Cuando hablamos de “masculinidad tóxica”, por lo general no lo hacemos en sentido literal. “Tóxico”, en este caso, hace referencia a que hay hombres que se ciñen a los ideales tradicionales de masculinidad de un modo que resulta perjudicial para la sociedad, más que para el entorno físico.
Sin embargo, hay casos en los que podrían aplicarse ambas definiciones. Al menos, es lo que sugiere un nuevo estudio de la Universidad Estatal de Pennsylvania ⎯titulado Gender Bending and Gender Conformity: The Social Consequences of Engaging in Feminine and masculine Pro-Environmental Behaviours⎯. Según la investigación, los hombres pueden no estar dispuestos a asumir comportamientos que favorezcan al medioambiente ⎯como reciclar, usar bolsas reutilizables o apagar el aire acondicionado⎯ si los perciben como marcadamente “femeninos”. Aparentemente, su miedo radica en que asumir estas conductas no convencionales en cuanto al género podría inducir a los demás a pensar que son gais.
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A este respecto, la profesora de Psicología y coordinadora del estudio Janet K. Swim señala: “Adquirir determinadas conductas en pro del medioambiente puede tener sutiles consecuencias relacionadas con el género. Puede que haya personas que eviten ciertos comportamientos ya que anticipan, con un sesgo de género, lo que los demás podrían pensar de ellas. O que los evitan si consideran que no se ajustan a su género”.
En el estudio, se pidió a un total de 960 participantes ⎯hombres y mujeres⎯ que indicaran si una lista de personajes ficticios les parecían “femeninos” o “masculinos” en función de una serie de actividades beneficiosas para el medioambiente. Los participantes debían hacer su valoración sobre una escala de 10, desde heterosexual a homosexual, según se indica en la revista Out.
“Los participantes percibieron a todos los personajes como más femeninos, al margen de sus conductas, lo cual refleja la tendencia de considerar el ecologismo como un movimiento femenino”, señaló Swim. Y añadió que los personajes cuyas actitudes se correspondían con su género eran, por lo general, percibidos como más heterosexuales. Los investigadores concluyeron que, si creemos que es importante que nos perciban como heterosexuales, procuraremos no llevar a cabo actividades que no se ajusten a nuestro género a fin de evitar los estigmas que puedan conllevar. Y añadieron: “Es más probable que los hombres se distancien socialmente” de estas conductas no conformes con el género.
“Si una persona considera importante que se la perciba como heterosexual, tal vez priorice los comportamientos conformes con el género sobre aquellos que no lo son, tratando de anticiparse a la impresión que pueda causar en los demás”, afirma Swim.
“Los comportamientos no solo nos ayudan a cumplir objetivos concretos, sino que también son indicativos de nuestra personalidad. Tender la ropa o mantener la presión correcta de los neumáticos pueden ser señales de que nos preocupamos por el medioambiente, pero si esas conductas se perciben como propias de determinado género, también pueden ser indicativas de otras cosas”.
Pues ahí lo tenemos: la masculinidad tóxica, combinada con la homofobia, una vieja conocida, podría estar contribuyendo a la destrucción del planeta. Más malas noticas.
Este artículo se publicó originalmente en VICE Asia.