Conoce al inventor de submarinos que desea que todo el mundo viva bajo el mar

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Este artículo fue publicado originalmente en Motherboard.

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El científico autodidacta y empresario submarino Phil Nuytten no es ni la primera ni la última persona en haberse peleado con James Cameron en el set de un rodaje. El director estadounidense es el responsable de dos de las películas más taquilleras de todos los tiempos (el romántico taquillazo de 1997 Titanic y la psicodélica aventura marciana Avatar, en 2009). A Cameron también se le conoce por su intransigencia y por su perfeccionismo. “Jim Cameron y yo hemos tenido peleas que no te podrías creer”, relata Nuytten a Motherboard.

Su primera colaboración cinematográfica se produjo en 1989, en la película de ciencia ficción The Abyss. La empresa de Nuytten, Nuytco Research Ltd, una faraónica corporación de tecnología e investigación submarinas, diseñó los submarinos y las escafandras de la película. “En un momento dado de la filmación, la actitud displicente de Cameron y su manera de referirse a nuestro trabajo me hinchó las pelotas”, recuerda Nuytten. “Enviamos a 9 de nuestros hombres a filmar The Abyss. Y yo me negué a pisar el set de rodaje porque no podía ver a Cameron ni en pintura”.

Aquella enganchada podría haber durado hasta hoy, de no ser por la intercesión del equipo de Nuytten para que ambos se reconciliaran. “Entonces le llamé y le dije ‘De acuerdo, es momento de que dejemos de comportarnos como dos niñatos’”, recuerda. “Seamos amigos, le dije. Y somos grandes amigos desde entonces”.

Cameron llegó a comprar uno de los célebres sumergibles submarinos monoplaza diseñados por su buen amigo. Se trata de un robot sumergible monoplaza que permite descender hasta 300 metros durante 72 horas. Cameron se ha convertido en uno del puñado de millonarios clientes que contratan los servicios de Nutyco anualmente y que financian los sueños del líder de la compañía.

No es sorprendente que una amistad con unos inicios tan controvertidos fuera reflotada gracias al trabajo de Nuytten al timón. Este hombre de 75 años habla de manera casi asilvestrada, una manera de referirse al universo que revela una arrebatada pasión por el océano y sus misterios. A día de hoy su empresa suministra sumergibles y trajes de inmersión personalizados a investigadores, exploradores y millonarios de todo el mundo.

Claro que su objetivo más romántico, cuenta, es construir una base permanente en las profundidades del océano.

Phil Nuyten en el almacén de Nuytco Research Ltd., la empresa submarina y e investigación que fundó en Vancouver. En la imagen posa junto al traje de submarinismo atmosférico por el que se ha hecho famoso en todo el mundo. Todas las imágenes por Jackie Wong.

Después de descubrir y enamorarse de la inmersión a pulmón y de cazar con arpón desde los 11 años, Nuytten abandonó la escuela a los 16 para inaugurar la primera tienda para submarinistas de Vancouver. A partir de entonces trabajaría también como submarinista comercial, hasta que en 1966 fundó la empresa de investigación oceánica que sigue dirigiendo a día de hoy desde un almacén anónimo de Vancouver.

En la planta de arriba, el despacho de Nuytten está cubierto de equipamientos antiguos de inmersión. Y también hay una fotografía enmarcada y dedicada del astronauta canadiense Dave Williams. En la imagen se le observa trabajando en la Estación Espacial Internacional. (“Le conocí cuando probaba nuestros sumergibles DeepWorker y nuestro traje de inmersión atmosférico”, explica Nuytten, que trabajó en la NASA durante décadas). En el despacho también se pueden ver los posters de las películas submarinas para las que Nuytten ha diseñado sumergibles y equipamiento submarino durante años, como The Abyss.

En la planta de abajo, está el almacén propiamente dicho, que tiene aspecto de un enorme garaje, y que está plagado de proyectos en los que se está trabajando actualmente, como los sumergibles de aguas profundas y los pioneros trajes atmosféricos de inmersión patentados por él mismo. Se trata de trajes elaborados con metales muy resistentes que mantienen la misma presión en su interior que la de la superficie, gracias a una tecnología atmosférica que ha sido perfeccionada por el mismo Nuytten. El traje permite descender hasta 600 metros por debajo del nivel del mar.

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Los sumergibles Deep Worker de Nuytco se venden por alrededor de 1,4 millones de dólares. Se trata de vehículos de inmersión para una sola persona que pueden tomar fotografías hasta a 900 metros de profundidad.

Nuyteen pasa los días con los pies puestos en distintos universos. Entre sus clientes se cuentan cineastas, militares, astronautas, investigadores científicos y de consumidores de productos de lujo.

La mayoría de los clientes de lujo, como James Cameron, son millonarios que poseen yates a los que quieren incorporar sumergibles. “Muchos de estos millonarios quieren hacer cosas — más allá de ser millonarios y de tener un yate”, explica Nuytten. “Muchos de ellos están implicados en los llamados programas científicos civiles, en los que se dedican a embarcar a científicos a bordo de sus veleros y permitirles disfrutar de tiempo para hacer inmersiones, un tiempo del que están faltos en su día a día”.

Sin embargo no hay suficientes sumergibles disponibles como para satisfacer la imparable demanda de los investigadores, de manera que los millonarios pueden resultar de gran ayuda para aquellos que quieren investigar en lo más profundo de los océanos.

En el caso de Cameron, por ejemplo, su submarino personal le permite saciar su pasión por la exploración submarina, que va mucho más allá de sus películas. En 2012 Cameron participó en una legendaria expedición a la Fosa de las Marianas, el lugar más profundo de la corteza terrestre, a bordo de un submarino en cuyo diseño él mismo había participado.

Los millonarios copan el 20 por ciento del mercado de los sumergibles, cuenta Noytten. Los clientes militares —”que no son tan draconianos como uno pensaría; se dedican, fundamentalmente, al rescate submarino”— significan el 25 por ciento del negocio. El resto, explica, son una mezcla de todo, desde corporaciones biofarmacéuticas, a científicos marinos pasando por criadores de corales”.

El Deep Worker, el sumergible monoplaza, cuesta alrededor de 700.000 euros. Y su versión biplaza rebasa el millón de euros. Ambos están presentados en versiones que pueden llevar a sus pilotos hasta más de 900 metros de profundidad.

El Dual DeepWorker es un sumergible biplaza cuyo precio rebasa el millón de euros. Los millonarios los compran para incorporarlos a sus yates.

En comparación a otros, los sumergibles de Nuytco son bastante asequibles. La empresa Triton Submarines LLC produce lo que los miembros de su plantilla definen como al Bentley de los equipamientos submarinos en su sede de Vero Beach, en Florida. Su submarino más asequible se llama Triton 1000/2, sale a 2 millones de euros y puede descender hasta más de 300 metros de profundidad. Su submarino más caro es el Triton 3300/3 en el que pueden viajar tres pasajeros y que cuesta casi 2,5 millones de euros y que desciende hasta los 930 metros de profundidad.

“900 metros es una inmersión extremadamente profunda. Incluso 300 metros lo es: es la longitud de un edificio de 100 plantas”, explica Nuytten. Los sumergibles de Nuytco llegan a descender esos 300 metros en un tiempo de entre 5 y 10 minutos y permiten una estancia aclimatada de hasta 72 horas en las profundidades.

El vínculo (y probablemente también su ausencia) entre los clientes de lujo de Nuytco y la vocación investigadora que alimenta la pasión de Nuytten por su trabajo, es, a tenor del creador, una simple simbiosis. “Utilizamos uno para alimentar al otro”, sintetiza.

Su plan es fundar una colonia submarina, probablemente más allá de la costa de Vancouver

Todo ello, añade, con el objetivo de acercarse más a su sueño, un sueño que le gustaría ver cumplido antes de morir. “Soy como un herrero de alguna manera”, explica. “Mi trabajo consiste en construir armaduras que nos lleven más allá de nuestras limitaciones”.

Los humanos estamos diseñados para respirar un 20 por ciento de oxígeno y para vivir con una presión de 6,7 kilos por metro cuadrado, que es, convenientemente la presión al nivel del mar. “De manera que no puedes llegar al fondo del océano y sobrevivir”, explica Nuytten. “La presión es excesiva”. (Digamos que descender a pulmón 250 metros sería comparable a tener a un elefante encaramado al menique de tu pie — una sensación que habría que reproducir al resto del cuerpo).

“De manera que aquí estamos, atrapados al nivel del mar”, añade Nuytten. “¡Claro que en realidad no es así!”, exclama. Seguro que no cuando él está de por medio.

“En realidad para lo que sirve todo esto —y se trata de algo muy ambicioso— es para acercarme más a mi sueño que no es otro que construir un hábitat submarino. Será un proyecto sensiblemente distinto al proyecto de colonia submarina impulsado por Jacques Cousteau en los años 60. A diferencia de los hábitats diseñados por el submarinista, investigador, biólogo y científico francés, concebidos para estancias de unas cuantas semanas, la colonia submarina de Nuytten estaría concebida para soportar situaciones a largo plazo. Sería un lugar con la misma presión que existe al nivel del mar. “Quiero construir hábitats que no estén expuestos a la presión, por mucho que estén a 900 metros de profundidad”, explica Nuytten.

Desearía hacerlo más allá de la costa de Vancouver. Sería una colonia submarina a la que llamaría Vent Base Alpha: “ya hemos diseñado los planos de cómo será”, asegura Nuytten.

El hábitat será construido cerca de una de las múltiples fuentes hidrotermales para sulfuros polimetálicos, partículas metales de laboratorio puras que se recolectan fácilmente, como la arena húmeda del fondo del mar.

“Si mandas alguna de esas partículas a la superficie son como semimetales preciosos. Y un hábitat así es sostenible económicamente gracias a ellos”, cuenta Nuytten. La fuente hidrotermal también se convertirá en una fuente de energía, gracias a la cual será posible producir electricidad, abunda.

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Vent Base Alpha. Ilustración por Ken Brown. Cortesía de Phil Nuytten.

Antes de meternos en una edad sin precedentes de exploración submarina, Vent Base Alpha podría verse como un antídoto contra uno de los problemas más acuciantes a los que nos enfrentamos a nivel del mar.

“La Tierra se está superpoblando a una velocidad endiablada”, explica Nuytten. “El océano es un lugar completamente abierto. Y 3D. Nosotros no, la gravedad nos arrastra. En el océano no existe nada parecido. Podrías construir una casa encima de otra casa y hacerlas flotar. Podría existir una cadena de hábitats”.

Si llegamos a entender mejor los océanos, dice Nuytten, ellos nos podrían salvar de nosotros mismos — e incluso solucionar uno de los mayores problemas a los que nos enfrentamos. Claro que si no preservamos su salud, entonces será un desastre.

“La gente tiene que empezar a darse cuenta de que los océanos son los pulmones de nuestro planeta”, explica. “Y cuando el océano falla, entonces el corazón deja de latir. Así que sin ellos, estamos finiquitados”.

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