción de residuos no deseables. Por eso el nombre “lavado rápido”. Después se filtra y se evapora el solvente. Los lavados rápidos en alcohol son de los métodos preferidos por la industria medicinal y pueden alcanzar muy altos niveles de pureza. Entran en esa categoría los QWISO y los QWET. También a los desatinadamente denominados RSO, aunque algunas técnicas de producción de ese tipo de aceite de hachís no son para nada rápidas, y pueden pasar meses con la hierba expuesta al alcohol.

Shatter.

BHO y gases hidrocarburos

BHO en español significa aceite de hachís de butano (AHC, en siglas). Esa técnica actualmente es la más popular para la producción de los famosos “dabeables” (concentrados vaporizables). Su popularidad se debe a que los hidrocarburos gaseosos “seleccionan” y arrastran solamente los contenidos de la resina liposoluble, originando un producto muy puro. Shatter (vidriaceite), budder (mantequilla), sugar wax (cera azucarada), honeycomb (panal de abeja) son algunos ejemplos. Los solventes más utilizados son el butano, el propano, el isobutano o mezclas de los últimos. No es recomendable usar gases tóxicos para extracción, y quienes usan hidrocarburos tienen que extremar precauciones para evitar explosiones, incendios u otros accidentes.

Extracto hecho con CO2.

Gas carbónico – CO2

Una técnica habitual de extracciones botánicas, recientemente extendida a la extracción de marihuana. Tiene la ventaja de que dispensa solventes tóxicos e inflamables para la extracción de los tricomas, utilizando el gas carbónico como solvente. La resina de los tricomas no es soluble en CO2 a condiciones ambientales. Para ello el gas es sometido a presiones extremas permitiendo el arranque de los tricomas por el CO2 presurizado. El procedimiento tiene que ser realizado en sistemas de tubos de material resistente, cerrados para el mantenimiento de la presión, lo que aleja esta técnica de los aficionados o extractores de ocasión. Es un método común en la producción de preparados medicinales.

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En orden creciente de dificultad y complejidad estos son los concentrados cannábicos más significativos. Todos pueden ser realizados a partir de material de primera, o restos de cosecha como hojas y ramas; secas o frescas, produciendo los famosos “live resin (resina viva).

En materia de concentrados es importante aclarar que no siempre pureza es sinónimo de calidad en término de efectos, eso porque los elementos “secundarios”, sean otros cannabinoides, terpenos u otros elementos, aún en pequeñas cantidades, pueden significativamente modificar la manera como sentimos los efectos finales. Esos elementos son deseosos ya que interactúan con los cannabinoides principales como el THC o CBD, potenciando sus efectos benéficos y minimizando sus efectos “colaterales” o indeseados, como por ejemplo el estado de ansiedad que pueden generar concentraciones muy altas o puras de THC. Esa interacción positiva es designada “efecto séquito” y es actualmente un precioso y complejo objeto de estudio científico.