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Cualquiera que busque en Google la frase “las manos de la Camorra” se encontrará con que los resultados son de lo más variopintos.
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Como sucede desde la noche de los tiempos, las estrategias criminales y comerciales del crimen organizado se conjugan de maneras impensables para alcanzar todos los mercados posibles, algunos de ellos ciertamente insospechados.
Sucede a menudo que la Camorra en Nápoles o que la mafia en toda Italia penetra en mercados o sectores que el común de los mortales jamás sospecharía que pudieran estar contaminados, básicamente porque nos resultan familiares.
Son sectores que financian al crimen organizado italiano inadvertidamente. Una de las maneras más habituales consiste en “patrocinar” a los “accionistas” de cada clan a través de pequeñas tramas, una trampa en la que caen sin tener la menor consciencia de que lo están haciendo.
A continuación detallamos un listado de varios sectores manoseados por las zarpas de la Camorra, sectores que forman parte de la vida diaria italiana en los que sus ciudadanos participan distraídamente y de los que jamás se sospecharía que sirven para engrasar el negocio del tráfico de armas o del de drogas, entre otros muchos.
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Las bolsas de supermercado
De acuerdo con algunas estimaciones, alrededor de la mitad de las bolsas de plástico que circulan por Italia, especialmente por sus supermercados, serían ilegales. Se supone que se trata de bolsas ecológicas, claro que de ecológicas tienen muy poco. Para producir bolsas ecológicas harían falta 40.000 toneladas de plástico, una cantidad que genera una actividad económica demasiado apetitosa como para despreciarla. En realidad, lo que aquí se desprecia, como en casi todas las actividades criminales, es el daño al medio ambiente. Veamos.
Se estima que el negocio de las bolsas de plástico genera a la mafia 160 millones de euros. 30 de ellos se obtendrían puramente por evasión de impuestos. Y se estima que otros 50 millones más son los que se ahorran por no reciclar adecuadamente el producto, un producto que, pese a todo, lleva la estampa de ecológico. Huelga decir que se trata de una estampa falsa.
La presidenta de la asociación medioambiental italiana Legambiente, Rosella Muroni explica que producir las bolsas de plástico ilegalmente supone un ahorro de la mitad de su coste legal. “Digamos que un kilógramo de bioplástico sale a 4 euros. Mientras que la misma cantidad de polietileno sale a 2”.
Esta semana se ha lanzado en Italia una campaña bautizada con el hashtag #unsaccogiusto (una bolsa justa). La imagen de la misma la ha puesto Fortunato Cellino, actor de la serie de televisión inspirada en el mundo de la mafia Gomorra. La intención no es otra que sensibilizar a la opinión pública de los intereses del crimen organizado en un sector que ya se ha cobrado dos víctimas en las últimas semanas. Y si no funciona esta medida, bastaría con que todo el mundo fuera a hacer la compra llevándose bolsas de tela de su casa.
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La ropa usada
Los contenedores amarillos que se usan para arrojar la ropa usada se han convertido en Italia desde hace mucho tiempo en el objeto de investigaciones emprendidas por la magistratura y la prensa.
En 2015, la brigada móvil de Roma desplegó una operación que se saldó con el arresto de 14 personas acusadas de tráfico ilícito de despojos y de asociación criminal.
La organización se había propuesto recoger, transportar y gestionar grandes cantidades de ropa usada. Para ello, había logrado hacerse con la concesión para el servicio de recogida de residuos locales en Roma, Abruzzo y Campania.
Al final se descubrió que el máximo responsable de la organización — según han contado los investigadores —, era Pietro Cozzolino, el capo del clan mafioso Portic-Ercolano. Claro que Cozzolino actuaba amparado por el respaldo económico de la mafia.
Sucede que la ropa usada, esa ropa consumida y sin valor para su usuario, termina vendiéndose en el extranjero. Se vende a peso, pero las tramas organizadas por la mafia habían conseguido ya quedarse con un beneficio que oscilaba entre los 30 y los 58 céntimos por quilo vendido, especialmente en África del Norte y en la Europa del Este. Habida cuenta de que es un negocio que exporta toneladas, el pellizco de la mafia es colosal.
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El pan del supermercado
Una encuesta elaborada el pasado mes de junio ha sacado a la luz la existencia del enésimo monopolio inadvertido en manos de la Camorra: la distribución de las barras de pan.
Los carabinieri italianos y las fuerzas de seguridad de delitos económicos detuvo este agosto a 24 miembros del clan Lo Russo, acusados del arancel impuesto a los supermercados, tiendas y vendedores ambulantes que comercian con el pan.
Al hacerlo, la organización también se habría beneficiado del precio del pan, que habría alcanzado los 1,30 euros el kilo, una cifra que garantizaba 20 céntimos por kilo a la delincuencia organizada. Se sospecha que tres panaderías de la región de Nápoles estarían vinculadas al clan.
El fiscal Colangelo comentó que este modus operandi indica que los clanes “obtendrían condiciones más baratas que la competencia (…) provocando una grave contaminación de la economía libre”.
“El precio de la harina en Nápoles ha aumentado el 950 por ciento”, ha comentado Coldiretti. “El secuestro de la harina, el pan y de las pastas adulteradas o falsificadas han alcanzado unos beneficios de 49,7 millones de euros en 2015”.
Según Legambiente la industria alimenticia italiana estaría controlada por hasta 30 clanes mafiosos distintos.
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El “coco fresco” en la playa
Según las informaciones remitidas por la policía y los carabinieri a la Dirección del Distrito Antimafia algunas de las organizaciones criminales más poderosas que operan en la provincia napolitana de Campania estarían implicadas en la venta de coco en las playas del litoral, no solo sureño, sino nacional.
Sendos reportajes publicados durante este verano por los rotativos Mattino di Napoli y Messaggero de Roma — en los que también se detalla el proceso de reclutamiento de los castigados trabajadores de esta industria — sugieren que los beneficios generados por la venta en rodajas de la fruta tropical oscilaría entre los 800.000 y el millón de euros por temporada.
Se trata de un mercado muy fácil de gestionar y de apariencia completamente inocua, por lo que muchos reclutados son enviados por toda las playas de la geografía italiana incluso de Cerdeña.
El diario napolitano sugiere que el clan de los Contini estaría explotando criminalmente la isla de Cerdeña desde hace mucho tiempo, una actividad particularmente extendida en la provincia de Olbia-Tempio, donde dispone de un ejército ilegal de trabajadores a los que estaría pagando en negro y a quienes suministra alojamiento, dietas y el 40 por ciento de la tajada que se saca a diario con la venta.
El modus operandi es un clásico en el mundo de la delincuencia: la lucha por el control de las playas es, por llamarlo de manera eufemística, muscular; esto es, el que tiene más fuerza se hace con la playa. Se trata de un mercado que se trabaja de idéntica forma en las costas del Adriático, en la Toscana — en Viareggio all’Argentario — y hasta en el litoral de Lazio.
Tal y como informa Il Mattino de Nápoles “hace unos años los carabinieri lograron interceptar y detener en la isla de Cerdeña a sendos convictos napolitanos que controlaban la mafia del coco y que dispararon contra un extranjero que había osado ponerse a vender la exótica fruta en una de sus playas. Ambos sujetos fueron juzgados por homicidio frustrado”.
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Las pompas fúnebres
El pasado mes de junio el responsable de una funeraria en Castellamare di Stabia (Nápoles) fue acusado de competencia desleal por asociación mafiosa, y de extorsión, esta ejercida en contra de una empresa de la competencia, según la reconstrucción de la trama que habrían elaborado los investigadores.
Lo cierto que es que se viene hablando desde 2014 de la participación de la mafia en el negocio de las pompas fúnebres. Entonces, en 2014, una investigación policial desembocó en una operación de incautación de bienes por valor de 150 millones de euros de una empresa funeraria de Casoria. Según los investigadores la empresa en cuestión estaría vinculada al clan mafioso de los Moccia di Afragola. La familia habría impedido que la competencia pudiera trabajar libremente después de obligar a los habitantes de la ciudad a contratar los servicios funerarios controlados por la Camorra.
Hace unos años el rotativo Corriere del Mezzogiorno informó que un emprendedor de San Giorgio de Cremano, en Nápoles, habría sido señalado por la camorra tras haber relatado a las fuerzas del orden cómo funcionaba la trama mafiosa por el control del negocio en la provincia napolitana de la Campania.
Enzo Amoroso — que así se llama el confidente — se convirtió en el primer y único empresario mortuorio conocido hasta la fecha en Italia, que contaba con escolta policial las 24 horas del día. Según su confesión, el negocio funerario napolitano habría dividido el territorio del sur de Nápoles en virtud de los intereses de los distintos clanes que se dedican a la explotación de dicho negocio. Igualmente, Amoroso también relató que el crimen organizado napolitano tendría untadas igualmente a las enfermeras de los hospitales de la provincia, quienes persuadirían a las familias de qué servicios funerarios contratar a la muerte de sus seres queridos.
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Foto de portada vía Flickr, con licencia Creative Commons